Urgando entre papeles viejos encontré la presentación hecha por un joven cubano-americano hace 20 años. El joven tenía entonces 17 años y fue invitado a un panel sobre “La Familia Cubana en el Exilio”, organizado por la Unión de Ex-Presos Politicos de la Zona Norte de los Estadis Unidos..

Esta fue su presentación:

“Yo no voy a poder hablar con la seguridad de mi language público –el Inglés. Tampoco voy a poder hablar de experiencia, o con emoción. Lo que yo siento hoy por el país donde yo nací es confuso. Hace ya 10 años que mis padres decidieron que lo mejor para mi era sacarme de Cuba. Para mis padres, y para los adultos presentes aqui, 10 años tiene mucho significado. Para muchos de ustedes han pasado cerca de 30 años, pero ustedes todavia sienten el amargo resentimiento de haber perdido su tradicional costumbre de vivir, de haberse separado de parte de su familia, de haber sido despojados de sus derechos como seres humanos y como ciudadanos de Cuba.

El caso del prisionero político es aun más cruel porque es el caso del ciudadano cubano que ha sentido los síntomas físicos de la opresión y la coerción: las paredes que le separan si son de verdad, la separación de familias y de amigos es palpable, la desesperación tiene vigencia en la realidad. Adentro de la prisión: encarcelación, esclavitud. Fuera de la prisión: a pesar de que tiene límites…, existe algo de libertad, de dignidad, y se siente que se tiene derecho a la felicidad.

Cuando yo oigo hablar de Cuba yo creo que es un estado, un pais como una prisión para sus ciudadanos. La experiencia de Cuba me resulta como ajena. Me parece que no la siento como mía. No la siento mía porque el país donde yo studio y me he criado no es una prisión. Y esta es la paradoja del joven Cubano-Americano, saber que el pais de mis padres, el pais de mi familia, el pais de mis raices es una prisión y entender que mi pais no lo es. Sentirse en el medio. De un lado las tradiciones que yo asocio con mi familia son las tradiciones de Cuba. Las comidas, las frases, los valores -que yo extraño tanto cuando paso unos dias en la casa de mis amigos Americanos- son cubanas. Yo he tenido que aprender que mi familia es Cubana de verdad y no solamente de nombre. Yo siento a mi familia como una isla en un mar Americano no solamente porque es mi familia sino porque es mi familia cubana marcada para siempre con las huellass del dolor del presidio. Lo que yo siento por ese país tan lejos, tan extranjero, tan diferente, lo siento porque lo asocio con lo que es más cerca, más íntimo en mi corazón: mi familia.

Los jovenes que han nacido en los Estados Unidos, los que han estudiando en Ingles, aprendiendo sobre su mundo y sí mismos en Inglés, los que se han hecho adultos, ciudadanos, esposos, amigos, maestros “en Inglés” son necesariamente un poco ajenos al país por el que ustedes han sufrido, se han sacrificado, y se preparan ahora para sacrificarse una vez más.

Irónicamente, el apellido cubano del joven Cubano-Americano esta ahi. Y aunque no se lo planteen conscientemente Cuba es algo importante en las vidas de los muchachos que se concentran ahora en Math, Earth Science, Pre-Med Programs, College y University. Aunque tenemos que reconocer que la educación ha definido a los jovenes de origen cubano educados en los Estados Unidos, como Cubanos –públicamente-, aunque se sientan Americanos en la privacidad de sus mentes. Por tanto, la conexión existe públicamente. Aunque hemos sido educados, y hablamos sobre dos generaciones muy diferentes en historia, el ser muchos ciudadanos Cubano-Americanos en los Estados Unidos y extranjeros para las leyes actuales de Cuba, sentimos nuestras raices más ligadas a Miami y a Union City que a Washington DC o Philadelphia.

Si la familia es la fundacíón de cada estado, tiene que ser la fundación de un estado en exilio. Si reconocemos que existe un estado en exilio, tenemos que reconocer que existe una familia tambien en exilio. Si en un estado tradicional la familia enseña la responsabilidad cívica, en un estado de exilio la familia tiene que corregir lo que enseñan los colegios, la television, los amigos Americanos. Debe enseñar un sentido de la responsabilidad cívica en el país donde vive y que los ha acogido –los Estados Unidos- pero una responsabilidad cívica que se extiende para incluir a Cuba y la Cuba del exilio. Una Cuba que es como un estado sin presidente, o ejercito, pero con una identidad definida por ser una comunidad unida por tradición, por historia, por sufrimiento, language, aspiraciones y esperanzas. Y, sorprendentemente, una comunidad con economía propia.

Yo creo que las familias del exilio tienen que preparar a los jovenes Cubano-Americanos para ser ciudadanos de este estado en exilio. Es lo único que se puede justamente esperar de jovenes que son tan ciudadanos de hecho de los Estados Unidos como ciudadanos de derecho de Cuba. Ellos posiblemente no van a repoblar a Cuba. Ellos no van a ser lideres de sus hermanos cubanos. Eso no sería justo para ninguno de los dos grupos. Ahora bien, ellos si pueden y deben utilizer su posición privilegiada como Cubano-Americanos para ayudar sus padres, para cumplir con sus responsabilidades cívicas hacia el estado cubano en exilio. Actuar de forma contraria significaría negar ese elemento distintivamno enseña que hay responsabilidades específicas hacia Cuba por el solo hecho de ser Cubanos, los jovenes Cubano-Americanos tendrian que negar sus propias familias porque es ahi donde reside la fuente de sus identidades cubanas.

Si esto hacemos, si las familias cubanas asumen sus responsabilidades con la libertad y con la causa de democratizar a Cuba el futuro de la Isla cautiva sera muy distinto que el que ustedes han tenido que presenciar durante más de 30 años. Claro eso significa que los adultos tienen que concientizar primero cuales son sus responsabilidades. Y para eso mismo estamos reunidos aqui esta tarde. ¿No?

Muchas Gracias.

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«La suerte futura de la humanidad está en manos de aquellos que sean capaces de transmitir a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar» (Gaudium et Spes, 31, 3)

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Desde mediados del siglo XIX y todo el siglo XX el Magisterio de la Iglesia claramente ha presentado principios, guias y aplicaciones como su respuesta justa y social a problemas tales como la paz, la carrera armamentista, la justicia económica, el desarrollo de las naciones subdesarrolladas, los derechos humanos, la dignidad de la persona, el racism, el sexismo. Escritos que nos invitan a revisar nuestras formas de pensar y sentir, y que nos invitan a ser y a actuar responsible y cristianamente en nuestro mundo actual.

A todos los niveles de la Iglesia y de la sociedad evitamos leer, reflexionar y discutir todo este Magisterio porque representa auténticos retos a la forma de pensar y actuar que hemos aceptado, porque enfrenta situaciones sociales muy controversiales, y por tanto, nos hace sentir inquietos y a veces molesto “con la Iglesia que opina” o “que se mete a opinar en lo que no sabe”.

Esta sabiduría social esta basada en la Palabra de Dios revelada y recogida en la Biblia, en la tradición de la Iglesia recogida en los escritos desde los primeros padres, en la reflexion filosófica y teológica y en la experiencia del hombre contemporaneo, que dia a dia, batalla tratando de vivir su fe en un context socialmente justo. Comprometido a vivir su fe hacienda justicia.

1891: Papa Leon XIII, Encíclica “Rerum Novarum” (La Condición del Trabajo).

La terrible explotacion y pobreza de los tabajadores en Europa y Norte America a finales del siglo XIX contribuyen a la creación de esta encíclica. El documento está inspirado en el trabajo de la Union de Fribourg, en Alemania que era un movimiento de Acción Social Católico y a petición de las jerarquias de Inglaterra, Irlanda y los Estaos Unidos.

Las partes fundamentales de la Encíclica son: cuidado del pobre, derechos de los trabajadores, papel de la propiedad privada deberes de los empleados y de los empleadores, regreso a la moral Cristiana y papel de la autoridad pública.

En el documento se hace una descripción de las condiciones inhumanas que eran en esos momentos “normales” de los trabajadores en las sociedades industriales.

El Papa escribió acerca de los tres factores que decidian la economía: los trabajadores, la propiedad de la producción y el estado. Y de como la justa y equitable relacion entre estos tres factores era el punto esencial de la doctrina social de la Iglesia Católica.

Los principios definidos por el Papa León XIII han sido llamados La Carta Magna de el orden de la economía humana y el orden social.

1931: Papa Pio XI, Encíclica “Quadragésimo Anno” (La Reconstrucción del Orden Social).

Esta Encíclica fue escrita en conmemoración del 40 aiversario de la Encíclica La Condición del Trabajo, y en medio de una severa depresión económica que acudía la fundación social a nivel mundial.

En esta Enciclica el Papa Pío XI cubre tres grandes areas de discusion: Describe el impacto de la Encíclica de Leon XIII en la Iglesia, en las autoridades civiles y en otras organizaciones sociales relacionadas con el trabajador, la economía, y la justice social. En Segundo lugar, el Papa Pío XI desarrolla aun más la doctrina social y económica contenida en la Encíclica del Papa Leon XIII; el enfatiza el positivo papel que tiene la Iglesia en orientar en las situaciones económicas y sociales al tiempo que enfatiza la responsabilidad social de la propiedad. El documento aboga por una unidad entre capital y trabajo y por una reforma social basada en el restablecimiento de grupos vacacionales, al tiempo que presiona para que mejoren las condiciones de los pobres. Finalmente el Papa Pio XI critica fuertemente los abusos del comunismo por la promoción de la lucha de clases y por el enfasis que daba al a dictadura del proletariado y del capitalismo y la competencia sin reglas al tiempo que presenta la postura de la doctrina social de la Iglesia describiendo la situación de los pobres trabajadores, las injusticia sociales y pide por una reconstrucción del orden social siguiendo los principios establecidos por el Papa Leon XIII.

El tambien reafirma el derecho y el deber de la Iglesia de dar a conocer y discutir los asuntos sociales y llama a una renovacion moral de la sociedad a base de una acción por justicia basada en el amor. A este respect el Papa destaca el papel positivo del gobierno ese promover el bienestar económico de todos los miembros de la sociedad.

La enciclica consta de estas partes: el papel de la Iglesia, enfatiza la responsabilidad social de la propiedad privada, la dicotomía entre trabajo y capital, la autoridad pública, el justo orden social, los derechos de la clase obrera a un trabajo digno, con un salario justo asi como su derecho a organizarse para defender sus derechos.

II Guerra Mundial, Papa Pio XII, Mensajes Navideños:

Por medio de varios mensajes de Navidad durante la II Guerra Mundial, el Papa Pío XII, describía cómo debe existir un orden internacional justo para que pueda haber una paz global. El patrocinó ls cooperación entre las naciones que culminó con la creación de las Naciones Unidas. Como resultado y product de su visión, una larga relación y apoyo se estableció entre las Naciones Unidas y la enseñanza social de la Iglesia. Un ejemplo de ello es la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).

1961: Papa Juan XXIII, Encíclica Mater et Magistra (Cristianismo y Progreso Social).

El Papa Juan XXIII escribió esta encíclica en respuesta a los desequilibrios severos que existen en el mundo entre los ricos y los pobres. La encíclica se escribió para conmemorar el aniversario número 70 de la Encíclica de Leon XIII, la Condición del Trabajo. Juan XXIII internacionaliza la doctrina social católica al describer por primera vez la situación de los países que no estaban completamente industrializados. El documento tambien pone enfasis en el importante papel de los laicos en la aplicación de la doctrina social de la iglesia en el mundo.

El Papa Juan XXIII comienza esta enciclica haciendo una revision de los puntos más importantes de las dos encíclicas anteriores –la de Leon XIII y la de Pío XI. A continuación muestra como el desarrollo político, social y económico lograo esta necesitado de un progreso social cristiano. Continua confirmando el valor de la iniciativa privada, el de la remuneración justa para el trabajador y la propiedad privada para añadir la situacion de la agricultura y de la ayuda a los países subdesarrollados. Concluye urgiendo la reconstrucción de las relaciones sociales de acuerdo a los principios de la enseñanza social de la Iglesia al tiempo que afirma la responsabilidad de los individuos cristianos para trabajar por un mundo más justo.

Las areas desarrolladas por esta encíclica son: la justa remuneración, el subsidio, la agricultura, el desarrollo económico, el papel de la Iglesia, la cooperación intrnacional, y la socialización.

1963: Encíclica Pacem in Terris (Paz en la Tierra)

Esta Encíclica fue escrita durante el primer año del Concilio Ecuménico Vaticano II y es la primera Encíclica dirigida a todas las personas de uena voluntad. Fue escriba poco después de la Crisis de los Misiles en Cuba y de la construcción del Muro de Berlin, en este documento el Papa al mundo de los peligros de una guerra nuclear. Su tono optimista y el desarrollo de una filosofía de derechos hizo una significante impression en católicos y no católicos Según él, la paz solo puede alcanzaarse si el orden social sigue los principios evangelicos. LA PAZ NECESITA ESTAR BASADA EN LA VERDAD, CONSTRUIDA DE ACUERDO A LA JUSTICIA, VIVIFICADA E INTEGRADA POR EL AMOR, Y PUESTA EN PRACTICA EN LIBERTAD.

El Papa presenta una serie de principios para guiar a ambos a los cristianos y a los gobernantes en el proceso de cerrar la brecha que existe entre las naciones ricas y las naciones pobres, brecha que atenta contra la paz mundial.

El llamó a los cristianos a comprometerse con todas las personas de buena voluntad del mundo para trabajar juntos y en crear institiuciones a niveles locales, nacionales y globales para enfatizar el respeto a los derechos humanos, el respeto a la dignidad humana, y la promoción de la justicia y la paz. Juan XXIII emfatizó que el crecimiento de la interdependencia entre las naciones creandose asi una comunidad mundial que vele por los derechos individuales de cada individuo y promueva el bien comun universal.

La mayor contribución de Juan XXIII fue su enfasis en los derechos sociales y economicos y no solamente en los aspectos de derecho legal y político. Entre los derechos económicos que él describió esta el derecho a trabajar y a recibir un salario justo. Estas dos encíclicas sirvieron de base o de punto de partida a la Pastoral sobre la Economía de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos.

Concilio Ecuménico Vaticano II:

Papel de la Iglesia en el mundo modern (Gaudium et Spes, 1965):

El documento afirma que la Iglesia tiene por la propia esencia de su misión el derecho y el deber de intervenir en el orden social, político y económico. # 42-“la mission específica de la Iglesia le da a ésta la facultad y la energia capaz de estructurar y consolidar la comunidad humana de acuero a la ley divina. Es más, cuando las circumstancias de tiempo y lugar crean la neceisdad, la Iglesia puede y debe llevar a cabo iniciativas y actividades en beneficio del todos los pueblos”.

La Iglesia despues del Concilio Ecuménico Vaticano II:

A partir del Concilio Ecuménico Vaticano II los papas Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI, las conferencias episcopales, regionals y nacionales, los Sindos han contribuído a clarificar el papel y la responsabilidad que tiene la Iglesia en el mundo contemporaneo. Más específicamente, la Iglesia ha reconocido que no tiene respuestas ni soluciones validas que puedan aplicarse a los complejos problemas de la cambiante sociedad actual.

El Padre Phillip Land, S.J. ha identificado cuatro aspectos del cambio de attitudes que se ha operado en la jerarquia y los fieles catolicos a partir del Concilio Ecumenico Vaticano II.

1.- Abandono de la apatia e indiferencia con respecto a la política: Papa Pablo VI, en su documento Una llamada a la Acción, nos dice “la política es una voccación encaminada a transformar la sociedad”.

2.- Compromiso con la “humanización” de la vida. El Concilio enfatizó la responsabilidad de la Iglesia con el mundo, un mundo creado por Dios y en el que Jesús habitó. Más aun, tal como el Papa Juan Pablo II dijo en su documento sobre sobre el Trabajo Humano con toda razón tenemos que entender que estamos llamados a continuar la obra iniciada por el Creador y con nuestro trabajo y dedicación debemos contribuir a la realización en el Historia del Plan de Dios.

3.- Compromiso con la justicia a nivel mundial. El documento Justicia en el Mundo de los obispos reunidos en el Sinodo de 1971, describe la urgencia de que la justicia sea buscada y alcanzada en todos los niveles de la sociedad, especialmente justicia para los pobres y para los mas débiles. Los Obispos declararon que hacer justicia es una “dimension constitutive de la prédica del evangelio (# 6).

4.- Opción prederencial por el pobre. La Iglesia siempre entendió que Cristo se identificaba con el pobre y con el que no tenia ningun privilegio. Al leer los signos de los tiempos los ctistianos ven el rostro de Dios por encima de todo en los rostros de los que sufren y estan heridos. Consequentemente, la fidelidad a Cristo, require una identificación con y aceptar la opción por el pobre. En los ultimos años esta convicción ha constituído una prioridad para la iglesia, para su reflexión teológica y para su acción temporal. Aunque esta opción por los pobres se originó en America Latina, el papa Juan Pablo la hizo suya y la universalize a través de sus declaraciones. Esta opción por los pobres tiene tambien una gran influencia en la Carta Pastoral de los Obispos de los Estados Unidos sobre la economía.

Tambien el Padre Land, S.J., identifica cinco cambios en la metodología de la enseñanza social de la Iglesia despues del Concilio Ecuménico Vaticano II.

1.- La Iglesia se asume y describe a sí misma como Pueblo de Dios. En el Vaticano II, cuando se habla de la naturaleza de la Iglesia (Lumen Gentium, 1964) enfatiza que la Iglesia es el Pueblo de Dios. Esta imagen biblica tiene una importante implicación no solo para la eclesiologia sino tambien para su forma de discutir el orden social. La Iglesia como Pueblo de Dios levanta la fiel de un papel pasivo a uno muy active en la definición y la conformación de la historia en el mundo contemporaneo. Tambien la Iglesia no se presenta como la que tiene todas las respuestas, sino que busca esas respuestas en cooperación con otros. Como Pablo VI indico en el documento Una LLamada a la Acción corresponde a las los cristianos de las distintas comunidades unirse para buscar soluciones a los problemas sociales que les aflijen (#$).

2.- La Iglesia se dispone a leer “los signos de los tiempos:. Una creencia básica es que Dios continua hablandonos en y a través de la historia de la humanidad. Esta verdad fue reafirmada en el Concilio. Consequentemiente, “la Iglesia tiene el deber de escrutizar los signos de los tiemplos e interpretarlos a la luz del evangelio” (La Iglesia en el mundo contemporaneo, # 4). Esta afirmación introduce una forma nueva de hacer teologia.

La Iglesia mira al muno y descubre la preencia de Dios en él. Los signos revelan la presencia de Dios en el mundo y manifiestan los designios de Dios para el mundo. Implícita en esta verdad es que la teología debe ir más alla de la pura deducción y especulación. La historia deja de ser un mero context para la aplicación de principios aprendidos sino que se convierte en un proceso continuo de revelación.

3.- La Iglesia se aleja del la estrecha adherencia a la ley natural. Al producirse un cambio de lo deductive a la inductivo e histórico se produce un moviento de alejamiento de la interpretación rígida de la ética que se deriva de la ley natural.

Este esfuerzo por buscar la objetividad humana parte de la experiencia y de la visión de conjunto del proceso de toma de decisiones humanas La información que nos llega tiene que ser filtrada a través de las experiencias personales, de la observación, la memoria y la historia general de la sociedad. Este proceso conlleva el esfuerzo para entender la total realidad humanay para descubrir la llamada de Dios en el medio de esa realidad.

4.- La primacia del amor. El uso de la razon fue la forma primera que usaba la Iglesia para formular su enseñanza de la doctrina social de la Iglesia. Recientemente, esa enseñanza ha estado formulada partiendo del amor. La prioridad del amor tiene 3 significados: 1) el amor es el componente central de la justicia lo que hace que las acciones de justicia alcancen su potencial mas pleno, signficado y vida. 2) el amor es la motivación para actuar en favor de la justicia. 3) la opción fundamental por el amor esta en el centro de nuestra creación como seres humanos, por eso es capaz de producir acciones morales. La razón no se desecha sino que se le coloca en su justo lugar.

5.- La orientación hacia un planeamiento y una acción pastoral. Antes, se veía una metodologia que llevaba a un idealism social . Ahora la realidad analizada se convierte en la fuerza verdadera para el entendimiento y el desarrollo de todo enseñanza social auténtica.

Pablo VI Encíclica El Desarrollo de los Pueblos (Populorum Progressio, (1967):

Trata de responder a los clamores de los pobres y hambrientos dle mundo, planteando las dimensiones sructurales que las injusticias globales crean. Partiendo del derecho universal al desarrlllo humano que tienen todos los hombres de naciones ricas y pobres invita a toda la humanidad, para que con espiritu de solidaridad laboren para estalecer un nuevo orden de justicia mundial que traiga la su vez la renovación de los poderes temporales. Y para contribuir a esta noble misieon, el papa estableció la Comisión Pontificia de Justicia y Paz.

Documento sobre la libertad religiosa (Dignitatis Humanae, 1965):

Cualquier intervención de la Iglesia debe ser cuidadosa para respetar otros puntos de vista que esten fundados en posturas religiosas.

Conclusion del Sínodo de los Obispos sobre Justicia en el Mundo (1971)

Este documento muestra la ponderosa influencia que tienen los obispos de las Iglesias de Africa, Asia y America Latina tienen en la Iglesia post-conciliar. El documento refleja de una forma fuerte, concreta y realista el apoyo a los pronuncianmentos conciliares yu papales sobre la justicia en el mundo.

Pablo VI, Carta Apostólica A Call to Action ((Octagésima Adveniens, 1981):

En este documento el Papa Pablo VI reconoce las dificultades inherentes al establecimiento de un orden social justo y señala el papel que las comunidades Cristianas tienen en contribuir a alcanzar esta responsabilidad. “Corresponde a las diversas comunidades cristianas analizar con objetividad la situación específica que su propio pais confronta, alumbrar esa realidad con la luz inalterable de las palabras de los Evangelios, derivar de este contraste principios de reflexión, normas para juzgar y directivas de acción emanadas de las enseñanzas sociales de la Iglesia” (#4).

De esta forma, Pablo VI llama a los cristianos y a sus comunidades a ESCUCHAR Y A HACER la Palabra. Los cristianos que son fieles al Evangelio se incorporan a un continuo proceso de encarnación que tiene tres pomentos separados:

1.- Evaluación y analisis de la realidad contemporanea.

2.- Oración, discernimiento y reflexion usando la luz de los Evangelios y las enseñanzas de la Iglesia para juzgar la situación.

3.- Acción pastoral que luche contra las injusticias y trabaje por la transformación de la sociedad, teniendo como meta la construcción del Reino de Dios en la tierra.

Sínodo de los Obispos en Roma, Justicia en el Mundo (1971):

En su documentos de clausura, los obispos identificaron el dinamismo de los Evangelios con las esperanzas de la humanidad por un mundo major. “Tomar acción en nombre de la justicia y participar en la transformación del mundo es la dimension constructive de la predicacion del Evangelio, o en otras palabras, es la misión de la Iglesia en la redención de la raza humana y en su liberación de sus opresivas situaciones” (# 6).

Esta visión de la mision social de la Iglesia, de una Iglesia que ve el hacer justicia como un elemento integrante de la fe, era la expresión de la Iglesia Universal. Puede decirse que el documento final del Sinodo recoge el sentir y se va a ver reflejado en las actividades y predicaciones de las conferencias regionales y nacionales de los obispos de los Estados Unidos y de American Latina (Celam: Medellin, 1968, Puebla, 1979). Punto centtal de esta visión es SI LA IGLESIA PROCLAMA LA JUSTICIA AL MUNDO TIENE QUE SER VISTA TAMBIEN COMO EJEMPLO DE JUSTICIA.

Pablo VI, Encíclica sobre La Evangelización en el Mundo Moderno, Evangelii Nuntiandi, (1975):

En conmemoración de los 10 años de la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II este documento afirma que las enseñanzas del Concilio, el papel activo de la Iglesia institucional y de los fieles cristianos tienen en promover la justicia en el mundo.

En este documento el Papa enfatiza que la predicación del Evangelio es incomplete si no se toma en consideración los derechos humanos, y los temas de la vida familiar, la via en la sociedad, la paz, la justicia y el desarrollo humano. “La liberación –tanto spiritual como temporal- debe ser proclamanda”, “el plan de la Redención incluye combatir la injusticia”.

Juan Pablo II, Encíclica Redentor de la Humanidad, Redemptor Hominis (1979):

El Papa Juan Pablo II nos muestra la fuerte unión que existe entre el Evangelio y la justicia social. “Cuando colocamos al ser humano en el centro, entonces nos damos cuenta de que la sociedad contemporanea neesita redención”. El Papa se refiere tmabien a la falta de respeto al medio ambiente y al avance technológico desmedido que no toma en consideración el respeto al ser humano.

Juan Pablo II, Proclamación Rico en Misericordia, Dives Misericordiae, (1980):

Presenta la misericordia como una forma de amor social demostrando su relación con la justicia.

Juan Pablo II, Encíclica El Trabajo Humano, Laborem Exercens (1981):

El documento El Trabajo Humano representa la exposición más clara y detallada de la posición del Papa Juan Pablo ii sobre la doctrina social de la Iglesia.Fue, practicamente escrita por el propio Papa y refleja sus reflexiones y declaraciones de cuando era el Cardenal de Polonia y tambien de los primeros años de su pontificado.

La Encíclica El Trabajo Humano desarrolla y refina las enseñanzas de la Iglesia sobre lapropiedad y las criticas al comunismo y al capitalimo.

Consecuentemente, este documento escrito en el 90 aniversario de la Enciclica de Leon XIII es el documento más reciente e importante del Papa sobre la enseñanza social de la Iglesia. La idea central de una justa sociedad es la importancia del trabajo humano sobre el capital. Afirma la digniddad del trabajo y coloca el trabajo at centro de toda el cuestionamiento social, concluyendo que los seres hunanos son los sujetos que ejecutan el trabajo y como este envolvimiento del humano en la acción del trabajo es lo que expresa y aumenta la dignidad humana. El Papa concluye este capítulo explicando la espiritualidad asociada al trabajo.

El Papa critica la economía que reduce la contribución humana a un mero instrumento de producción. Llama a la lucha de los trabajadores por justicia el elemento dinamico en la sociedad contemporanea enfatizando la necesidad de una gran solidaridad alrededor del mundo por esta lucha laboral. Otro elemento importante de la Encíclica es el tema comun de la enseñanza social de la Iglesia: la crîtica al capitalismo liberal y el daño del colectivismo socialista.

Conferencia Episcopal de Obispos Catolicos de los Estados Unidos Carta Pastoral “El Reto de la Paz” (1983): El documento examina la moralidad de la guerra y de la paz y cuestiona la Carrera armamentista siguiendo las perspectivas presentadas por el Papa Juan XXIII en su Enciclica Paz en la Tierra (1963) y los principios elaborados en el documento pastoral de La Iglesia en el Mundo Contemporáneo (1963) del Concilio Ecuménico Vaticano II.

Sagrada Congregación para la Defensa de la Fe, Cardenal Joseph Ratzinger, Instrucciones sobre ciertos aspectos de la Teología de la Liberación (1984) y Instrucción sobre la Libertad Cristiana y la Liberación (1986).

El Papa Juan Pablo II solicitó de la Congregación para la Doctrina de la Fe dos estudios sobre la Teología de la Liberación, Libertatis Nuntius de 1984 y Libertatis Conscientia de 1986. En ellos se argumentaba básicamente que, a pesar del compromiso radical de la Iglesia con los pobres, la disposición de la Teología de la Liberación a aceptar postulados de origen marxista o de otras ideologías políticas no era compatible con la doctrina, especialmente en lo referente a que la redención sólo era posible alcanzarse con un compromiso político.

En ese momento el Prefecto de la Congregación era el entonces Cardenal Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI), crítico de la Teología de la Liberación. Señaló en dichos documentos lo que consideraba “errores de algunas formas de la Teología de la Liberación”, que según conclusiones de la Congregación bajo su dirección son:

1. Desde un punto de vista teológico, el análisis marxista no es una herramienta científica para el teólogo que debe, previo a la utilización de cualquier método de investigación de la realidad, llevar a cabo un examen crítico de naturaleza epistemológica más que social o económico.

2. El marxismo es, además, una concepción totalitaria del mundo, irreconciliable con la revelación cristiana, en el todo como en sus partes.

3. Esta concepción totalitaria impone su lógica y arrastra las “teologías de la liberación” a un concepto de la praxis que hace de toda verdad una verdad partidaria, es decir, relativa a un determinado momento dialéctico.

4. La violencia de la lucha de clases es también violencia al amor de los unos con los otros y a la unidad de todos en Cristo; es una concepción puramente estructuralista, para legitimar esa violencia.

5. Decir que Dios se hace historia, e historia profana, es caer en un inmanentismo historicista, que tiende injustificadamente a identificar el Reino de Dios y su devenir con el movimiento de la liberación meramente humana, lo que está en oposición con la fe de la Iglesia.

6. Esto entraña, además, que las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad reciban un nuevo contenido como “fidelidad a la historia”, “confianza en el futuro”, y “opción por los pobres” que en realidad les niega su sustancia teológica.

7. La politización de las afirmaciones de la fe y de los juicios teológicos lleva a la aceptación de que un hombre, en virtud de su pertenencia objetiva al mundo de los ricos, es, ante todo un enemigo de clase que hay que combatir.

8. Todo eso lleva a un clasismo intolerable dentro de la Iglesia y a una negación de su estructura sacramental y jerárquica, ‘hendiendo al Cuerpo Místico de Cristo en una vertiente “oficial” y otra “popular”, ambas contrapuestas.

9. La nueva hermenéutica de los teólogos de la liberación conduce a una relectura esencialmente política de las Escrituras y a una selectividad parcial y mendaz (mentirosa) en la selección de los textos sacros, desconociendo la radical novedad del Nuevo Testamento, que es liberación del pecado, la fuente de todos los males.

10. También entraña el rechazo de la Tradición como fuente de la fe y una distinción inadmisible entre el “Jesús de la Historia” y el “Jesús de la Fe”, a espaldas del magisterio eclesiástico».

Conferencia de Obispos Católicos, Carta Pastoral “Justicia Económica para todos: la Enseñanza Social Catolica y la Economía de los Estados Unidos” (1986). En ella los Obispos comentan sobre el desempleo, los mercados internacionales, el bienestar de los pueblos y los estilos de gobiernos siguiendo la línea de pensamiento del Papa Pablo VI “El Progreso de los Pueblos” (1967), del Documento del Sínodo de los Obispos “Justicia en el Mundo” (1971) y “La Labor Humana” de Juan Pablo II (1981).

CONCLUSIONES:

Emfasis que caracteriza la doctrina social de la Iglesia.

1.- Relación entre las domensiones sociales religiosas de la vida. “la condicion humana esta intimamente envuelta en la dinámica del Reino de Dios. Por tanto la fe y la justicia estan necesariamente ligadas (Constitución Pastoral de la Iglesia en el Mundo Contemporaneo)

2.- Dignidad de la persona humana. Hecho a imagen y semejanza de Dios los hombres y las mujeres tienen derehos inalienables tanto politica como legal, social y económica.

3.- La opción por el pobre. Por pobre el documento Una Llamada a la Accion entiende aquel que producto de su desventaja económica sufre opresion y esta alejado de toda forma de poder.

4.- Relación entre el amor y la justicia. Promover la justicia es trasformar las estructuras que bloquean el desarrollo del amor (Justicia en el mundo).

5.- Promoción del bien comun. El bien comun es la suma de todas las condiciones de la vida social –economicas, politicas, culturales- que hacen posible que hombres y mujeres puedan realmente alcanzar la perfeccion de si mismos como seres humanos. Los derechos humanos son siempre experimentados en el contexto de la promocion del bien común (Cristianidad y Progreso Social).

6.- Participación Política. La participación democrática en toma de decisiones es la major forma de respeto de la dignidad y de la libertad de la persona. El gobierno es un instumento por el cual las personas cooperan juntas para alcanzar el bien comun (Pio XII, Mensaje de Navidad, 1944).

7.- Justicia económica. La economía es para el bien de las personas y los recursos de la tierra distribuidos equitativamente entre todos. El trabajo humano es la palabra clave en las preguntas sociales contemporaneas. El trabajo toma precedencia sobre el capital y la tecnologia en el proceso de productividad. Salarios justos y el derecho a organizarse deben ser respetados por todos. (Sobre el Trabajo Humano).

8.- Participación. Todas las personas necesitan ser respetadas y todas deben participar de la distribución de los recursos de la tierra. Por medio del trabajo nos convertimos en co-creadores en el continuo desarrollo de la tierra (Sobre el Trabajo Humano).

9.- Solidaridad global. Nosotros pertenecemos a una sola familia humana y como tal teremos obligaciones mutuas en la promoción del desarrollo de todos los hombres en el mundo. En particular las naciones ricas tienen responsabilidad hacia las naciones pobres y la estructura del orden internacional deben reflejar la justicia (El Desarrollo de los Pueblos).

10.- Promoción de la paz. La paz es el fruto de la justicia y esta en dependencia del orden entre los humanos y entre las naciones. La Carrera armamentista debe cesar y el desarmamiento progresivo debe llevarse a cabo para el bien del future del mundo.(Paz en la /Tierra).

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Esta salvación -que la Iglesia ofrece como signo e instrumento- exige la liberación total del hombre de la servidumbre del pecado y sus consecuencias (ignorancia, opresión, miseria, hambre y muerte) y la incorporación de la vida nueva por la gracia, principio y germen de eternidad.

Medellin, 1968.

La Conferencia Episcopal o Conferencia Nacional de Obispos, dentro de la Iglesia Católica, es una institución de carácter permanente, que consiste en la asamblea de los obispos de una nación o territorio determinado, que ejercen unidos algunas funciones pastorales respecto de los fieles de su territorio, para promover conforme a la norma del derecho el mayor bien que la Iglesia proporciona a los hombres, sobre todo mediante formas y modos de apostolado convenientemente acomodados a las peculiares circunstancias de tiempo y de lugar.

Por el derecho mismo, pertenecen a la Conferencia Episcopal todos los obispos diocesanos del territorio y quienes se les equiparan en el derecho, así como los obispos coadjutores, los obispos auxiliares y los demás obispos titulares que, por encargo de la Santa Sede o de la Conferencia Episcopal, cumplen una función peculiar en el mismo territorio; pueden ser invitados también los ordinarios de otro rito, pero sólo con voto consultivo, a no ser que los estatutos de la Conferencia Episcopal determinen otra cosa.

La conferencias episcopales tienen una larga existencia como entidades informales, pero fueron establecidas como cuerpos formales por el Concilio Vaticano II (Christus Dominus, 38) e implementadas por el papa Pablo VI en 1966 motu proprio Ecclesiae sanctae. La operación, autoridad y responsibilidad de las conferencias episcopales está generalmente gobernada por el Código de Derecho Canónico (véase cánones 447-459).La naturaleza de las conferencias episcopales y su autoridad magisterial fueron clarificadas por el papa Juan Pablo II en 1998 motu proprio Apostolos suos.

En noviembre de 2007 existen 113 Conferencias Episcopales de rito latino.

El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) agrupa a los obispos de la Iglesia Católica de Latinoamérica y el Caribe

Su origen está en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Río de Janeiro realizada entre el 25 de julio al 4 de agosto de 1955. Tras la cual se hace el pedido al Papa Pío XII en 1955 para la constitución del CELAM, siendo aceptada dicha sugerencia.

Cada 4 años se realiza una asamblea ordinaria a la cual asisten los presidentes de las conferencias episcopales nacionales, la cual define las tareas pastorales y la elección de autoridades.

Asimismo ha realizado las siguientes Conferencias Generales de Obispos

I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Río de Janeiro en 1955,

II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Medellín, Colombia en 1968

III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Puebla en México, 1979

IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Santo Domingo, República Dominicana en 1992.

V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida (São Paulo),

El CELAM está organizado así

  • La Secretaría General: organismo ejecutivo inmediato y permanente de la presidencia, responsable de animar y coordinar las actividad des del CELAM
  • Los Departamentos:

1. Comunión eclesial y diálogo

2. Misión y Espiritualidad

3. Vocaciones y Ministerios

4. Familia y vida

5. Cultura y Educación

6. Justicia y Solidaridad

7. Comunicación y Prensa

  • Los Centros:

1. Instituto Teológico pastoral para América Latina –ITEPAL-

2. Centro Bíblico Pastoral para América Latina –CEBIPAL-

3. Observatorio pastoral

4. Publicaciones

Como organismo de servicio, el CELAM ha de ser ante todo, animación y ayuda a la reflexión y a la acción pastoral de la Iglesia en América Latina y el Caribe.

La Sede del CELAM está ubicada en la ciudad de Bogotá D.C – Colombia
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II CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO: MEDELLÍN, COLOMBIA
(1968)

Con Medellín empieza una nueva época para la Iglesiadel Continente; la época del Concilio Vaticano II que planteó un vital horizonte de renovación, que aún permanece como tal en el caminar del pueblo latinoamericano.

Los antecedentes inmediatos de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano pueden situarse hacia el otoño de 1965 cuando el Concilio Vaticano II estaba a días de clausurarse. En ese momento Pablo VI reunió a los obispos de la directiva y equipos del Celam que participaban en el Concilio, con motivo del décimo aniversario de la creación de dicho organismo episcopal. En esa reunión el Papa exhortó a los ahí presentes a sensibilizarse y asumir una visión crítica frente a los problemas que agitaban a América Latina como un requerimiento indispensable para la acción pastoral de la Iglesia en esas regiones.

Situación social, política y económica de los pueblos de América Latina en ese entonces:

La miseria y la marginación de grandes masas se consideraba fruto de las injusticias y desigualdades, y producía serios interrogantes a la acción pastoral de la Iglesia y demandaba respuestas decisivas.

Muchos de los gobiernos del continente eran dictaduras o sistemas autoritarios, y cundía el militarismo. A la par que varias naciones sufrían el impacto y el desgaste de guerrillas de signo ideológico marxista, alentados por la experiencia de la revolución cubana.

En el seno mismo de la Iglesia, particularmente en América Latina, había sido considerable el impacto de la encíclica del Papa Pablo VI, Populorum progressio, que condenaba severamente tanto al marxismo como al capitalismo y sus concepciones acerca del hombre y del desarrollo, y que propugnaba el concepto de desarrollo integral, fundado en una concepción del hombre basada en una antropología coherente y con mucha solidez teórica y doctrinal.

Medellín llamó la atención sobre la pobreza injusta como uno de los hechos más resaltantes de la realidad latinoamericana: “Muchos tienen poco y pocos tienen mucho” (Papa Pablo VI). Hizo una lectura teológica de esta realidad y afirmó que la miseria es una injusticia que clama al cielo, por lo tanto, es pecado, y la liberación de la pobreza es salvación. La lucha contra la injusticia social por parte de los cristianos pertenece a la esencia de la fe. La indiferencia y la explotación son, por el contrario, incompatibles con la fe en Jesucristo. Medellín puso las bases de la opción preferencial por los pobres.

El tema de la conferencia :fue “La presencia de la iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Vaticano II”, (el tema fue propuesto por Pablo VI en la reunión con los obispos latinoamericanos en noviembre de 1965). La II Conferencia del Celam fue inaugurada por Pablo VI el 24 de agosto de 1968 y se clausuró el 6 de septiembre del mismo año.

Conclusiones del Documento Final:

A diferencia de reuniones posteriores del Celam donde a manera de fruto de las Asambleas saldría un documento más o menos uniforme, Medellín sacaría dieciséis documentos, agrupados a su vez en tres grandes secciones:

Promoción humana 1. Justicia 2. La Paz 3. Familia y demografía 4. Educación 5. Juventud

Evangelización y crecimiento de la fe 6. Pastoral popular 7. Pastoral de élites 8. Catequesis 9. Liturgia

La Iglesia visible y sus estructuras 10. Movimientos de laicos 11. Sacerdotes 12. Religiosos 13. La formación del clero 14. La pobreza de la Iglesia 15. Pastoral de conjunto 16. Medios de comunicación social.

Si en un principio la idea de los promotores de la segunda reunión general del Episcopado Latinoamericano era poner al día a la Iglesia latinoamericana a la luz del concilio Vaticano II, el evento y los textos de Medellín fueron más allá, de tal modo que no solo se pretendió ajustar la vida de las iglesias a los cambios conciliares, sino que dicho evento fue también la oportunidad para esbozar el rostro concreto que debería asumir la Iglesia en América Latina para ser efectivamente “signo e instrumento” de salvación, así como para insertar a la Iglesia como pieza fundamental en los procesos de cambio social que experimentaba en esa época el continente.

Las ideas fundamentales que durante la preparación, discusión y en las conclusiones, aparecen como características de Medellín, son las siguientes:

· -La vocación del hombre a su desarrollo integral: Cada hombre es portador de una “semilla divina” que ha sido plantada en él desde el comienzo. Debe desarrollarla hasta la plenitud final en el encuentro definitivo con el Señor de la gloria. Esto exige del creyente una fidelidad personal a la llamada divina. Pero exige también la creación de ciertas condiciones de vida -sociales, económicas y políticas- que hagan posible al hombre su desarrollo integral, participando activamente en los bienes de la civilización y de la cultura, pasando de condiciones menos humanas a condiciones más humanas. En Medellín la Iglesia latinoamericana centró su atención en el hombre de un continente, que vive un momento decisivo de su proceso histórico, lleno de opresiones, injusticias y marginación. La Iglesia ha buscado comprender este momento histórico a la luz de la palabra, que es Cristo, en quien se manifiesta el misterio del hombre.

· -La idea de una salvación integral que abarca la totalidad del hombre y del mundo: Esta salvación -que la Iglesia ofrece como signo e instrumento- exige la liberación total del hombre de la servidumbre del pecado y sus consecuencias (ignorancia, opresión, miseria, hambre y muerte) y la incorporación de la vida nueva por la gracia, principio y germen de eternidad. La Iglesia en América Latina mira al hombre concreto, pequeño y frágil, pobre y oprimido, pero rico en posibilidades y esperanzas, y le entrega la totalidad vital del mensaje de salvación: le anuncia el evangelio del Reino, lo congrega en la unidad de la Eucaristía, lo hace partícipe de los frutos del Espíritu.

· -La Iglesia se manifiesta como sacramento de unidad y al servicio del pueblo de Dios: Ella expresa y realiza en el tiempo la comunión del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Lleva a los hombres a la unión íntima con Dios por la Palabra y el Sacramento. Asume las aspiraciones de los hombres a la unidad y los congrega en el único Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Para hacer esto una realidad más tangible se requiere de una profunda renovación de las estructuras eclesiales. En esta línea, Medellín propone asumir las comunidades cristianas de base como “el primero y fundamental núcleo eclesial”, que permita el trato personalizado y fraterno de sus miembros, y exhorta a una renovación de la pastoral que abarque las estructuras diocesanas, la parroquia y demás instancias eclesiales a partir de una visión de conjunto y de una planificación, que incida en la praxis y eficacia de la acción evangelizadora de la Iglesia.

Pero, también deja fuera temas que no obstante su importancia en el concilio, no parecieron relevantes para América Latina, tal es el caso del ateísmo, la secularización, la revaloración del diaconado y el ecumenismo. La Conferencia no se limitó simplemente a ajustar la iglesia de la región a las directrices emanadas del Concilio, sino que también intentó adecuar y enriquecer la recepción desde su propia historia y contexto; a manera de ejemplo tenemos las Comunidades de Base, el planteamiento de la salvación como liberación en la historia, la sacramentalidad de la iglesia desde la pobreza, y su compromiso total con los pobres y marginados.

De hecho estas opciones y otros temas como el de la dimensión política de la fe y la relación entre desarrollo y salvación serían por los que Medellín llegaría a ser reconocido y recordado en la posteridad y, a partir de las cuales nacería la teología de la liberación.

La Teología de la Liberación

La Teología de la Liberación es una corriente teológica en el seno de la Iglesia católica que nació en Latinoamerica tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia, 1968). Sus representantes más destacados son los sacerdotes Gustavo Gutiérrez Merino (peruano), quien en 1973 editaría el primer libro sobre el tema Historia, política y salvación de una teología de liberación, Leonardo Boff (brasileño), Camilo Torres Restrepo (colombiano) y Manuel Pérez Martínez (español).

Los antecedentes más importantes de esta Teología se encuentran en Brasil, donde a partir de 1957 comenzó en la Iglesia Católica un movimiento de Comunidades de Base que para 1964 ya era digno de ser considerado en el “Primer Plan Pastoral Nacional 1965-1970”. También en Brasil Paulo Freire, un maestro del nordeste, desarrolló un nuevo método para alfabetizar mediante un proceso de concienciación. Los movimientos de estudiantes y de trabajadores de Acción Católica se fueron comprometiendo, así como importantes intelectuales católicos. Algunos cristianos empezaron a utilizar conceptos marxistas para analizar la sociedad. Richard Shaull, un misionero presbiteriano, planteó la cuestión de si la revolución tendría un significado teológico. Él y algunos jóvenes protestantes empezaron a discutir esos temas con sacerdotes dominicos e intelectuales católicos.

Una inspiración para este movimiento latinoamericano fueron los sacerdotes obreros europeos. El cardenal Emmanuel Suhard, de París, había fundado la “Misión de Francia” permitiendo a algunos sacerdotes trabajar en las fábricas para acercarse al mundo obrero. Los curas obreros fueron acusados de comunistas y denunciados en Roma por actividades subversivas. En 1954 Pío XII pidió a todos los sacerdotes obreros que regresaran a su trabajo pastoral anterior en las diócesis o se incorporaran a sus comunidades religiosas. Los sacerdotes obreros fueron rehabilitados en 1965 después del Concilio.[

Otras de las ideas bases para el inicio de la Teología de la Liberación surgen a partir de la vida del sacerdote guerrillero colombiano Camilo Torres Restrepo (19291966), quien fue miembro del movimiento guerrillero Ejército de Liberación Nacional de Colombia, muerto como resultado de su primer combate contra el Ejército regular.

La Teología de la Liberación ha nacido en América Latina en un momento histórico determinado. Durante siglos América Latina no tuvo teología propia: importaba la teología que se fabricaba en Europa. Su teología era el reflejo de la europea. La dependencia de América Latina respecto al mundo rico, no sólo era económica y política, sino también eclesial y teológica.

Algunas de las ideas de la Teología de la Liberación son:

1. Opción preferencial por los pobres.

2. La salvación cristiana no puede darse sin la liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombre.

3. Eliminar la explotación, la falta de oportunidades e injusticias de este mundo.

4. La liberación como toma de conciencia ante la realidad socioeconómica latinoamericana.

5. La situación actual de la mayoría de los latinoamericanos contradice el designio histórico de Dios y la pobreza es un pecado social.

6. No solamente hay pecadores, hay víctimas del pecado que necesitan justicia, restauración. Todos somos pecadores, pero en concreto hay que distinguir entre víctima y victimario.

Sin embargo, es capital destacar la apreciación que hace Gustavo Gutiérrez: “al contrario que otros postulados teológicos o filosóficos, la Teología de la Liberación es un acto segundo, es decir, emana de una experiencia de compromiso y trabajo con y por los pobres, de horror ante la pobreza y la injusticia, y de apreciación de las posibilidades de las personas oprimidas como creadores de su propia historia y superadores del sufrimiento. No es, por tanto, un desarrollo intelectual que luego se quiera llevar a la realidad.”

La base teológica y conceptual

El quehacer teológico se concibe como “reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la palabra”.

Los derechos del pobre son derechos de Dios (Éxodo 22:21-23, Proverbios 14:31, 17:5) y él ha elegido a los pobres1 (Santiago 2:5) y por tanto es él quien ha hecho la opción preferencial por los pobres para salvar a todos. Jesucristo se identificó con los pobres (Mateo 5:3) y claramente dijo que quien se relaciona con el pobre con él mismo trata y a él mismo acepta o rechaza, a tal punto que ese relacionamiento será el criterio principal del Juicio Final (Mateo 25:31-46).

Los pobres son víctimas del pecado que se convierte en un pecado social como estructura de acciones y omisiones que mantienen la opresión, la injusticia y la explotación. Se trata de un pecado que va más allá de los pecados individuales y se transforma en una situación de pecado, un pecado colectivo que se convierte en pecado structural, de manera que la situación de injusticia y corrupción se mantiene mediante un pecado institucional y una violencia institucionalizada.En tal situación de pecado el Reino de Dios es rechazado y el sistema de pecado lucha contra las comunidades y personas que anuncian la buena noticia de la liberación del pecado, de cómo podemos salvarnos de “de esta generación perversa” (Hechos 2:40), estableciendo unas relaciones sociales nuevas de comunión, de plena solidaridad, de espiritualidad comunitaria que permitan que todos aporten para que cada cual pueda resolver sus necesidades (Hechos 2:42-47); unas relaciones de amor y fe, no solamente de palabra, sino en los hechos(1Juan 3:16-19, Santiago 2:14-17).

La relación del cristianismo y la pobreza, ha sido fundamental para la historia y la difusión de la religión en todos los tiempos. Apoyada a veces, criticada en otras ocasiones, la Teología de la Liberación se ha dedicado a difundir el evangelio cristiano con un peculiar estilo al igual en países en desarrollo que en aquellos menos favorecidos en lo económico, afirmando “la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción preferencial por los pobres, con miras a su liberación integral. Esta opción, exigida por la realidad escandalosa de los desequilibrios económicos en América Latina, debe llevar a establecer una convivencia humana digna y fraterna y a construir una sociedad justa y libre

Su filosofía es de condena a la situación de empobrecimiento que sostiene la pobreza y de apego al pobre. Surgió al mundo católico con la publicación del libro “Historia, Política y Salvación de Una Teología de la Liberación” del sacerdote diocesano, ahora dominico, peruano Gustavo Gutiérrez Merino, en 1973; esto después de que en 1968 en la Conferencia Episcopal del CELAM se había hecho énfasis en el compromiso de la Iglesia Católica con los pobres, el libro de Gutiérrez se interpretó así como la respuesta y el detonante. Ese mismo año, sacerdotes de villas populares ocuparon la Catedral de Santiago de Chile y extendieron un lienzo en su frontis con la leyenda “Junto con el pueblo y su lucha”, acogiendo los principios de la Teología de la Liberación.

Resulta difícil definir a la Teología de la Liberación pero puede partirse de la base que busca un análisis profundo del significado de la pobreza y de los procesos históricos de empobrecimiento y su relación con las clases sociales. Para llegar a ello, articula la teoría económica y social del marxismo y otras ideologías sociales con la visión espiritual profundamente trascendente del cristianismo.

Cristo, en tanto sitúa la resurrección en la historia, es percibido también como “liberador” de la condición de la pobreza material, de la explotación económica y la opresión política, en cuanto son consecuencias y expresiones sociales del pecado y la Salvación es integral, material y espiritual. El Reino de Dios comienza dentro de las nuevas relaciones humanas que desde ahora expresan la espiritualidad del amor al prójimo (Lucas 17:21) y se proyectan hacia la redención del pobre.

Respuesta del Vaticano a la Teología de la Liberación

El Papa Juan Pablo II solicitó de la Congregación para la Doctrina de la Fe dos estudios sobre la Teología de la Liberación, Libertatis Nuntius de 1984 y Libertatis Conscientia de 1986. En ellos se argumentaba básicamente que, a pesar del compromiso radical de la Iglesia con los pobres, la disposición de la Teología de la Liberación a aceptar postulados de origen marxista o de otras ideologías políticas no era compatible con la doctrina, especialmente en lo referente a que la redención sólo era posible alcanzarse con un compromiso político.

En ese momento el Prefecto de la Congregación era el entonces Cardenal Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI), crítico de la Teología de la Liberación. Señaló en dichos documentos lo que consideraba “errores de algunas formas de la Teología de la Liberación”, que según conclusiones de la Congregación bajo su dirección son:

1. Desde un punto de vista teológico, el análisis marxista no es una herramienta científica para el teólogo que debe, previo a la utilización de cualquier método de investigación de la realidad, llevar a cabo un examen crítico de naturaleza epistemológica más que social o económico.

2. El marxismo es, además, una concepción totalitaria del mundo, irreconciliable con la revelación cristiana, en el todo como en sus partes.

3. Esta concepción totalitaria impone su lógica y arrastra las “teologías de la liberación” a un concepto de la praxis que hace de toda verdad una verdad partidaria, es decir, relativa a un determinado momento dialéctico.

4. La violencia de la lucha de clases es también violencia al amor de los unos con los otros y a la unidad de todos en Cristo; es una concepción puramente estructuralista, para legitimar esa violencia.

5. Decir que Dios se hace historia, e historia profana, es caer en un inmanentismo historicista, que tiende injustificadamente a identificar el Reino de Dios y su devenir con el movimiento de la liberación meramente humana, lo que está en oposición con la fe de la Iglesia.

6. Esto entraña, además, que las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad reciban un nuevo contenido como “fidelidad a la historia”, “confianza en el futuro”, y “opción por los pobres” que en realidad les niega su sustancia teológica.

7. La politización de las afirmaciones de la fe y de los juicios teológicos lleva a la aceptación de que un hombre, en virtud de su pertenencia objetiva al mundo de los ricos, es, ante todo un enemigo de clase que hay que combatir.

8. Todo eso lleva a un clasismo intolerable dentro de la Iglesia y a una negación de su estructura sacramental y jerárquica, ‘hendiendo al Cuerpo Místico de Cristo en una vertiente “oficial” y otra “popular”, ambas contrapuestas.

9. La nueva hermenéutica de los teólogos de la liberación conduce a una relectura esencialmente política de las Escrituras y a una selectividad parcial y mendaz (mentirosa) en la selección de los textos sacros, desconociendo la radical novedad del Nuevo Testamento, que es liberación del pecado, la fuente de todos los males.

10. También entraña el rechazo de la Tradición como fuente de la fe y una distinción inadmisible entre el “Jesús de la Historia” y el “Jesús de la Fe”, a espaldas del magisterio eclesiástico».


El 28 de enero de 1979, Puebla de los Ángeles

III Conferencia Episcopado latinoamericano,

presidida por el Santo Padre Juan Pablo II.

Este gran hecho de Iglesia representó “un gran paso adelante” de la Iglesia que peregrina en América Latina.
En el Mensaje a América Latina, aprobado, como el Documento, de forma unánime, por los participantes, se lee:  “Sus palabras luminosas trazaron líneas limpias y profundas para nuestras reflexiones y deliberaciones, en espíriu de comunión ecclesial”.

“Este documento, fruto de asidua oración, de reflexión profunda y de intenso celo apostólico, ofrece un denso conjunto de orientaciones pastorales y doctrinales sobre cuestiones de suma importancia. Ha de servir, con sus válidos criterios, de luz y estímulo permanente para la evangelización en el presente y en el futuro de América Latina “


Preparación

Convocación de una Conferencia general del Episcopado latinoamericano, a los 10 años de la II Conferencia general de Medellín. El Sínodo sobre la evangelización del año 1974, con su correspondiente exhortación apostólica de Pablo VI, Evangelii nuntiandi, orientó que fuera la evangelización el tema central:
“La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina”. El Santo Padre Juan Pablo II se refirió expresamente a esto en el discurso inaugural de Puebla:  ” Esta III Conferencia deberá, tomar como punto de partida las conclusiones de Medellín, con todo lo que tienen de positivo, pero sin ignorar las incorrectas interpretaciones a veces hechas y que exigen sereno discernimiento, oportuna crítica y claras tomas de posición”

Puntos centrales:

1.- la verdad sobre Cristo, sobre la Iglesia y sobre el hombre. Esto ponía de relieve lo central de una opción de fe radical y comprometida, en proyección evangelizadora, que debía ser fundamental. # 78 de la Evangelii nuntiandi: ” La verdad acerca de Dios, la verdad acerca del hombre  y de su misterioso destino”, completado con la verdad sobre la Iglesia.

2.- la orientación: Conferencia de pastores, no de políticos, de personas entregadas al cuidado pastoral de la comunidad. Esto permitió que el estudio de la realidad, con fenómenos preocupantes, se hiciera a la luz de la fe, con la explícita e inequívoca entrega al Señor y a su Iglesia, la Iglesia de Cristo. De esta manera se recordaba la más estrecha unidad entre un enfoque cristológico y eclesiológico, en la base de la concepción del hombre, con una genuina antropología cristiana, lo que arrojaba luz sobre graves ambigüedades y errores presentes.

3.- Conferencia cuya responsabilidad competía a los obispos, convenientemente asesorados, pero no suplantados. Su misión y acción debía ser regida por el Evangelio y no sustituida por una “praxis” ideológica y política. Debía estar bien presente el criterio de no distorsionar la verdad de Cristo, para entender la Iglesia como pueblo de Dios, en relación con el reino de Dios.

4.- Denuncia sin rodeos las “relecturas del Evangelio (…). Ellas causan confusión al apartarse de los criterios centrales de la fe de la Iglesia”. “En algunos casos se silencia la divinidad de Cristo o se incurre en formas de interpretación reñidas con la fe de la Iglesia. Cristo se presenta solamente como un profeta“. “En otros casos se pretende presentar a Jesús como comprometido políticamente, como un luchador contra la dominación romana o contra los poderes, e incluso implicado en la lucha de clases. Esta concepción de Cristo como político, revolucionario, como el subversivo de Nazaret, no se compadece con la catequesis de la Iglesia” (cf. I, 4).

5.- En cuanto a la verdad sobre la misión de la Iglesia, denuncia la interpretación secularista sobre el Reino, que llegaría por el cambio estructural socio-político y la suplantación de la Iglesia “institucional” u “oficial” por la “Iglesia popular que nace del pueblo y se concreta en los pobres”. “Ella (la Iglesia) no necesita, pues, recurrir a sistemas e ideologías para amar, defender y colaborar en la liberación del hombre” (III, 2). “No a través de la violencia, de los juegos de poder, de los sistemas políticos, sino por medio de la verdad sobre el hombre” (III, 3) se debe buscar el remedio a los sufrimientos.
Se refiere a las múltiples y variadas formas de violaciones humanas:  “El derecho a nacer, el derecho a la vida, a la procreación responsable, al trabajo, a la paz, a la libertad y a la justicia social” (III, 5). Ofrece un amplio y preocupante panorama, que lo lleva a clamar por el respeto del hombre, por el camino del Evangelio, es una liberación auténtica.

6.- La renovada confianza en la doctrina social de la Iglesia: “Confiar -expresó el Papa- responsablemente en esta doctrina social, aunque algunos traten de sembrar dudas y desconfianzas sobre ella, estudiarla con seriedad, procurar aplicarla, enseñarla, ser fiel a ella, es, en un hijo de la Iglesia, garantía de la autenticidad de su compromiso en las delicadas y exigentes tareas sociales y de sus esfuerzos en favor de la liberación o de la promoción de sus hermanos” (III, 7).

7.- Algunas tareas prioritarias, y concretamente:  la familia y la juventud: “el futuro depende en gran parte de la iglesia doméstica”. Puso de relieve la urgencia de la pastoral familiar, para robustecer el sentido de la familia, y los serios retos que se afrontan contra la integridad familiar:  el divorcio, el aborto, el “número alarmante de niños (…) que nacen en hogares sin ninguna estabilidad”, y el flagelo de la pobreza, e incluso de la miseria, que constituyen condiciones inhumanas.

MENSAJE A LOS PUEBLOS DE AMÉRICA LATINA

  • LA VISIÓN PASTORAL DE LA REALIDAD LATINOAMERICANA. ALLÍ SE INCLUYE LA REALIDAD SOCIO-CULTURAL, VISIÓN DE LA HISTORIA, DE LA REALIDAD ECLESIAL Y DE LAS TENDENCIAS ACTUALES DE LA EVANGELIZACIÓN DE CARA AL FUTURO.
  • SE CENTRA EN LO QUE SE HA LLAMADO LOS DESIGNIOS DE DIOS SOBRE LA REALIDAD DE AMÉRICA LATINA: EN QUÉ CONSISTE LA EVANGELIZACIÓN Y CUÁLES SON SUS ASPECTOS PRINCIPALES. ESTE CONTIENE EL CONTENIDO DE LA EVANGELIZACIÓN Y QUÉ ES EVANGELIZAR.
  • SITÚA LA EVANGELIZACIÓN EN LA IGLESIA DE AMÉRICA LATINA, DESTACANDO DE MANERA ESPECIAL LA COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN. AQUÍ SE PROFUNDIZA ACERCA DE LOS AGENTES, LOS MEDIOS Y EL DIÁLOGO PARA UNA COMUNICACIÓN Y PARTICIPACIÓN.
  • PROPONE LAS OPCIONES Y ACCIONES PASTORALES PRIORITARIOS DE LA IGLESIA EN LA EVANGELIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA: LA OPCIÓN POR LOS POBRES Y LOS JÓVENES.

Puebla es una valiosa síntesis de la enseñanza de la Iglesia desde nuestra realidad latinoamericana.

1.- Puebla profundiza de manera amplia y dinámica aspecto fundamentales para la marcha de de la Iglesia en América Latina a finales del siglo XX.

2.- Puebla no pierde el carácter profético de Medellín o cual está claramente inserto dentro del horizonte de la evangelización liberando un estéril “denuncismo”., en el que cayeron algunas aplicaciones erróneas de Medellín.

3.- Tiene además un anclaje histórico fundamental y una proyección hacia la evangelización de la cultura de los que carecía Medellín. Esto lleva a plantear la identidad latinoamericana y el sustrato católico de su cultura.

4.- El acento principal del documento de Puebla se descubre sintéticamente en el binomio comunicación y participación. Este el es tema conductor de todo el documento. Los obispos sitúan su aproximación al compromiso evangelizador en clave de comunión y participación: en la relación del hombre con el mundo con Dios y con Su Iglesia.

5.- Una renovada Evangelización de América Latina Puebla llama a todos los hijos de la iglesia a ser evangelizados permanentemente haciendo hincapié en el particular momento que vive el pueblo de Dios en América Latina

Puebla ofrece una liberación

hecha de Reconciliación

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El Concilio se abrió a una visión decididamente positiva, y ha manifestado su intención fundamental al afirmar la plena pertenencia de los fieles laicos a la Iglesia y a su misterio, y el carácter peculiar de su vocación, que tiene en modo especial la finalidad de “buscar el Reino de Dios tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios”.

I.-

En el siglo XIX los fieles laicos eran habitualmente considerados en la práctica como cristianos de segunda categoría, menos perfectos que los sacerdotes y religiosos. La espiritualidad cristiana no tomaba suficientemente en cuenta la importancia de las actividades mundanas (familia, trabajo, estudio, etc.) como medios de santificación.

Teologos y Pastoralistas de finales del siglo XIX, con la mirada puesta en la Iglesia primitiva, se apartó de esta mística elitista; comprendieron bien que también los seglares estaban llamados a la santidad y que su función en la Iglesia era de extrema importancia. Por ello dedicaron gran parte de su trabajo apostólico para la promoción del laicado, sobre todo a través de una mejora de su formación. Su acción mostro que el apostolado de los laicos no se restringía al campo de las relaciones interpersonales, sino que abarca también el ancho campo de las relaciones profesionales, politicas y sociales de su comunidad civil.

Preocupación de Juan XXIII fue potenciar el papel de los seglares en la vida de la Iglesia, de ahí que haya observadores seglares en el concilio.

Antes de tratar el tema de la Constitución jerárquica/dogmática asi como la proyección pastoral de la iglesia se coloco un capítulo sobre el “pueblo de Dios” en el que se fijó el papel de los laicos como parte integrante de ese pueblo:

* Constitución Dogmática Lumen Gentium afirma que su vocación consiste en “iluminar y organizar todos los asuntos temporales a los que están estrechamente vinculados, de tal manera que se realicen continuamente según el espíritu de Jesucristo y se desarrollen y sean para la gloria del Creador y del Redentor” (n. 31).

…”a los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el Reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios”.

* La Constitución Pastoral Gaudium et spes, lo dice claramente: “Los laicos, que desempeñan una parte activa en toda la vida de la Iglesia, no solamente están obligados a penetrar el mundo con un espíritu Cristiano, sino que también son llamados a ser testigos de Cristo en todas las cosas en medio de la sociedad humana” (#43).

…  A los laicos, por su propia vocación, les pertenece buscar el reino de Dios tratando las realidades temporales y ordenándolas según el plan de Dios. Viven en el mundo, es decir, en todos y en todas las profesiones y ocupaciones seculares. Ellos viven en las circunstancias ordinarias de la vida familiar y social, de la cual se teje la red de su existencia. Ahí están llamados por Dios para que, al ejercer su propia función y siendo guiados por el espíritu del Evangelio, puedan trabajar por la santificación del mundo desde lo más profundo como levadura (# 31).

Ha pasado el tiempo en que los laicos no tenían otra función que esperar la ordenes del clero y cumplirlas de modo mecánico. El Decreto “sobre el apostolado de los seglares” afirma que estos tienen mas ocasiones de realizar una tarea apostólica, con el testimonio de su vida. Además la instauración cristiana de orden temporal exige inexcusablemente la tarea de los laicos:

*Decreto conciliar Apostolicam Actuositatem indica que los laicos “ejercen el apostolado con su trabajo para la evangelización y santificación de los hombres, y para la función y el desempeño de los negocios temporales, llevado a cabo con espíritu evangélico de forma que su laboriosidad en este aspecto sea un claro testimonio de Cristo y sirva para la salvación de los hombres” n. 2).

En este Decreto se pone de relieve lo que va a constituir una de las notas más originales del Concilio Vaticano II, la proyección de la Iglesia sobre el orden temporal:

“Todo lo que constituye el orden temporal a saber: los bienes de la vida y de la familia, la cultura, la economía, las tareas y profesiones, las instituciones de la comunidad política, las relaciones internacionales y otras cosas semejantes y su evolución y progreso, no solamente son subsidios para el última fin del hombre, sino que tienen un calor propio que Dios les ha dado, considerados en si mismos o como partes del orden temporal: “y Dios vio todo lo que había hecho y era bueno” (Génesis, 1, 31). Esta bondad natural de las cosas recibe una cierta dignidad especial de su relación con la persona humana, para cuyo servicio fueron creadas.”

Cuando se trata de promover y alentar la participación de los fieles laicos en la vida y misión de la Iglesla, una actitud realista sabe bien que hablar del « laicado » significa referirse a personas muy diferentes, en una gran diversidad de condiciones y contextos de vida, con disímiles niveles de formación cristiana y en una pluralidad de modalidades de compromiso. Sabe también que el laicado no puede ser comprendido sino a la luz de una eclesiología de comunión y de misión en relación a las concretas condiciones de vida en el mundo. No es una casualidad, pues, la estrecha vinculación existente entre el decreto Apostolicam actuositatem y las constituciones conciliares Lumen Gentium sobre la Iglesia y Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo contemporaneo.

Esta enseñanza ha sido desarrollada por el Magisterio pontificio posterior, especialmente en la exhortación apostólica Christifideles Laici del Papa Juan Pablo II. En el siglo XX, sobre todo después del Concilio, surgieron por obra del Espíritu Santo numerosos movimientos y asociaciones eclesiales con un fuerte componente laical. Ellos fueron considerados por el Papa Juan Pablo II como uno de los signos más esperanzadores en la actual situación de la Iglesia.

Muchos documentos post-conciliares y enseñanzas de la Iglesia reiteran el mismo énfasis. Nuestra vocación como laicos es transformar la sociedad. En su reciente encíclica Caritas Veritate, el Papa Benedicto deja entrever una visión de un mundo justo, de una sociedad que se ocupa de los pobres, que trabaja por la justicia, que desarrolla al pueblo que está oprimido y débil.

La bendición del Vaticano II en términos de animar al laicado es una espada de dos filos. Por un lado, esto ha abierto muchas posibilidades a hombres y mujeres laicos para comprometerse en los ministerios formales de la Iglesia. Podemos ser lectores, ministros de la Eucaristía, catequistas, etc. Podemos permitirnos estudios formales en teología; hasta podemos ser administradores parroquiales, responsables por la vida y el bienestar de comunidades católicas completas.

Sin embargo, esta abundancia de oportunidades – y sin duda, las grandes necesidades de nuestras parroquias de hoy de tener ministros laicos para ayudar con las responsabilidades pastorales – ha causado una desviación a nuestro entendimiento del apostolado laico.

Sin embargo, sería un error confundir las varias formas de ministerio parroquial (eclesial) con el campo de misión del laicado. El campo primordial de misión de los laicos está dentro de la familia y la sociedad, no solo dentro de la Iglesia misma. Qué pasaría si en realidad nos tomaríamos a pecho la noción de que en dondequiera que estemos – en nuestras vidas diarias – ¡nosotros somos la Iglesia!

El Concilio de Vaticano II nos dio una visión del papel del laicado en la Iglesia, pero no nos dio el “cómo hacerlo”. Por eso y para eso surge

El Consejo Pontificio para los Laicos

es un dicasterio(*) de la Curia romana, que coadyuva al Sumo Pontífice en el ejercicio de su supremo oficio pastoral para bien y servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares en lo que atañe a la promoción y a la coordinación del apostolado de los laicos y, en general, a la vida cristiana de los laicos en cuanto tales.

(*)Etim.: Del griego: Tribunal. Antiguamente se llamaba dicasterio a todo tribunal de la Curia Romana del que no formaba parte un cardenal. En la actualidad, Dicasterio es el nombre genérico para las agencias del gobierno de la Iglesia que componen la Curia Romana. Entre los dicasterios están: la Secretaría de Estado, las Congregaciones, los tribunales, consejos, oficios, comisiones y comités. A cada dicasterio el Papa delega una función en servicio del gobierno de la Iglesia.

El Consejo es, pues, uno de los instrumentos que, asisten al Pastor universal de la Iglesia en el ámbito de las competencias por él mismo asignadas a cada uno de ellos, de modo que la misión confiada por Cristo a Pedro y a sus sucesores sea cumplida lo más eficazmente posible.

El Consejo Pontificio para los Laicos tiene su origen en una propuesta formulada en el número 26 del decreto conciliar Apostolicam Actuositatem, sobre el apostolado de los laicos. Su nacimiento oficial fue establecido por Pablo VI el 6 de enero de 1967 con el Motu proprio Catholicam Christi Ecclesiam.

Años después, Juan Pablo II señalaba una vez más al Consejo Pontificio para los Laicos: « Una tarea inmensa que nos ha legado el gran acontecimiento conciliar: la de hacer que un número siempre creciente de cristianos se comprometan a vivir consciente y coherentemente su sacerdocio de bautizados, como piedras del edificio de Cristo, ciudadanos y protagonistas de un pueblo peregrino ».(20)

¿Qué sería un pueblo sin habitantes, un ejército sin soldados o un rebaño sin ovejas? Pues eso sería una parroquia, una diócesis y toda la Iglesia si hubiera sólo sacerdotes y obispos. Sin seglares no hay Iglesia. Sólo con ellos, tampoco. Jesucristo ha querido que haya pastores y fieles, jerarquía y laicado. Gracias a Dios, se va abriendo paso una concepción de Iglesia en la que, además de los pastores, hay también cristianos de a pie que tienen la misma dignidad, los mismos medios y el mismo destino.

Desafortunadamente, esta rica concepción conciliar del laicado no acaba de entrar en la vida de cada día. Por ejemplo, muchos seglares siguen pensando que los obispos y presbíteros se encuentran en la situación óptima para ser santos de verdad, mientras que ellos deben contentarse con una vida cristiana de segunda división. A la inversa, no faltan miembros de la jerarquía que piensan que los seglares no tienen suficiente con su bautismo para anunciar el evangelio, participar en la liturgia y responsabilizarse en la actividad apostólica, ni siquiera en su trabajo profesional. Incluso se piensa, a veces, por parte de unos y otros, que el mejor apostolado de los seglares es el de colaborar en las tareas eclesiásticas y jerárquicas.

II.-

El 8 de diciembre de 1975, a los 10 años de la conclusión del concilio Vaticano II, y como fruto de la III asamblea general del sínodo de los obispos (1974), Pablo VI publicaba la exhortación apostólica postsinodal “Evangelii nuntiandi”, centrada en el tema de la evangelización.

La introducción (nn. 1-5) de este documento recoge el tema del sínodo en la formulación de tres preguntas fundamentales: ¿cuál es la eficacia actual de la energía que está presente en la Buena nueva? ¿hasta dónde y cómo está transformando al hombre de hoy? ¿qué métodos usar para que su poder sea más eficaz? (n. 4)

Las tres preguntas se resumen en esta: “la Iglesia, ¿es más o menos apta para anunciar el Evangelio y para inserirlo en el corazón del hombre con convicción, libertad de espíritu y eficacia?” (n. 4).

Es decir, se trata de reconocer la eficacia salvífica del Evangelio, y analizar si realmente está llegando hoy día al mundo y al hombre que sigue necesitado de salvación.

1. Del Cristo evangelizador a la Iglesia evangelizada

El capítulo primero explica cómo toda la evangelización arranca desde Cristo, que ha venido a anunciar la buena noticia, es decir, el Reino de Dios (n. 8) y la liberación del pecado (n. 9).

La misión esencial de la Iglesia, que nace de la evangelización de Jesús, es llevar el Evangelio a todos los hombres, lo cual es posible cuando Ella se evangeliza a sí misma como depositaria y contenido del Evangelio que quiere comunicar. Así, “enviada y evangelizada, la Iglesia misma envía a los evangelizadores” (n. 15).

Este capítulo nos pone, pues, en un marco cristocéntrico y salvífico, lo cual permite comprender la misión de la Iglesia y su sentido. Apartarse de esta misión significa perder la propia esencia.

2. ¿Qué es evangelizar? . La evangelización consiste en transformar a la humanidad, y esta transformación sólo en posible mediante la transformación de cada hombre a través de la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio.

Para ello es importante el testimonio (los hombres de hoy escuchan más a los testigos que a los maestros y, si escuchan a los maestros, es en tanto en cuanto que son testigos, como se dirá más adelante en el n. 41).

Pero no basta el testimonio: hay que anunciar el Evangelio, pues el anuncia es un aspecto del mismo mensaje evangélico, y quien lo acoge se convierte automáticamente en transmisor: “es imposible que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da testimonio y anuncia” (n. 24).

3. Contenido de la evangelización: Pablo VI inicia el capítulo tercero con una síntesis: la evangelización consiste en anunciar el Amor del Padre revelado por Cristo en el Espíritu.

Una categoría moderna para comprender buena parte de este amor es la de la liberación, que expresa bastante bien el tema fundamental de la salvación en Cristo. Es un tema que el Papa afronta ampliamente, sobre todo para evitar algunas interpretaciones de la liberación que vacían al Evangelio de su contenido profundamente religioso.

4. Medios de la evangelización: Basados en el testimonio, que no puede faltar en la evangelización (n. 41), hay que dar su lugar a la Palabra, de manera especial en el mundo de hoy, que da tanta importancia a la imagen (n. 42).

Pablo VI ofrece aquí un análisis de los “púlpitos del siglo XX”, los nuevos medios de comunicación social (n. 46), sin que por ello se deje de lado la evangelización realizada “de persona a persona”, en el contacto privado, que tanto ayuda a promover la convicción en los corazones (n. 46).

5. Destinatarios de la evangelización: La evangelización abarca un sinfín de ámbitos y de personas, pues el mandato de Cristo ha de ser mantenido siempre y en todo lugar: “¡A todo el mundo! ¡A toda criatura! ¡Hasta los confines de la tierra!” (n. 50).

Hay que iniciar con los no creyentes, a los que estamos llamados a acercar a la fe por medio de una pre-evangelización, apoyada no sólo con la predicación explícita, sino también con el arte, los intentos científicos, la filosofía y los recursos legítimos que pueden ser ofrecidos al corazón del hombre (n. 51).

Asimismo, el anuncio debe llegar a aquellos que profesan credos religiosos ajenos a Cristo y que contienen ya algunas semillas del Verbo, pero sin haber alcanzado la plenitud de la verdad que posee la Iglesia católica.

Urge afrontar de modo especial el problema del secularismo ateo, que vacía al hombre de los necesarios preámbulos para la fe en Cristo.

La solicitud de la Iglesia debe llegar a los mismos bautizados no practicantes, que debilitan en ellos la fuerza de la nueva vida en Cristo.

El capítulo quinto concluye con una valoración positiva de las comunidades eclesiales de base, a las que Pablo VI contrapone las otras comunidades de base, que no son eclesiales por atacar y separarse de la vida de la Iglesia (n. 58).

6. Agentes de la evangelización: Este capítulo es introducido con una importante premisa: la evangelización es siempre un acto eclesial, y no individual. Por lo tanto, todo evangelizador actúa según el poder que recibe de la Iglesia, la única evangelizadora (n. 60).

Desde esta premisa, Pablo VI hace un profundo estudio sobre las relaciones entre la Iglesia universal y las iglesias particulares (nn. 62-64) que le lleva a concluir que toda la Iglesia debe evangelizar, pero hay diferentes tareas evangelizadoras (n. 66).

De un modo sencillo el capítulo habla de los distintos evangelizadores: el Papa (cuya potestad plena, suprema y universal consiste, sobre todo, en predicar y hacer predicar el Evangelio, n. 67), los obispos y sacerdotes, los religiosos, los seglares, la familia (la iglesia doméstica) y los jóvenes.

El capítulo concluye con una valoración de aquellos ministerios laicales que no están ligados al sacramento del orden sagrado (n. 73).

7. Espíritu de la evangelización: Toda la labor evangelizadora de la Iglesia, todo el esfuerzo que se ponga en las técnicas y en la preparación de los anunciadores, serán infecundos si no están vitalizados por el Espíritu Santo, el agente principal de la evangelización. Es oportuno recordar que la misma idea aparece en la encíclica “Redemptoris missio” (del año 1990) de Juan Pablo II, en los nn. 21-30.

Desde esta premisa, Pablo VI recuerda una serie de cualidades que no pueden faltar en la evangelización:

-La autenticidad del evangelizador, algo que se exige mucho en el mundo de hoy, especialmente entre los jóvenes (n. 76).

-La unidad de los cristianos, para evitar el escándalo de la división (n. 77).

-La valoración de la verdad, en la que juegan un papel importante todos los anunciadores (incluidos los padres y los maestros, n. 78).

-El amor hacia la persona a la que se transmite el Evangelio (n. 79).

Desde luego, no faltan dificultades, la principal de las cuales es la falta de fervor, que se manifiesta en la fatiga y la desilusión, el acomodamiento al ambiente y el desinterés, en la falta de alegría y de esperanza (n. 80). Asimismo, se dan dificultades doctrinales, en buena parte refutadas de nuevo por Juan Pablo II en la encíclica “Redemptoris missio” (ya antes recordada) y en la “Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización” (3 de diciembre de 2007), preparada por la Congregación para la Doctrina de la fe y aprobada por el Papa Benedicto XVI.

III.-

¿Qué sucede con el movimiento laico en America Latina?

No cabe duda que América Latina sigue siendo, oficialmente, un continente de bautizados en la Iglesia Católica. Sin embargo, como lo ha expresado un sacerdote hace poco, hay “muchos bautizados pero pocos cristianos”. Este quiere decir que, para la gran masa de bautizados católicamente no hay una conciencia que han sido, por este acto sacramental, hecho uno con Cristo mismo, parte de su Iglesia y portadores de la misión de la Iglesia que es la continuación de la de Cristo mismo.

El de “ser católico” se ha limitado, muchas veces, y en el mejor de los casos, a escuchar misa los domingos y cumplir con unas devociones personales; no hay mucha conciencia del aspecto comunitario de nuestra fe o lo que significa pertenecer a la Iglesia. Hace falta una formación continuada y profunda en las enseñanzas de la Iglesia que lleva a una indiferencia religiosa y una ignorancia del significado propio de lo que significa ser cristiano. Miembros del Cuerpo Místico de la  Iglesia.

Los campos de Apostolado Seglar son múltiples. Al respecto, los obispos Latino Americanos ofrecen una apreciación muy amplia al decir: “Por tratarse de un Continente de bautizados, conviene colmar la notable ausencia, en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas. Los movimientos eclesiales tienen aquí un amplio campo para recordar a los laicos su responsabilidad y su misión de llevar la luz del Evangelio a la vida pública, cultural, económica y política.”

También los Obispos enunciaron los criterios fundamentales para la evangelización en nuestros tiempos: ”En estos momentos en los que la Iglesia de este continente se entrega plenamente a su vocación misionera, recuerdo a los laicos que ellos también son Iglesia, asamblea convocada por Cristo para llevar su testimonio a todo el mundo. Todos los hombres y las mujeres bautizados tienen que tomar conciencia de que han sido configurados con Cristo sacerdote, profeta y pastor, por medio del sacerdocio común del pueblo de Dios. Tienen que sentirse corresponsables en la edificación de la sociedad según los criterios del Evangelio, con entusiasmo y audacia, en comunión con sus pastores”.

Con todo esto en mente ellos, en su documento final podían decir: “Son los laicos de nuestro continente, conscientes de su llamada a la santidad en virtud de su vocación bautismal, los que tienen que actuar a manera de fermento en la masa para construir una ciudad temporal que esté de acuerdo con el proyecto de Dios. La coherencia entre fe y vida en el ámbito político, económico y social exige la formación de la conciencia, que se traduce en un conocimiento de la Doctrina social de la Iglesia. Para una adecuada formación en la misma, será de mucha utilidad el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. La V Conferencia se compromete a llevar a cabo una catequesis social incisiva, porque “la vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas.”

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La actuación eficaz de los laicos exige una profunda y seria preparación en orden a favorecer la maduración apostólica, el ejercicio de la libertad cristiana y el florecimiento de los carismas.

El laico necesita, igualmente, de vida interior y espíritu de responsabilidad. Esto supone, pues, una formación espiritual adecuada, y tanto más, cuando el ambiente cultural frecuentemente se orienta en sentido contrario a los valores cristianos.


El Concilio Vaticano II dio lugar a un total de 4 constituciones (2 de ellas dogmáticas y 1 pastoral), 9 decretos conciliares y 3 declaraciones conciliares, a los que se pueden sumar la Constitución apostólica Humanae salutis por la cual Juan XXIII convocó el concilio, el mensaje Ad omnes de los Padres del concilio a todos los hombres, los mensajes del concilio a la humanidad, y otros breves.

El más largo fue la Constitución Pastorial: Gaudium Et Spes. Gaudium et spes es la única constitución pastoral del Concilio Vaticano II. Fue aprobada por los padres conciliares el 7 de diciembre de 1965 y solemnemente promulgada por el papa Pablo VI ese mismo día.

La Constitución Apostólica Gaudium et Spes es tal vez el máximo logro del Concilio Ecuménico. Su nombre proviene de las primeras palabras de ésta en latín, que en castellano significa Los gozos y las esperanzas. Trata acerca de la Iglesia en el mundo actual, y es la manifestación más clara del aggiornamento pretendido por Juan XXIII.

Se encuentra dividida en cuatro partes. La primera es un prefacio y la segunda una introducción acerca de la situación del hombre en el mundo moderno. La tercera se llama “De la Iglesia y la vocación del hombre”, hablando de la visión de la Iglesia acerca de la dignidad del ser humano, la vida en sociedad, la actividad del hombre en el mundo y acerca del rol de la iglesia en el mundo actual. La cuarta parte tiene como finalidad explicar la misión en la actualidad de la Iglesia y se explaya en ciertos temas particulares como el desarrollo económico y social, la naturaleza del matrimonio en la vida moderna, la política, la expansión de la cultura y sobre la paz y la promoción de la comunidad de naciones.

En esta Constitución la Iglesia ha querido hoy considerar al mundo en todas sus expresiones: cósmicas, humanas, históricas.

Text Box: El contexto en el que es publicado este documento es un ambiente de postguerras, aún muy violento y con problemas sociales, políticos y económicos.

Asimismo, considera que “el ateísmo debe de ser considerado como uno de los más serios problemas de nuestros tiempos.” “Hay que llevar un remedio al ateísmo, pero no se logrará sino con la doctrina de la Iglesia convenientemente expuesta y por la integridad de su propia vida y de todos los creyentes. Ciertamente que tiene la Iglesia la misión de hacer presente, visible en cierto modo, a Dios Padre y a su Hijo encarnado, por su incesante renovación y purificación, guiada por el Espíritu Santo. Y esto se obtiene, en primer lugar, con el testimonio de una fe viva y plena, educada precisamente para conocer con claridad las dificultades y superarlas. Un sublime testimonio de esta fe dieron y dan muchísimos mártires. Fe, que debe manifestar su fecundidad penetrando en toda la vida, aún en la profana, de los creyentes, moviéndolos a la justicia y al amor, especialmente hacia los necesitados……..”

Reconoce que, a pesar de los medios modernos, “el dialogo genuino y fraternal no ha avanzado tanto a este nivel como en el más hondo nivel de las relaciones personales, ” donde los individuos comparten juntos en espíritu.

El tema del matrimonio y la familia Cristiana lo cubre mas extensamente que todos los anteriores concilios.

Toma una fuerte posición a favor de la paz.

Los ejecutores de este reclamo somos los laicos. La Constitución Pastoral Gaudium et Spes, en su número 43 afirma: “a la conciencia bien formada del laico corresponde lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena. De los sacerdotes, los laicos pueden esperar orientación e impulso espiritual. Pero no piensen que sus pastores están siempre en condiciones de poderles dar inmediatamente solución concreta en todas las cuestiones, aun graves, que surjan. No es ésta su misión”.

El Codigo de Derecho Canónico en el # 225 § 2, afirma “deber peculiar (de los fieles laicos) de impregnar y perfeccionar el orden temporal con el espíritu evangélico, y dar así testimonio de Cristo, especialmente en la realización de esas mismas cosas temporales y en el ejercicio de las tareas seculares”.

El laico llega a los diversos niveles de la vida. El laico debe hacerse presente:

a. en la vida social, política y económica, nacional e internacional; también cuando se trata de “opciones” o campos opinables, para colaborar en la construcción de la justicia y de la paz (GS 40-43, 63, 82; EN 70; SRS 41);

b. en la familia, como protagonista y formando parte responsable de la vida del hogar y de la educación de los hijos (LG 11, 31, 35; AA 11; GS 47-52; EN 70-71; FC 49-64, 86);

c. en el mundo del trabajo con todas sus implicaciones de derechos fundamentales, asociaciones y reivindicaciones, etc. (GS 33-39, 67-72; LG 24-27; AA 13; EN 70);

d. en el campo de la juventud, educación y cultura, con plena responsabilidad y como protagonista del Evangelio (GS 53-62; EN 19-20, 72).

e. en los medios de comunicación social con plena responsabilidad y con disponibilidad generosa (EN 45);

f. En la migraciones o “movilidad humana” según las propias posibilidades (AA 10, 14).

De ahi que la tarea fundamental de laico es su formacion spiritual, basada en la oración personal y comunitaria, en la lectura de la Biblia y en la vida sacramental, capaz de sostener a los laicos en su acción en el mundo. Una formación espiritual que abarque a la familia, la educación, el trabajo, la ciencia, la cultura, la política y los compromisos sociales y civiles. Ahí es donde hace falta la presencia de los laicos para testimoniar el Evangelio y transformar la sociedad.

La espiritualidad de los laicos es, ante todo, caminar por las calles de la vida junto a Cristo, con la fuerza del Espíritu Santo, al encuentro del Padre, construyendo su reino. Los laicos de hoy han de ser como aquellos de Emaús: personas en camino, desalentadas, sí, pero que han encontrado a un desconocido que les acompaña y hace arder su corazón mientras les habla de las Escrituras.

El laico es el cristiano llamado a ser santo y apóstol en las estructuras humanas a modo de fermento, es decir, “en el corazón del mundo” (EN 70). “A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el Reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios… Viven en el mundo… Allí están llamados por Dios, para que, desempeñando su propia profesión, guiados por el espíritu evangélico, contribuyen a la santificación del mundo desde dentro, a modo de fermento” (LG 31).

Con estos matices de espiritualidad y de apostolado, el laico camina por el sendero de la fe, la esperanza y la caridad, para ser transparencia del Evangelio en medio del mundo. Son tres sus características básicas:

1. Secularidad. El laico debe insertarse en el mundo, es decir, en los asuntos temporales.

2. Fermento evangélico: De ellos se espera que impregnen de Evangelio el mundo, actuando desde dentro de las mismas realidades temporales.

3. Siendo miembro peculiar del Pueblo de Dios: siempre en la “comunión y misión” de la Iglesia, participando responsablemente de su misma naturaleza en todos sus niveles proféticos, sacerdotales y reales.

La disponibilidad misionera de los laicos y su capacidad de inserción evangélica en las cosas temporales dependerá esencialmente de su encuentro con Cristo y de su sintonía de comunión y misión de la Iglesia. “Cada laico debe ser ante el mundo un testigo de la resurrección y de la vida del Señor Jesús y una señal del Dios vivo” (LG 38)

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“ Con el nombre de laico se designan aquí todos los fieles cristianos a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia. Es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que le corresponde”(Lumen Gentium 31).

¿Que es un Concilio?

“Concilio es la asamblea de obispos convocada para debatir asuntos importantes referentes a la doctrina y disciplina de toda la Iglesia o de parte de ella. En el primer caso, el Concilio será universal o ecuménico (del griego “oicomenicós” que significa universal). Para que tenga valor de tal, tiene que ser convocado por el Papa, presidido por él o sus delegados, y aceptado en todas y cada una de sus decisiones por el mismo. En cuanto al número de participantes, es obvio que tienen que ser la mayoría, con verdadera representatividad de todo el mundo cristiano. En el segundo caso, el concilio es particular, que podrá ser de una nación, un grupo de naciones, una deerminada región o provincia eclesiástica.” Cuando un concilio no es convocado en forma legítima, se habla de “conciliábulo”.

Los concilios ecuménicos han sido hasta ahora los siguientes:

1. Nicea I (año 325) 2.-Constantinopla I (año 381)

3. Éfeso (año 431) 4. Calcedonia (año 451)

5.- Constantinopla II (año 553)

6.- Constantinopla III (año 680-81)

7. Nicea II (año 787)

8. Constantinopla IV (años 869-70)

9. Letrán11. I (año 1123) 10. Letrán II (año 1130)

11. Letrán III (año 1179) 12. Letrán IV (año 1215)

13. Lyon I (año 1245) 14. Lyon II (año 1274)

15. Vienne(año1311-12)

16. Constanza (año1414-18)

17. Florencia (años 1438-42)

18. Letrán V (años 1512-17)

19.Trento (años 1545-63)

20. Vaticano I (años 1869-70)

21. Vaticano II (años 1962-65)

Ejemplos:

1.- El primer Concilio ecuménico se celebró en el año 325 en Nicea (actualmente Iznik), ciudad de Asia Menor, en el territorio de la actual Turquía, y de la que recibe el nombre por el que es conocido, Concilio de Nicea I. Fue convocado por el emperador Constantino I el Grande, por consejo del obispo San Osio de Córdoba. Previamente, Constantino ya había dado muestras de sus simpatías por el Cristianismo al dictar el Edicto de Milán del año 313, que daba a los cristianos libertad para reunirse y practicar su culto sin miedo a sufrir persecuciones. No obstante, el emperador era consciente de las numerosas divisiones que existían en el seno del Cristianismo, por lo que, siguiendo la recomendación de un sínodo dirigido por Osio de Córdoba en ese mismo año, decidió convocar un concilio ecuménico de obispos en la ciudad de Nicea, donde se encontraba el palacio imperial de verano. El propósito de este concilio debía ser establecer la paz religiosa y construir la unidad de la Iglesia cristiana.

En aquellos momentos, la cuestión principal que dividía a los cristianos era la denominada controversia arriana, es decir, el debate sobre la naturaleza divina de Jesús. Un sector de los cristianos, liderado por el obispo de Alejandría, Alejandro, y su discípulo y sucesor Atanasio, defendía que Jesús tenía una doble naturaleza, humana y divina, y que por tanto Cristo era Dios; en cambio, otro sector liderado por el presbítero Arrio y por el obispo Eusebio de Nicomedia, afirmaba que Cristo había sido la primera creación de Dios antes del inicio de los tiempos, pero que, habiendo sido creado, no era Dios mismo.

Este fue el primer concilio general de la historia de la Iglesia cristiana, a excepción del llamado concilio de Jerusalén del siglo I, que había reunido a Pablo de Tarso y sus colaboradores más allegados con los apóstoles de Jerusalén encabezados por Santiago el Justo y Pedro.

2.- El Concilio de Nicea II se celebró del 24 de septiembre al 13 de octubre de 787 en Nicea. Fue convocado por Irene, madre del emperador Constantino VI.

El concilio fue convocado a raíz de la controversia iconoclasta iniciada por el emperador León III en el 726. Los iconoclastas negaban la legitimidad de las imágenes y su culto. Además los iconoclastas usaban argumentos derivados de la prohibición que en el Antiguo Testamento vetaba la creación de imágenes (cf. Éx 20, 4; Dt 5, 8) o de la filosofía platónica ya que el uso de imágenes implica representar modelos a partir de lo que solo son sombras o reflejos.

Los cánones del concilio permiten hacer una distinción entre el culto dado a Dios (llamado de «adoración» o λατρεία) y la veneración especial tributada a las imágenes (la palabra griega “προσκύνησις“, proskýni̱sis que significa “veneración”). Así se evitaban ambos extremos igualmente presentes en la cultura oriental: la adoración de la imagen como si fuera Dios mismo y por otro lado la destrucción de estas por miedo a la idolatría o por motivos de conveniencia y paz.

3.- Concilio de Trento. El Concilio de Trento fue un concilio ecuménico de la Iglesia Católica Romana desarrollado en periodos discontinuos durante 25 sesiones, entre el año 1545 y el 1563. Tuvo lugar en Trento, una ciudad del norte de la Italia actual, que entonces era una ciudad libre regida por un príncipeobispo.

Desde 1518, los protestantes alemanes venían reclamando la convocatoria de un concilio alemán, y el emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico intentaba cerrar las diferencias entre católicos y reformistas para poder hacer frente a la amenaza turca.

En vista de la situación hubo grandes presiones del emperador sobre el Papa Clemente VII para que lo convocara, a lo que éste se resistía. Al cabo de un tiempo, en 1529, Clemente VII se comprometió a ello.

Desde antes de esta crisis extrema, la iglesia había intentado mejorar. Podemos mencionar a los cardenales Francisco Jiménez de Cisneros, Hernando de Talavera y Pedro González de Mejía, que en el siglo XV, durante el reinado de los Reyes Católicos, en España, se dedicaron a mejorar la moral de la institución, nombrando obispos de grandes cualidades y fundando establecimientos educativos. En Italia, se había creado una asociación de seglares piadosos y clérigos, llamada el Oratorio del Amor Divino, que inició sus actividades secretas en 1517, sobre la base del amor al prójimo. Estos intentos, sin embargo no bastaban.

Fue Paulo III, que había vivido las luchas en Italia, quien asumió el compromiso de unificar a los católicos, logrando la reunión de un Concilio, después de que varios Papas lo hubieran intentado sin éxito.

El espíritu e idea del concilio, fue plasmada por la gestión de los jesuitas, Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Francisco Torres. La filosofía le fue inspirada por Cardillo de Villalpando y las normas prácticas, sobre sanciones de conductas, tuvieron como exponente principal al obispo de Granada, Pedro Guerrero.

En este concilio, que culminó bajo el mandato del Papa Pío IV, se decidió que los obispos debían presentar capacidad y condiciones éticas intachables, se ordenaban crear seminarios especializados para la formación de los sacerdotes y se confirmaba la exigencia del celibato clerical. Los obispos no podrían acumular beneficios y debían residir en su diócesis.

Se impuso, en contra de la opinión protestante, la necesidad de la existencia mediadora de la iglesia, como Cuerpo de Cristo, para lograr la salvación del hombre, reafirmando la jerarquía eclesiástica, siendo el Papa la máxima autoridad de la iglesia. Se ordenó, como obligación de los párrocos, predicar los domingos y días de fiestas religiosas, e impartir catequesis a los niños. Además debían registrar los nacimientos, matrimonios y fallecimientos.

Reafirmaron la validez de los siete sacramentos, y la necesidad de la conjunción de la fe y las obras, sumadas a la influencia de la gracia divina, para lograr la salvación, restando crédito a Lutero que sostenía que el hombre se salva por la fe y no por las obras que realizase. También se opuso a la tesis de la predestinación de Calvino, quien aseguró que el hombre está predestinado a su salvación o condena. En refutación a esa idea, la iglesia sostuvo que el hombre puede realizar obras buenas ya que el pecado original no destruye la naturaleza humana, sino que solamente la daña.

Los santos fueron reivindicados al igual que la misa, y se afirmó la existencia del purgatorio. Para cumplir sus mandatos, se creó la Congregación del Concilio, dándose a conocer sus disposiciones a través del “Catecismo del Concilio de Trento”.

Se reinstauró la práctica de la Inquisición que había surgido en el siglo XIII, para depurar a Francia de los herejes albigenses. Ya restablecida en España desde el año 1478, se propagó por varios países europeos bajo la denominación de Santo Oficio, que usó la tortura para obtener confesiones. Si ese método no daba los resultados esperados, de arrepentimiento del hereje, éste quedaba en manos del poder civil, que lo condenaba generalmente a la muerte en la hoguera. El protestantismo debió soportar la Inquisición en varios estados, pero fue principalmente efectivo en España, Italia y Portugal.

También creó el Índice, en 1557, por el cual se estableció una censura contra la publicación de pensamientos que pudieran ser contrarios a la fe católica, y se quemaron muchos libros considerados heréticos.

Posterior al Concilio, en 1592, se publicó una edición definitiva de la Biblia, sosteniéndola como fuente de la revelación de la verdad divina, pero otorgando también dicho carácter a la Tradición, negándose su libre interpretación, considerando ésta, una tarea del Papa y los obispos, herederos de San Pedro y los apóstoles, a quienes Cristo les asignó esa misión.

4.- Concilio Ecumenico Vatiano II. Cuando el Papa Juan XXIII convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II en Octubre 1962, el abrió las ventanas de la Iglesia Católica para recibir el aire fresco del mundo moderno.

El Concilio se convocó con los fines principales de:

  • Promover el desarrollo de la fe católica.
  • Lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles.
  • Adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de nuestro tiempo.
  • Lograr la mejor interrelación con las demás religiones, principalmente las orientales.

Se pretendió que fuera un aggiornamento o puesta al día de la Iglesia, renovando los elementos que más necesidad tuvieran de ello, revisando el fondo y la forma de todas sus actividades.

Pretendió proporcionar una apertura dialogante con el mundo moderno, actualizando la vida de la Iglesia sin definir ningún dogma, incluso con nuevo lenguaje conciliatorio frente a problemas actuales y antiguos.

A lo largo de los años 1950, la investigación teológica y bíblica católica había empezado a apartarse del neoescolasticismo y el literalismo bíblico que la reacción al modernismo había impuesto desde el Concilio Vaticano I. Esta evolución puede apreciarse en teólogos como los jesuitas Karl Rahner o John Courtney Murray, que se habían venido esforzando por integrar la experiencia humana moderna con el dogma cristiano, así como en otros: el dominico Yves Congar, Joseph Ratzinger (ahora Papa con el nombre Benedicto XVI), Henri de Lubac y Hans Küng que buscaban lo que veían como una comprensión más ajustada de la Escritura y de los Santos Padres, un retorno a las fuentes (ressourcement) y una actualización (aggiornamento).

Al mismo tiempo los obispos de todo el mundo venían afrontando tremendos desafíos asociados al cambio político, social, económico y tecnológico. Algunos de ellos aspiraban a formas nuevas de responder a esos cambios. El Concilio Vaticano I, desarrollado casi un siglo antes, había sido interrumpido cuando el ejército italiano entró en Roma en los momentos finales de la unificación italiana. Sólo habían concluido las deliberaciones relativas al papel del papado, dejando sin resolver los aspectos pastorales y dogmáticos concernientes al conjunto de la Iglesia.

En muchas areas el Concilio Ecuménico Vaticano II represent el fin de una era y el principio de una etapa en la historia de la Iglesia y de la humanidad.

Participantes:

Los 2450 obispos de la Iglesia, el único grupo que fue excluido son los obispos del bloque comunista chino por lo que faltaron unos 200 obispos. Había un convenio con los soviéticos de poder dejar salir y entrar a los obispos a sus países sin problemas. Es el concilio más grande en cuanto a cantidad (Calcedonia 200; Trento 950) y en cuanto a catolicidad pues es la primera vez que participan obispos en modo sustancial no europeos (sobre todo africanos y asiáticos). En los primeros dos años predominaron los obispos europeos pero las siguientes sesiones fueron más participadas. (Incluso participaron algunos cardenales teólogos o no obispos, pero por insistencia de Juan XXIII fueron ordenados obispos). Además participaron algunos abades de grandes congregaciones (franciscanos, conventuales, dominicanos).

Teólogos invitados del Papa como consultores, no como miembros plenos (Yves Congar, Karl Rahner, Henri de Lubac, Hans Küng, Gérard Philips; podían escuchar pero no hablar en el aula.

Consultores de Iglesias ortodoxas e Iglesias protestantes.

Observadores, y católicos laicos (cf. Mary Goldic, Ospite a casa propia, ed. en inglés)

Periodistas. Se dan muchas publicaciones pero en especial Times. (Raniero en la Valle Avennie; Caprile en Civiltá Católica; Frankfurter Allgemeine Zeitung; Le monde, Assomptionisti La Croix; F-X Murphy CSSR bajo el pseudónimo de Xavier Rynne en New York; también algunos libros YVES CONGAR, non journal du concilio)

El Concilio constó de cuatro sesiones: la primera de ellas fue presidida por el mismo Papa en el otoño de 1962. Él no pudo concluir este Concilio ya que falleció un año después, (el 3 de junio de 1963). Las otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, el Papa Pablo VI, hasta su clausura en 1965. La lengua oficial del Concilio fue el latín.

La constitución Lumen gentium («Luz de los pueblos», es decir, Cristo) es el documento más importante del Vaticano II. De hecho, uno de los cuatro objetivos que Pablo VI marcó al concilio cuando volvió a convocarlo fue elaborar una definición más completa de la Iglesia. El documento habría de pasar por una larga y tortuosa evolución antes de su promulgación final el 21 de noviembre de 1964. Capitulos:

I. El misterio de la Iglesia
II El pueblo de Dios
III La Iglesia es jerárquica
IV Los laicos
V La llamada universal a la santidad
VI religiosas
VII Iglesia
VIII Nuestra Señora

A pesar de la cuidada estructura de la constitución, que en la ordenación de sus capítulos nos ofrece ya una declaración de la naturaleza y el destino de la Iglesia, no puede decirse que el documento contenga toda la eclesiología del Vaticano II. La constitución es clave para la interpretación de los otros textos, y esta, a su vez, ha de ser interpretada con la ayuda de aquellos.

Contexto socio-cultural de recepción de la Lumen Gentium en América Latina

Cuando se efectuó la publicación de la LG habían transcurrido mas de 400 años en América Latina de empobrecimiento, debido a:

las sangrientas manifestaciones entre los nativos que defendían sus vida, cultura, creencias y sociedad y los colonizadores.

-los encuentros nefastos que acabaron con la vida de miles de indígenas y de sus culturas, lenguas, tradiciones y creencias. Entre la asimilación de una nueva fe y un nuevo modo de ver la vida y la resistencia a la explotación y al irrespeto de la vida, nuestros pueblos indígenas sufrían un ambiente de violencia ocasionado por la conquista con su sistema de despojo, de explotación, y de exclusión.


-En el tema religioso, de la fe y la cultura -elementos que no podemos separar- el pueblo nativo se vió entre la espada y la pared: olvidar su fe y cultura social, profesar la fe de los blancos y ser sus esclavos, o perecer.

El sufrimiento del pueblo latinoamericano, ocasionado por el nuevo orden político y la casi imposición de la fe a los indígenas de manera más o menos violenta, traumatizó al pueblo política, social y espiritualmente.


El pueblo estaba profundamente marcado por los gobiernos coloniales, esclavistas, y clasistas, dominado por elites, más o menos católico-tridentinas o “ilustradas”. La Iglesia latinoamericana, al igual que la institución política imperante, hacía sentir su poder de sometimiento y jerarquización a todo el mestizaje. Por ello, la llegada del la LG significó un duro golpe para quienes haciendo uso de su puesto se servían del pueblo, y para aquellos acostumbrados a los privilegios.
Es de suponer que el pueblo que no llego al conocimiento de la LG, no gozó de la renovada visión de la Iglesia, que pretendía unir a todos sus hijos como a iguales en dignidad y derechos ante Dios.


Algunos de las innovaciones en la eclesiología de la Lumen Gentium son:
· La idea de la Iglesia como Pueblo Dios.
· La colegialidad de los obispos como revaloración del ministerio episcopal frente al primado del Papa.
· La revaloración de las iglesias locales frente a la Iglesia universal.
· La apertura ecuménica del concepto de Iglesia.
· La apertura a las demás religiones.
· La cuestión del estado especifico de la Iglesia católica, según la cual, como decimos en el Credo la Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica.
· La Iglesia es ante todo una expresión de la gracia de Dios, es decir, una expresión del misterio del amor de Dios trabajo en la vida humana.

LG a través del tiempo ha venido creando conciencia, de que como hijos de Dios y miembros de su iglesia, deben de dar razonones de su fe, es así como se observan a muchos fieles entre ellos jóvenes que tienen el sueño de ver un mundo y una iglesia diferente.

LG ha creado conciencia, en que todos debemos de percibir y crear una iglesia que este arraigada al evangelio y a Cristo.

La LG ha sido una de las bases para la creación de los documentos del CELAM.

CONCLUSION

Después de haber reflexionado y profundizado sobre datos que poco se profundizar sobre el Documento dogmático Lumen Gentium llegamos a la conclusión:


Los desafíos para los católicos (obispos, presbíteros, religiosos, seminaristas, laicos) de la actualidad son grandes y diversos, puesto que muchos son poco históricos, no se estudia sobre la historia de la Iglesia, no leen la realidad que se vive al interior de la Iglesia a partir de fuera.

En este sentido, se trata de profundizar sobre los documentos de la Santa Madre Iglesia, es decir como laicos, sacerdote, religioso concebir una reflexión en el Vaticano II, pero con nuevas herramientas del lenguaje del hombre de los últimos días.

Por esa razón, el Documento dogmático Lumen Gentium se convierte en un instrumento y pieza fundamental para actuar en la sociedad como luz del mundo, como pueblo de Dios que es la misma Iglesia y que lucha por llevar el amor de Jesucristo y vivir con luz en el mundo.

Finalmente, hasta el VATICANO II el laico no encontró su verdadero sitio en el pueblo de Dios.

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¿Quién es un laico?

Un laico es un bautizado y por tanto un miembro de la Iglesia de Dios –todos los laicos, bautizados, constituimos una comunidad de fe, todos tenemos la misma esperanza y estamos unidos entre nosotros por lazos de amor .

El laico ha adquirido consistencia propia, que ha ido aflorando progresivamente en la conciencia de la Iglesia, a través de los grandes movimientos de espiritualidad y de apostolado que se iniciaron en los últimos decenios del siglo pasado y que alcanzaron su mejor florecimiento con la Acción católica en sus diversas expresiones.

¿Cúal es el lugar del laico en la Iglesia de Dios?

Los laicos viven la experiencia de las rápidas y profundas transformaciones de la vida social (GS 4ss), de sus esperanzas y de sus angustias, de su progreso y de sus desequilibrios y de la repercusión que todo esto tiene en la fe y en la vida ecclesial.

Estas formas de reto a la fe, ponen en crisis los valores espirituales; y en consequencia, estimulan a los cristianos a una renovación de su forma de pensar y de obrar, a intentar la apertura y el diálogo.

Los cristianos laicos tienen todos los derechos ciudadanos del mundo y de los miembros de la Iglesia.

¿Cual es la misión del laico en las estructuras de la sociedad?

“Responder a la llamada de sguir a Cristo en la realidad cotidiana humana, de familia, de su trabajo, del compromiso de transformación y de mejora de la condición de vida, que implica la dimensión social, cultural, política, etc. Se trata de una continua confrontación e integración progresiva entre Dios, que habla en la historia de los hombres, en las expresiones que brotan de la fe y de la vida eclesial y en las siempre nuevas esperanzas de la sociedad.

Referencias Bíblicas:

NUEVO TESTAMENTO: Encontramos más que una espiritualidad propia de los “laicos”, la llamada a vivir simplemente la vida en Cristo y en el Espíritu dentro de la situación concreta en que se encuentra cada uno.

El NT concibe la Iglesia como unidad de salvación que tiene su origen en Dios mediante Jesucristo y que es enviada al mundo. Los miembros de esta comunidad, designados como llamados, santos, discípulos, hermanos, son constituidos como tales mediante una llamada de Dios en Cristo, que hace de ellos un pueblo escogido (1 Pe 1, 10), separado del mundo, pero para ser en él signo, testimonio de Dios y fermento de santificación.

Todos juntos forman una unidad, un pueblo, el edificio de Dios (1 Pe 2, 5-10; 1 Cor 3, 16-17; Ef 2, 19-22; Heb 10, 21-25). En virtud de la llamada de Dios y del bautismo todos quedan consagrados para formar un reino sacerdotal, un sacerdocio santo, un templo espiritual (1 Pe 2, 9-10; 1 Cor 3, 16-17) para rendir a Dios un culto espiritual, esto es, animado por el Espíritu, y “anunciar las grandezas” de Dios (1 Pe 2, 9). Hay una distinción entre todos y alguno, entre el rebaño y los pastores, entre el campo y quienes lo cultivan, entre el edificio y sus constructores; pero sobre todo, en el interior del pueblo único, cada uno de los miembros se diferencia de los demás según los carismas, los ministerios, las diversas funciones en el servicio de la edificación de la comunidad (1 Cor 12; Rom 12).

En este sentido existe en el ámbito de la Iglesia una distinción entre laicos y clero, pero que no tiene por qué oscurecer la unidad de la comunidad cristiana, elegida por Dios y consagrada por entero a él. El Nuevo Testamento “no insiste en la distinción entre laicos y sacerdotes dentro de la Iglesia, sino en la distinción u oposición o tensión entre una Iglesia consagrada toda ella y el mundo, entre el pueblo y el no-pueblo (1 Pe 1, 10), los hermanos y los otros (1 Cor 6, 1)”.

La investigación bíblica se ha interesado por un aspecto fundamental de la identidad de los laicos, a saber, su participación en el poder sacerdotal, profético y real de Cristo’, y por lo que supone esta configuración para su misión ante el mundo.

Referencias en la Historia de la Iglesia:

EN LA IGLESIA PRIMITIVA: La experiencia de la Iglesia primitiva como ‘pequeña grey’ e igualmente de las persecuciones cristianas y del martirio de algunos miembros, intensifica en la conciencia cristiana los factores de separación y de solidaridad mutua”. En el plano de la vida, la Iglesia de los tres primeros siglos atestigua la vivacidad y el dinamismo del compromiso cristiano de los laicos, desde el primer grupo de discípulos de Cristo hasta la obra de los apologistas, el testimonio de los ascetas y de las vírgenes y el ejemplo de los mártires.

En el período apostólico fue notable la actividad de los laicos en obras de asistencia y de hospitalidad. En los ss. I y II con la constitución de las iglesias domésticas” y con el fervor apologético, constituían un vínculo indispensable entre la Iglesia y la sociedad civil’. En este período se estructura dentro de la comunidad única la diferenciación jerárquica. Clemente Romano habla de la triada sacerdotes-levitas-laicos, y Clemente de Alejandría de sacerdotes-diáconos-laicos. En la carta de Clemente —hacia el año 95— aparece por primera vez el término laikós.

¿De donde viene la palabra laico?

El término laico se indicaba al simple creyente en contraposición a aquel que era depositario de un cargo. El término laicos designa a un cristiano que no es ni obispo ni sacerdote ni diácono, en una palabra, que no pertenece al clero.

¿Qué dice el Código de Derecho Canónico del papel y la misión del laico en la Iglesia de Dios?.

Un laico (alguien del pueblo –de la raíz λαός –laós, ‘pueblo’–) o seglar es aquel fiel que no es miembro del clero (Código de Derecho Canónico, 207, 1: Por institución divina, entre los fieles hay en la Iglesia ministros sagrados, que en el derecho se denominan también clérigos; los demás se denominan laicos)

Los cánones 224 y siguientes establecen el estatuto de los fieles laicos al dar una lista de derechos y deberes de los fieles laicos.

(*) Canon 225: los laicos son aquellos que tienen la obligación general de trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el mundo. Esta obligación les apremia todavía más en aquellas circunstancias en las que sólo a través de ellos pueden los hombres oír el Evangelio y conocer a Jesucristo.

(*) 225 § 1. Puesto que, en virtud del bautismo y de la confirmación, los laicos, como todos los demás fieles, están destinados por Dios al apostolado, tienen la obligación general, y gozan del derecho tanto personal como asociadamente, de trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el mundo; obligación que les apremia todavía más en aquellas circunstancias en las que sólo a través de ellos pueden los hombres oír el Evangelio y conocer a Jesucristo.

Concilio Ecuménico Vaticano II y definición del Laico.

Todo lo que el Vat. II dijo sobre la fisonomía de la Iglesia, y en ella de los laicos, en la LG y en la GS, tiene que ser profundizado todavía en la doctrina y en la práctica para que el creyente laico pueda asumir su responsabilidad de ser Iglesia en el mundo, en el respeto a la mutua autonomía de la Iglesia y del mundo.

Los laicos, sienten que no están al margen de la Iglesia,

sino que son parte activa y determinante de ella para ser mediación de lo absoluto de Dios y del evangelio en un mundo que se construye de formas siempre nuevas, y en el que es preciso desenmascarar ciertas ambigüedades para poner de manifiesto las expresiones humanas más genuinas, que abren al hombre a lo absoluto.

La Iglesia no es estática, sino dinámica; la Iglesia va en camino con los hombres, viviendo en el mundo y para el mundo, desarrollando una misión que es al mismo tiempo de evangelización y de animación de todas las realidades temporales.

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El Concilio Ecuménico Vaticano II definió a la Iglesia, por encima de todo clericalismo, partiendo de su dimensión más universal, la de ser pueblo de Dios

LG (Documento Lumen Gentium del Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución Dogmática de la Iglesia).

GS (Documento Gaudium et Spes del Concilio Ecuménico Vaticano II, -Constitución Pastoral de la Iglesia en el Mundo Contemporáneo).

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First of all, I support the Dream Act because it is an issue of justice. As all of us already know “Justice is the first virtue of social institutions”. We as a nation are punishing a group of approximately 65, 000 youth because they have inherited from their parents the tittle of illegal immigrants.

These youth have lived in the United States for most of their lives and want nothing more than to be recognized for what they are, Americans. They have their dreams and wanted to live the American story too.

Secondly, I support the Dream Act because, unless we put all these young adults in buses or in planes and send them to their parents’ country of origin… they will continue living in the United States. They will BE part of the future of this nation. So, our future will have approximately 65, 000 less professionals to serve the nation.

Thirdly, I support the Dream Act, because we are punishing the children for the fault committed by their parents. They were brought to the United States by their parents, they didn’t freely decided to cross the border or to stay behind when their tourist visa ended. So far, the only way that illegal immigrant minors can obtain permanent residency status is through their parents, the DREAM ACT will entitled them to make their own future through the military career or through becoming professionals by attending colleges and universities.

In addition, other argument that we can add to this issue of fairness with the approximately 65, 000 youth is what the Eighth Amendment of our constitution stated regarding the prohibition against cruel and unusual punishment.

I do considered that we, as a nation, are giving a cruel and unusual punishment to this approximately 65, 000 youth.

Finally, the DREAM ACT which is a bipartisan legislation ‒ pioneered by Sen. Orin Hatch [R-UT] and Sen. Richard Durbin [D-IL] ‒ can solve this injustice in our society. However, we have been dealing with this proposal since August 1, 2001. For 10 years the senate has been presenting and rejecting the discussion of what I considered is a fundamental right of approximately 65, 000 youth that entered in this country as minors -with their parents- and from many different countries. It is important that I also clarify, once again, that the DREAM ACT is a limited, targeted legislation that will allow only the best and brightest young people to earn their legal status after a rigorous and lengthy process.

As a last note, let’s recognize the organizations and people that have studied and support the DREAM ACT who have concluded that THE DREAM ACT IS GOOD FOR OUR ECONOMY, GOOD FOR OUR SECURITY,  GOOD FOR OUR NATION. These are some of the benefits they listed:

1.- The DREAM Act will represents an opportunity to expand [the recruiting] pool for our military organization.

2.- The DREAM Act will make our country more competitive in the global economy. By allowing “these young people to live up to their fullest potential and contribute to the economic growth of our country.”  In particular, the DREAM Act will play an important part in the nation’s efforts to have the highest proportion of college graduates in the world by 2020, something vital for America to remain competitive in the world.

The DREAM ACT is common-sense legislation that would give students who grew up in the United States a chance to contribute to our country’s well-being by serving in the U.S. armed forces or pursuing a higher education.

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Necesito compartir cuanto agradezco a Dios la oportunidad de estar junto al Padre Miguel Loredo en estos momentos.

Desde Julio 23, he tenido el privilegio de acompañarle en su proceso de morir en la tierra para  resucitar en Aquel que es la Vida. Ejemplar ha sido su renuncia a alargar sus días sin calidad física, para disfrutar una forma muy distinta de calidad -la espiritual-  que dia a dia se hacia realidad mientras vivía su proceso de preparación para el encuentro con el Señor.

Su via-crucis ha sido ejemplar -con la humildad y sencillez del Padre Francisco de Asis que le acogiera como uno de los suyos cuando solo tenía 16 años.

Nunca antes entendi tan bien como lo he hecho en estos dias, el significado de la hermandad que las dificiles circunstancias de la carcel pudo crear entre hombres tan diferentes en intereses, expresion de sus ideales, edades, niveles de vida anteriores, etc. No hubo un dia en que no hubiese a lo menos un ex-preso político cubano a su lado, animandole, acompañandole, recordando juntos  “aquellos tiempos” de pruebas, de sacrificios, de genuinidad de ideales. Esos 10 años del Padre Loredo marcaron su vida y dieron a su vocacion sacerdotal un distintivo único. Como lo fue la valentia que mostro yendo  al tribunal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, año tras año, durante 19 años, para denunciar las condiciones inhumanas de las prisiones cubanas.

Padre Loredo, el fraile, el sacerdote que con ilusion de pastor recien ordenado abrazó la parroquia de Casablanca como su novia esperada para volcar en ella todo su energia y dinamismo apostolico. El formador académico de seminaristas, el rector de frailes en formación, el confesor, el maestro de moral y sagradas escrituras. El artista -poeta y pintor. Capaz de plasmar toda la grandeza de su alma y de su imaginación en lienzos llenos de color, donde las luces y sombras definian las formas de la realidad… tal y como aprendimos a verla, gracias a él.

En varios paises, en varias tareas apostólicas, muchos hombres, mujeres, niños, estudiantes, frailes seminaristas, colegas artistas.. todos y cada uno de nosotros en diferentes momentos de su vida y de nuestras vidas,   en diferentes circumstancias  fuimos tocados por su ministerio sacerdotal -en todos y cada uno de nosotros dejo una huella indeleble, la huella de su  vitalidad, la sencillez de su trato, la intransigencia con lo mal hecho, la paciencia y la impaciencia,   y la bondad del pastor que sale a buscar, que espera, y que siempre se recrea con la llegada de las ovejas confiadas a su cuidado.

Gracias al Señor y gracias al Padre Miguel Loredo por permitirme acompañarlo en su recorrido hacia “la puerta grande, la puerta luminosa por la que entran los elegidos.” donde El que Es está aguardando su llegada.

Gelasia Marquez

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Mons. Meurice dijo ante miles de fieles presentes en la Misa de 1998: “Santo Padre: Cuba es un pueblo que tiene una entrañable vocación a la solidaridad, pero a lo largo de su historia, ha visto desarticulado o encallados los espacios de asociación y participación de la sociedad civil, de modo que le presento el alma de una nación que anhela reconstruir la fraternidad a base de libertad y solidaridad”. “Deseo presentar en esta Eucaristía a todos aquellos cubanos y santiagueros que no encuentran sentido a sus vidas, que no han podido optar y desarrollar un proyecto de vida por causa de un camino de despersonalización que es fruto del paternalismo”. “Son cubanos que, al rechazar todo de una vez sin discernir, se sienten desarraigados, rechazan lo de aquí y sobrevaloran todo lo extranjero. Algunos consideran esta como una de las causas más profundas del exilio interno y externo”. “Hay otra realidad que debo presentarle: la nación vive aquí y vive en la diáspora. El cubano sufre, vive y espera aquí y también sufre, vive y espera allá fuera. Somos un único pueblo que, navegando a trancos sobre todos los mares, seguimos buscando la unidad que no será nunca fruto de la uniformidad sino de un alma común y compartida a partir de la diversidad”. “Llegará el día en que tanto dolor y tanto sufrimiento, tanto trabajo, tanto sudor, no serán en vano, darán su fruto y fruto abundante. Y todos podremos gozar de alegría, de paz, de unidad”, dijo Mons. Meurice en su homilía de despedida en la Catedral de Santiago de Cuba.

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