Nos acercamos a una época del año donde se suele utilizar vez tras vez la palabra FELICIDAD: "Felices Navidades", "Feliz Año Nuevo", "Felicidades", "Te deseo felicidad".
Nuestro llegar a la vida está marcado con la palabra felicidad. Felicitamos a los padres, les decimos que nosotros nos "sentimos felices con su felicidad", y añadimos que esos hijos van a ser "la felicidad de sus padres y de toda su familia y amistades". Así vamos acompañando al niño o a la niña a lo largo de toda su vida deseándole FELICIDAD: en su bautismo, en su primera comunión, cuando gana premios en las escuelas o en las actividades deportivas, cuando se gradúan a los diferentes niveles, cuando tienen su primer trabajo, o su primera novia, o cuando se comprometen, o cuando se casan. Pero ¿qué es la felicidad?
La Definición Tradicional de Felicidad
Dice el diccionario que una persona es feliz cuando se ve favorecida por las circunstancias, tiene suerte, es afortunado, cuando posee o exhibe o causa sentimientos de gran placer, contento y alegría. Si nos fijamos atentamente en las definiciones dadas por el diccionario Webster, vemos que sitúan la posibilidad de tener felicidad o de sentir felicidad en acontecimientos externos: ser favorecido por las circunstancias, tener suerte... es decir, que para quienes dieron estas definiciones o acepciones a la palabra FELICIDAD la fuente de la misma no está en nosotros sino que depende de elementos no siempre manejables por el ser humano tales como las circunstancias, la suerte, la fortuna...
No compartimos esa definición, claro que no.
Las Perspectivas Religiosas y Filosóficas
Algunas religiones presentan la FELICIDAD como la posesión de la idea de Dios. Cristo, durante su estancia en la tierra nos dejó una hermosa descripción del hombre feliz en su Sermón de las Bienaventuranzas. Los salmos bíblicos consideran feliz a "aquel hombre que confía en el Señor", a "aquel cuyo pecado es perdonado", a "aquel a quien Dios admite en Su presencia", al "que observa la Ley de Dios".
Los filósofos desde el mismo inicio de la humanidad se han planteado: ¿quién es feliz de verdad?, ¿quién puede ser feliz en toda circunstancia de su vida? Son estas mismas preguntas esenciales las que más afectan y preocupan a todo hombre no superficial, a toda persona adulta y normal. Son preguntas insoslayables, personales, intransferibles, que afecta a cada ser humano en el núcleo mismo de su yo... y de la respuesta que cada persona adulta dé a las preguntas dependerá en gran parte su realización en la vida y su nivel de satisfacción consigo mismo, con los demás, y con sus circunstancias. Y, la respuesta que cada uno de nosotros dé a esas preguntas determinará el nivel de convivencia de la familia, de la comunidad, de la nación, de la humanidad.
La Felicidad y el Amor
Tal vez la mejor forma de definir lo que es la felicidad es antes hablar de la palabra AMOR. El ser humano nace producto del amor de sus padres. Para lograr un desarrollo armónico y pleno del aspecto social, psicológico y moral del ser humano necesita sentirse rodeado de amor. Porque es el amor quien genera la seguridad en sí mismo y la que crea las condiciones necesarias para relacionarse de forma sana y constructiva con los demás. El ser humano solo es feliz cuando está enredado en los maravillosos afanes del amor: amando, siendo amado, deseando amar... cuando se ama no existen limitaciones en el dar, porque cuanto más se da... más feliz se siente uno. Y cuando se ama no se sienten las limitaciones que nos pueden poner los demás porque sabemos que quien nos ama de verdad no desea restarnos nada que nos haga feliz... y así, confiamos en ellos, sin temor, seguros de que todo será por nuestro bien y de que si nos dice NO es porque no es para la felicidad nuestra. Y este criterio funciona a todos los niveles, aun en temas tan íntimos como la sexualidad, o tan difíciles como el dinero, o tan complicados como es el poder, la política, los honores.
El Amor como Fundamento de la Vida
Si se sabe amar así, de forma pura y comunicativa, se puede poner el primer signo de más (+) en el test de la felicidad: es que quien ama protege y promueve el bien, conserva la calidad y esencia humana del otro y, con ello, trata de salvar la existencia misma de la vida humana en el mundo. Porque decimos y repetimos, sin amor ni el diálogo entre esposos, padres e hijos, y, sobre todo, entre hijos y padres no hay auténtica realización de la persona humana, no hay auténtica sexualidad y afectividad, ni puede el hombre alcanzar su destino y felicidad, sin amor no hay libertad verdadera, ni tienen calidad las relaciones interpersonales en la convivencia humana. Esta concepción de la felicidad basada en el amor rompe drásticamente con los conceptos materialistas y externos de la felicidad —tener, poseer. Esta concepción de la felicidad basada en el amor es la que explica que el hombre pueda ser feliz no solo en tiempos de bonanza (cuando las cosas salen bien) y también en tiempos de pobreza, contrariedades, y aflicciones.
Un Mensaje de Felicidad Auténtica
Se acercan las navidades. Se acerca el año nuevo. Se acercan épocas de decir "felicidades". Así que cuando digamos felicidades no lo digamos fríamente, ni por cumplidos sociales, ni por costumbres superiores a nuestro pensar... que al llamarnos por teléfono, al abrazarnos y besarnos nuestro "FELICIDADES" sea testimonio del sentido nuevo que deseamos para ti y para todos. Así que feliz vida interior, feliz paz contigo mismo, feliz encuentro con tus metas e ideales, feliz aceptación de lo bueno y de lo malo que hay en ti... felicidades porque vives, felicidades porque amas, porque el sol brilla, porque tus hijos y tus nietos sonríen, felicidades por todo lo que tienes y por todo lo que Dios te dará.