Queridos Amigos,
En solo unas pocas semanas celebraré mi cumpleaños número setenta. Mientras me acerco a esta ocasión única siento la necesidad de parar, reflexionar, dar gracias, y prepararme para enfrentar a Dios cuando Él me llame.
Hace unas pocas semanas el Evangelio hablaba sobre personas que fueron llamadas a trabajar en la viña de Dios y cómo reaccionaron en el momento de recibir su pago. Realmente me siento abrumada cuando miro hacia atrás y veo cómo Dios me ha cuidado siempre. Cómo Él me proveyó con oportunidades para mejorarme, no solo a través de la educación y el desarrollo de la fe, sino rodeándome de personas como ustedes a quienes estoy y siempre estaré en deuda. Sus palabras y hechos, su ejemplo y apoyo en momentos diferentes pero muy importantes de mi vida me han ayudado a trabajar duro en convertirme en quien soy hoy.
Su nombre está junto al nombre de mi familia de origen y al nombre de mi esposo, hijo, nuera. Su nombre está junto al nombre de Monseñor Arcadio Marinas quien tomó mi mano cuando tenía seis años de edad y me ayudó a lograr las herramientas para convertirme en la profesional que soy hoy. Ustedes también han tocado mi vida y hoy necesito decirles, "Gracias."