No puede hablarse de educación de padres para familias hispanas sin referirnos al concepto e importancia de la disciplina.
Los Primeros Límites: La Palabra "No"
Desde que el niño comienza a hacerse ambulante, es decir desde que comienza a moverse por sí mismo los padres estamos más atentos cuidadosos que nunca para que estos no se vayan a hacer daño a sí mismos. De ahí que posiblemente la palabra que más escuchan los niños a partir de que ellos comienzan a gatear es la palabra no. No, no se toca. A medida que el niño va interiorizando el sonido de la palabra no el niño debe ir escuchando el por qué NO. Y, aunque no nos guste escucharlo el decirles "no se toca", o "eso es caca" es parte de lo que tenemos que decirles pero no lo es todo. Junto al no debe ir una explicación del por qué no de acuerdo a la edad del niño y, por tanto, al desarrollo de su habilidad de entender el lenguaje y a la habilidad de comprender su significado. Así poco a poco, el niño va poniéndole a la palabra NO un por qué, un significado, y entenderá que NO y caliente significan, por ejemplo, la posibilidad de una quemadura dolorosa.
La Prevención es Educación
El ejemplo que hemos usado anteriormente me parece que es un buen ejemplo de cómo desde el mismo momento del nacimiento del niño necesitamos y podemos irle poniendo límites naturales e irle enseñando diferentes formas de conducirse socialmente y, lo más importante de todo, el por qué de esos límites y de esas normas. No puedo obviar añadir que algunos padres han planteado a veces que "se debe dejar que se queme para que aprenda lo que es peligro". Mal juicio. La prevención es más importante que la curación y mucho más importante aún que la rehabilitación. La prevención educa mientras que la curación es reactiva. Por eso se dice que las experiencias negativas no enseñan más que las positivas, sino que son fuentes de miedo y de aversión en el futuro. Recordemos que el miedo no educa. La explicación positiva, breve, de acuerdo al nivel de madurez del niño sí lo hace.
Esto es disciplinar. Es contribuir al crecimiento positivo del niño por medio de la palabra.
Enseñando Propiedad y Compartir
De forma similar podemos ir formando en el niño dos conceptos muy importantes: el de la propiedad y el de compartir. El niño va a ir aprendiendo que todo lo que está a su alrededor es de él. Para su uso y para su beneficio. Cuando otro niño aparece en la escena, sea éste mayor o menor que él, el niño siente la competencia con respecto a la posesión de los objetos. Es este el momento de enseñarle a compartir. Un error muy frecuente en nuestra cultura es decirle al niño mayor "dáselo a tu hermanito que es más chiquito y él no sabe". Si lo analizamos fríamente no le estamos enseñando a compartir sino a ponerlo en situación de desventaja con respecto al pequeño y al propio tiempo poner al pequeño en situación de desventaja con respecto al mayor. Es lo que se llama en inglés a "no win" situación. Una situación donde nadie gana. En su lugar, podemos poner a ambos niños juntos y enseñarle al pequeño que ese juguete no es de él pero que su hermano se lo va a prestar por un período de tiempo limitado, o mejor aún, que ambos pueden jugar juntos con el mismo juguete. Además les estamos enseñando a ambos los rudimentos de la resolución de conflictos entre los niños. En segundo lugar, esta forma de proceder evita el malestar que genera en cada uno de los niños el verse en desventaja con respecto al otro, sea este un nuevo miembro de la familia o de la visita que llega a tomar posesión de lo que hasta ahora le pertenecía.
El Problema de la Agresividad
Otra situación de cómo podemos disciplinar a nuestros hijos podría ser cuando un niño pega a otro y éste de forma reactiva, impulsivamente, le devuelve el golpe. Hay psicólogos y psiquiatras que plantean que la agresividad es innata y que es un mecanismo reactivo de defensa del ser humano. Que ésta existe en los animales y que gracias a la agresividad sobreviven unas especies y otras —más débiles— no. Estoy plenamente de acuerdo en que nosotros nacemos con un instinto de conservación que nos permite preservar nuestras vidas. Ese instinto de preservación es, posiblemente, lo que hace que al sentirnos agredidos por sorpresa nos defendamos de quien nos agrede para conservar así nuestra vida. No estoy segura de que sea este instinto el que está detrás de los golpes y o de las mordidas de los niños menores de 3 años. Creo que naturalmente el niño arrebata lo que cree suyo o lo que quiere tener porque no se le ha enseñado a compartir. Y creo que, muchas veces, el niño golpea al otro porque él ha aprendido a hacerlo. Y lo ha aprendido de nosotros cuando queremos que aprenda las cosas dándoles en las manos. ¿Cómo podemos decirle a un niño que a los amiguitos o que a los hermanitos no se les pega si nosotros les hemos estado pegando en las manos, o en las nalgas, o en los muslos… para que no hagan lo que les estamos diciendo que haga? Recordemos que el niño no entiende lo que le hacen… pero recordemos que se siente herido. Y la herida sana cuando saca después su dolor con otro o con otra cuando las circunstancias son propicias.
La Disciplina como Proceso Educativo
Revisemos cómo queremos que sean nuestros hijos. Respetuosos, pacíficos, amables. Recordemos como queremos que sea la atmósfera entre los hermanos: queremos que se quieran, que se lleven bien, que compartan, que se soporten, que se ayuden. Y pensemos ahora, ¿cómo vamos a lograr que esto se haga posible? Por medio de la disciplina. La disciplina es el esfuerzo que hacemos los padres para ayudar a conformar en nuestros hijos los valores y las costumbres que les permitan convertirse más tarde en ciudadanos responsables y productivos en la sociedad.
Permítanme enfatizar lo que hemos dicho, "la disciplina es el esfuerzo…" es un trabajo que hacemos los padres, es un trabajo que no conoce tiempo libre ya que exige mantenernos vigilantes las 24 horas del día. ¿Has visto como trabaja el barro el escultor? Poco a poco, con mucha paciencia, con suavidad porque si se hunden los dedos en el barro con fuerza se hacen huellas que más tarde le quitarán belleza al producto final. Y su trabajo es diario, poco a poco, para ir reproduciendo el modelo que se tiene en mente. Los padres somos como escultores que vamos recreando la obra de Dios en nuestros hijos. Despacio, pero de forma firme. Y lo más importante, contribuyendo a que ellos vayan participando en este proceso educativo, para que alcancen lo que desean ser en un futuro.
Las Tres Formas Universales de Disciplinar
Existen tres formas universales de disciplinar a nuestros hijos: con la palabra, con nuestro ejemplo y dándoles a ellos oportunidades para reflexionar en lo que han hecho y en cómo pueden hacerlo mucho mejor la próxima vez.