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¿Educación de Padres para Familias Hispanas? - Parte 1

Por Dra. Gelasia Márquez

Muchas veces me he preguntado y me han preguntado si necesitan los padres hispanos recibir orientaciones especializadas para la educación de sus hijos. Hay quienes consideran que no es necesario porque la educación y crianza de los hijos es un don inherente a la condición humana. Otros plantean que es conveniente porque no es lo mismo educar a los hijos en los Estados Unidos que hacerlo en nuestros países de origen. No falta quien dice que al no conocer el idioma del país ni la cultura del país los padres no se beneficiarían de este esfuerzo y no entenderían el por qué ni el qué de las orientaciones. También hay quien piensa que haciéndolo se correría el riesgo de que los padres perdieran la herencia cultural que ellos traen de sus países de origen y en lugar de contribuir a la formación de generaciones biculturales, ellos presionarían a sus hijos hacia un proceso de inmersión cultural con pérdida de la identidad y de la cultura hispana.

Debido a la gran diferencia de criterios en el área he pensado que sería productivo que reflexionáramos juntos sobre este tema. Para empezar recordemos algunas de los conceptos inherentes a la definición de familia, y de la importancia de la misión que tienen los padres de educar y de socializar a sus hijos.

La Familia como Sistema Natural y Social

La familia es un sistema natural y social, con características propias que ningún otro sistema social puede igualar ni sustituir. Cuando hablamos de sistema estamos implicando que todos los miembros de la familia están en continua interacción y es esta interacción la que le da y la que mantiene la vida interna de la familia. Es esta interacción dinámica la que crea con el tiempo la cohesión emocional que es la característica esencial de la familia como grupo social y natural. Este dinamismo interno es muy importante, porque ello implica que la familia no es una unidad fija, rígida, sino que evoluciona, que se acomoda, que crea nuevas respuestas a medida que sus miembros evolucionan y se mueven por las crisis esperadas de crecimiento individual y colectivo, pero también contribuye a que la familia cree nuevas respuestas para acomodarse a nuevas circunstancias y a retos no esperados.

Las Tareas Universales de la Familia

Universalmente se han asignado a la familia estas tareas:

La Familia como Microsistema Social

Para poder cumplir con estas tareas cada familia necesita estar en un continuo intercambio e interacción con su medio ambiente socio-económico-político y cultural. La familia necesita reproducir internamente los valores, hábitos, costumbres y formas de actuar que existen en el medio ambiente social donde vive. Por eso se dice y se afirma categóricamente que la familia es la primera célula de la sociedad. Más aún, que la familia es una expresión microscópica de la sociedad.

De ahí que la familia socialmente articulada tiene un conjunto de normas a seguir, unas tareas definidas para cada miembro de la familia, una distribución del poder y de la toma de decisiones para el conjunto que es acorde con las tareas asignadas, formas específicamente culturales de comunicación, y formas específicamente culturales de negociar y de resolver problemas. Visto así, la sociedad no es más que una familia de familias todas unidas por los mismos lazos culturales, económicos, sociales.

Pero, la interacción entre la familia y su comunidad social, el intercambio entre ambas tiene que ser mutuo y recíproco para que sea efectivo. La familia no puede estar de espaldas a la comunidad social en que ha escogido vivir o en la que le ha tocado vivir. Tanto la familia como la comunidad social necesitan reconocerse y respetarse mutuamente. Solo cuando esto sucede la familia es capaz de proveer una articulación social para sus hijos. Es esta articulación social la que contribuye a la formación de la identidad de cada uno de los miembros de la familia y la que hace posible la continuidad histórica de cada familia en esa comunidad social, o en esa región, o en ese país. Como vemos la familia es la mayor contribuyente a que seas quien eres.

El Desafío de la Migración

Después de analizar lo anterior, una pregunta lógica es, ¿cómo puede la familia inmigrante hispana llevar a cabo sus dos tareas universales? ¿Cómo puede introducir a los nuevos miembros jóvenes de la familia en el nuevo medio ambiente si no conoce el lenguaje, las reglas, las costumbres, las formas de actuar y de decidir que tiene la sociedad en la que vive?

La migración entraña moverse de un medio ambiente socio-económico y cultural a otro. Hay valores universales que toda la humanidad comparte, pero cada región geográfica del planeta tierra tiene tradiciones y formas de ser, de interpretar la realidad y de actuar que son específicamente culturales. La cultura de estas regiones se fue formando históricamente a medida que esas comunidades iban actuando para satisfacer sus diferentes necesidades económicas y sociales.

Por tanto cada grupo regional tiene una expresión cultural diferente… Y cuando nos mudamos de una región a otra, nos traemos nuestras personalidades e identidades formadas para responder a las características geográficas, históricas y culturales específicas de ese lugar. Por eso, al principio de nuestra llegada al nuevo medio ambiente podemos funcionar en este nuevo lugar muy limitadamente, hasta que poco a poco vayamos aprendiendo cómo se vive y cómo se funciona en el nuevo lugar, y así nos vamos adaptando y creciendo con la adquisición de nuevos mecanismos de ajuste al nuevo lugar.

Y este reto que acompaña el proceso de migración no espera a que tengamos ganas de asumirlo y de resolverlo, o a que estemos en el humor para hacerlo o a que nos empiecen a caer bien las gentes del lugar a donde nos mudamos. Si tenemos hijos, aunque no estemos seguros de si vinimos para quedarnos, no podemos vivir de espaldas a la sociedad en la que nuestros hijos van a ir a la escuela, van a tener amigos y van a funcionar socialmente. No podemos ignorar nuestro medio ambiente social porque con él tenemos que interactuar para poder llevar a cabo nuestras tareas de padres.