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Dignidad

Por Dra. Gelasia Márquez

Cuando comencé a escribir mi disertación revisé muchos libros e investigaciones buscando encontrar las diferencias en los patrones culturales que tienen los hispanos y los americanos.

Un autor decía que los hispanos tenían un alto sentido de la dignidad. La palabra dignidad es definida y redefinida por los diferentes documentos del Concilio Ecuménico Vaticano II de la Iglesia Católica. La dignidad de ser hijos de Dios. La dignidad de la persona humana proviene de que fue hecha a imagen y semejanza de Dios. En la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio el papa Juan Pablo II habla de la dignidad de la familia como reflejo de la vida interna de la Santísima Trinidad. Aquí y en otros documentos eclesiásticos el término Dignidad y el término Sacralidad parecen ir de la mano.

Después de la segunda Guerra mundial el concepto de la dignidad humana formó parte de todos los documentos fundamentales de la Organización de las Naciones Unidas. Por ejemplo, la Declaración Universal de los Derechos humanos habla en su preámbulo de la dignidad inherente a cada ser humano y de los derechos inalienables e iguales que todas las personas tienen no importa dónde ni cómo viva, cuál sea su religión, el país al que pertenezca, y la raza que tenga.

El Merriam Webster Online diccionario nos dice que al parecer la palabra dignidad se añade al vocabulario humano en el siglo XIII para indicar que la persona es estimada, valiosa y se le debe rendir honor.

La Filosofía de Kant sobre la Dignidad

El filósofo alemán Kant usa la expresión dignidad humana para indicar que toda persona debe ser tratada como lo que es, un ser humano, no por lo que esa persona tiene. Para Kant dignidad es exactamente opuesta a precio, siendo precio el valor económico, o político, o social, que la persona tiene. Siguiendo el pensamiento de Kant, la dignidad es lo que hace a la persona irreemplazable.

Cuando nuestros padres y maestros nos educaban nos enseñaban a actuar dignamente. Es decir, como corresponde para cada ocasión. Respetando a cada persona que nos rodeaba tal como queríamos nosotros ser respetados. La dignidad correspondía entonces a una regla de urbanidad y de convivencia social.

Dignidad en la Enfermedad

Recientemente he tenido la oportunidad de conocer personas que han sido diagnosticadas con cáncer, que han pasado el proceso de mutilaciones de órganos o de partes físicas de sus cuerpos, que han luchado de frente con la enfermedad sometiéndose a penosos tratamientos de quimoterapia y radiación. Oyéndolas presentarse y describir sus batallas contra el cáncer solo una frase venía una y otra vez a mi mente, y con admiración la repetía: con qué dignidad esta persona lleva su enfermedad.

Presos de Conciencia

He tenido el privilegio de conocer de muy cerca presos de conciencia, presos políticos. Personas que han escogido o que han aceptado sacrificar sus libertades individuales como expresión de repudio al sistema político-social en que les ha tocado vivir. Personas que han puesto sobre el altar de la patria sus vidas y han vivido año tras año sacrificando sus posibilidades de vivir con sus familias, de llevar una vida normal, como la tuya y la mía. Y lo más importante, lo han hecho sin pasarle la cuenta a nadie, en la mayoría de los casos sin escribir libros ni discursos. Haciendo lo que entienden que tienen que hacer "con dignidad" y defendiendo la dignidad asociada a respetar sus propias ideas, sus propios criterios, sabiendo el por qué lo hacen, y haciéndolo sin pregonarlo ni quejándose de lo que han hecho o aceptado.

Dignidad en el Envejecimiento

Existe otra situación que me lleva a reflexionar sobre la dignidad. Cuando alcanzamos la edad de empezar a prepararnos para entregar nuestra alma al Señor muy pocas veces asociamos ese proceso de crecimiento espiritual con las heridas físicas asociadas al proceso de envejecer. No me cabe duda que morir con dignidad es posiblemente el reto más difícil que tenemos que aceptar en la vida. Tampoco me cabe duda de que este paso es un proceso al que debemos irnos preparando, poco a poco, a medida que vamos aceptando nuestras limitaciones físicas y mientras tratamos de compensar esas limitaciones para seguir disfrutando con dignidad la vida que Dios nos ha dado.

Conclusión

Volviendo a la idea inicial de este encuentro: no creo que los hispanos tengamos más o menos sentido de la dignidad humana. Este es un valor universal, es lo que nos hace irreemplazables por el solo hecho de ser hijos de Dios.