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Cómo Combatir la Ansiedad

Por Dra. Gelasia Márquez

Cuando hablamos de ansiedad nos estamos refiriendo, desgraciadamente, a una experiencia que ha penetrado nuestras vidas cotidianas y es ya algo común que todos, de una forma u otra, sentimos —sino diariamente— a lo menos frecuentemente.

La ansiedad tiene algo de miedo, de tensión, de presión interna, de nerviosismo. Pero la ansiedad no es solo miedo, ni es solo tensión interna. La ansiedad es un sufrimiento interno inespecífico, es experimentar un vago sentimiento de malestar e intranquilidad, es una aprensión a veces no asociada a nada, es una tensión o estrés continuo que influye y puede llegar a interrumpir nuestra vida de relaciones familiares, laborales, sociales y que a veces nos deja sin fuerzas para andar o desandar los caminos mal andados.

Fuentes de la Ansiedad

La ansiedad que experimentamos puede provenir de muchas fuentes. April y Vincent O'Connell plantean que esas fuentes se pueden reducir a tres:

La primera, la personal, incluye nuestras relaciones con la familia y en general con nuestros amigos, asociados o compañeros de trabajo, así como de nuestra propia ubicación y realización en la vida. Aquí estamos hablando de la propia salud, del contenido y el esfuerzo por mantener una buena situación en el trabajo, de las altas y bajas necesarias para mantener buenas relaciones matrimoniales que sean respetuosas de la individualidad de los miembros de la pareja y al propio tiempo que sean cohesivas, de las relaciones familiares que permitan a la familia crear el sentido de pertenencia que va más allá de tener familia y que se define como ser familia. Es la ansiedad que provoca la problemática diaria que siempre ha existido y que existirá —la que está fuera del alcance de nuestro control.

El segundo grupo de ansiedades es la ansiedad que proviene de tratar de vivir de acuerdo a las expectativas y valores de la sociedad en la que nacimos y crecimos o en la sociedad que hemos elegido —o nos han elegido— para crecer y desarrollarnos. En el presente, desgraciadamente, muchos de nosotros pensamos cuando hablamos de expectativas y valores que nos estamos refiriendo a tener y a incrementar nuestros bienes materiales. Es decir, tener y no ser. De una forma o de otra, todos nosotros tenemos algo que hacer, un papel que desarrollar en la sociedad en la que nacimos o en la que vivimos. Todos nosotros hemos sido llamados a contribuir con nuestras acciones personales al bienestar de nuestra comunidad.

La comunidad humana tiene tres valores fundamentales para su buen funcionamiento: el respeto a sí mismo y a los demás; la habilidad de tomar decisiones basadas en relaciones justas de los unos para con los otros, y la participación responsable en la construcción y en el mantenimiento saludable y eficiente del grupo comunitario. Cuando no estamos a la altura de estas expectativas y valores empezamos a sentir ansiedad social. Podemos entonces hacer dos cosas, o bien luchamos para estar a la altura de lo que se espera de nosotros, o aislarnos y marginalizarnos, o peor aún, vivir sin respetar las leyes de la convivencia pacífica y vivir así de espaldas a las regulaciones que mantienen la productividad y la armonía de la comunidad.

Finalmente está la ansiedad global... tal vez la ansiedad más común hoy en día debido a las circunstancias en que nacen, crecen y viven nuestros hijos y nosotros mismos. Esta ansiedad fue calificada por algunos filósofos y psicólogos como ansiedad existencial —por el solo hecho de existir la padecemos, no importa donde vivamos. Nos pertenece por el solo hecho de ser seres humanos. Es la ansiedad que proviene de los diferentes males que sufre la humanidad: del abuso —físico, emocional o psicológico, y sexual— de la explotación y trata de seres humanos —de niños, mujeres y hombres, del comercio y consumo de la droga, de las disputas ideológicas y territoriales que existen en todos los continentes, del terrorismo internacional, de la falta de respeto entre las naciones y las culturas, de los fenómenos naturales tales como ciclones, erupción de volcanes... en resumidas cuentas, de la inhabilidad del hombre para mantener la paz y controlar sus condiciones ambientales. Es el resultado de la lucha del hombre por ser el conquistador, un conquistador que ha terminado convirtiéndose en víctima de sus desórdenes.

Esta ansiedad existencial se ve reflejada en los tres grandes temores que han azotado a la humanidad desde sus inicios: el temor a la muerte, el temor a la locura —o a la enajenación de la realidad individual y social— y el temor a la guerra.

¿Qué Podemos Hacer?

La pregunta lógica al final de esta descripción es: ¿qué podemos hacer para vivir cada día con estas ansiedades, algunas de las cuales se escapan a nuestro control? Los estudiosos de la materia recomiendan: