Epílogo

Encontrándome a Mí Misma

Al comienzo de este libro, prometí que a lo largo de esta autobiografía me iba a presentar a los lectores como viajando a través del tiempo y el espacio llevando no solo mi diseño genético, sino también la huella de todos y de cada cultura que me ha tocado durante diferentes momentos de mi historia personal. Y eso he tratado de hacer.

He escrito sobre crecer como estudiante interna y como una joven adulta confundida que sufrió los efectos de los cambios políticos, económicos y socioculturales que han destruido mi país de origen. A través de mi escritura, pudieron presenciar mis esfuerzos para encontrarme a mí misma como estudiante del Colegio del Apostolado, como ministra laica consagrada, como exiliada cubana, como psicóloga escolar bilingüe comprometida, como sobreviviente de cáncer, como amiga de mis amigos, y como mujer de fe.

En más de una oportunidad en mi vida, pasé por severa angustia subjetiva por mi incapacidad de reconciliar aspectos de mí misma en un sentido relativo y aceptable del yo. ¿Quién era yo cuando asistía al Colegio El Apostolado? ¿Mientras vivía en dos mundos: Colegio y Central España? ¿Cuando era Cooperadora Diocesana? ¿Cuando me casé y me convertí en madre? ¿Cuando emigré a España primero y a Estados Unidos después?

A través del esfuerzo de escribir esta autobiografía, comencé a juntar las diferentes piezas del rompecabezas de mi vida: esta autobiografía ha sido y es "la" manera de Encontrarme a Mí Misma. Tres ideas subyacentes guiaron mi búsqueda. Primero, aprendí de otros que era una persona inteligente ("talentosa"), y este comentario fue—por mucho tiempo—mi única ancla en la vida para alcanzar mi potencial completo. En segundo lugar, vino la energía interior que provino de mi fe. Durante mi adolescencia aprendí y amé reflexionar sobre el propósito de mi vida; ser parte de una comunidad de creyentes me dio un sentido de unión y la certeza encontrada en la palabra de Dios. Finalmente, la convicción de que mi búsqueda de identidad era un proceso continuo de descubrimiento. Un proceso que se volvió más dramático durante los procesos de migración y aculturación iniciados en 1980. Desde el mismo comienzo en que estuve expuesta a otras culturas, sentí la lucha entre el ego profundo, el que nació y se crió en Cuba, y la necesidad de adaptarme al nuevo contexto cultural total. Sin duda, migrar es volver a nacer. Sin duda, seguir el sendero aculturativo es ser y convertirse en una persona en transición, entre dos culturas, haciendo siempre decisiones conscientes de ambas culturas. Con esta comprensión, la aculturación no es un proceso sustractivo sino acumulativo: No perdemos, vamos añadiendo y añadiendo hasta que finalmente alcanzamos un estatus de identidad bilingüe y bicultural.

Desarrollamos nuestra identidad identificándonos, comparándonos y contrastándonos con otros de la misma edad y circunstancias a lo largo de nuestra vida. Consecuentemente, Encontrarme a Mí Misma ha sido un proceso de toda la vida. Hace apenas unos años, en mi edad adulta tardía, pude obtener un sentido comprensivo de quién era y soy. Y después de eso comencé a amarme a mí misma y sentirme cómoda conmigo, como era y soy y no como otros querían que fuera o esperaban que fuera. Ese sentido de integridad encontrada incluye todo lo que viví—sin importar cuán difícil fue, y todo lo que aprendí—a través de libros y experiencia pero especialmente incluyendo a todos y cada uno que ha tocado mi vida—tía Margarita, mis padres, mis hermanos, las monjas del Colegio del Apostolado, las Cooperadoras Diocesanas, Monseñor Arcadio Marinas, los hermanos de San Juan de Dios, mi esposo, mi hijo y su esposa, todos y cada uno de los ministros de Vida Familiar, toda la gente laica sincera y honesta que conocí y con la que trabajé, todos y cada uno de los estudiantes, maestros y padres que tuve la oportunidad de conocer, pero especialmente todos mis amigos que no solo me han acompañado sino que han hecho la diferencia con su aceptación, apoyo y amor. Todas estas personas han añadido un poquito a mi sentido de mí misma y son parte de mi integridad.

Hace apenas unas semanas, abrí una caja con fotos que traje de Cuba, España, Tampa y Flushing, y de trabajar en Brooklyn, de North Bergen, y de vacaciones. Mirar las fotos desde el mismo comienzo de mi vida hasta hoy me dio un sentido de continuidad, donde todo tiene sentido. Pero, mirando las fotos, me sentí triste. ¿Por qué sentí tristeza? Porque la tristeza es la emoción que la gente siente cuando ha perdido algo importante, o cuando se ha sentido decepcionada por algo, o cuando algo triste les ha pasado a ellos o a alguien más. En todas esas fotos enlazadas una con la otra frente a mí como un video me vi corriendo, siempre apurada, siempre yendo contra el tiempo, cocinando, planchando, limpiando, estudiando hasta el amanecer, trabajando en trabajos de investigación o en mi disertación, almorzando mientras viajaba en trenes del metro para poder llegar temprano a clases, dirigiendo talleres, escribiendo reportes de evaluación, y así sucesivamente. ¿Cuánto tiempo he dedicado a estar en casa disfrutándome a mí misma y disfrutando a mi familia?

Como canta Julio Iglesias, estaba triste porque "me olvidé de vivir".

 


Apéndice

Hacia un Modelo Comprensivo para Acompañar a Familias Hispanas Inmigrantes en Transición Cultural

Este modelo así como sus implicaciones es la conclusión de la disertación doctoral del 2000 de Gelasia Márquez, PhD.

Sluzki en 1979 desarrolló un modelo para entender a los inmigrantes antes y después de la migración. Según Sluzki, el continuo del proceso de migración puede dividirse en pasos discretos. Similarmente, a pesar de la cultura y las circunstancias de cada familia, "El proceso de migración, tanto a través de culturas como a través de regiones dentro de culturas, presenta regularidades destacadas" (p. 380). Él diferenció cinco etapas en el proceso: etapa preparatoria, acto de migración, período de sobrecompensación, período de compensación, y fenómenos transgeneracionales.

Gonzálvez (1992), usando principalmente refugiados latinoamericanos, resumió el modelo de Grove y Torbion como base teórica para entender las etapas psicológicas a través de las cuales pasan los refugiados mientras establecen vínculos con la nueva cultura. Él proporcionó una aplicación práctica de los tres constructos psicológicos que Grove y Torbion aplicaron a individuos funcionando exitosamente en su patria. Tanto Gonzálvez como Grove y Torbion postulan la existencia de cuatro etapas de reasentamiento que pueden aplicarse para entender las experiencias de familias refugiadas. Estos dos modelos se basaron únicamente en la experiencia del autor trabajando con familias inmigrantes y refugiadas.

Usando tanto los datos cualitativos derivados de las 35 entrevistas hechas en el estudio de Márquez (2000) como algunas descripciones y características de los modelos transicionales mencionados antes, la investigadora diseñó un modelo donde cada uno de los procesos migratorio-aculturativos descritos por las familias entrevistadas tiene su propio espacio. La colocación de los padres a lo largo del continuo después de la migración no se basó en su tiempo de estadía en Estados Unidos sino en la evaluación completa hecha por la investigadora de los sentimientos y actitudes reflejados por los padres durante el proceso de entrevista. En un intento de representar gráficamente el continuo entre ambos procesos usando una curva semicircular de 180 grados, se divide en dos mitades principales para abarcar (a) las etapas desarrolladas en el ambiente sociocultural nativo, y (b) etapas desarrolladas en el ambiente sociocultural anfitrión.

Etapa Preparatoria (Sluzki) o Período Antes del Evento de Migración:

  1. Conciencia de la situación: Los padres percibieron la oportunidad de mejorarse a sí mismos y proporcionar mejores oportunidades educativas para sus hijos como el propósito principal para venir a Estados Unidos. Otros padres se sintieron abrumados por eventos políticos fuera de su control debido a amenazas a sus vidas, desapariciones, o el estallido de guerra. La reunificación familiar, mejor educación propia, y razones médicas también fueron razones declaradas por la muestra estudiada.
  2. Proceso de discernimiento: Solo 6 de los 16 casos que están actualmente casados migraron juntos a Estados Unidos. Para estos seis casos el proceso de discernimiento involucró contemplar la posibilidad de desmembrar a la familia, ya sea porque un miembro de la pareja migró solo o porque la pareja dejó a sus hijos atrás.
  3. Toma de decisiones: Este paso involucra movimientos concretos por miembros de la familia hacia un compromiso de migrar; por ejemplo, visitar y aplicar para una visa en los consulados de Estados Unidos en sus países o con los contactos para encontrar una manera segura de migrar a través de la frontera.
  4. Procedimientos de desvinculación: Todas las familias entrevistadas dijeron que anticiparon períodos de soledad y desarraigo, pero ninguna de ellas previó la mudanza a Estados Unidos como un período de crisis que abarcaría cambios, modificaciones de su estilo de vida, e incluso pasar por procesos de renegociación de su propia identidad personal y de su organización familiar interna.

Acto/Evento de Migración:

Aunque el mismo hecho de la migración constituyó una breve transición de un aeropuerto a otro para 22 padres de la muestra, para otros 13 padres el acto propio tomó un tiempo considerable, riesgos, y esfuerzo tanto emocional como económico.

Período Después del Evento de Migración:

  1. Aislamiento cultural y social: Los padres comenzaron a sentir la naturaleza estresante que llevaba la mudanza. La diferencia en idioma, educación y estilo de vida acentúa las dificultades y puede llevar al aislamiento de la sociedad principal.
  2. Confusión y conflicto cultural: Esta etapa se caracteriza por trastorno y crisis, usualmente asociada con un sentido de desarraigo y la incapacidad de la familia de lamentar la pérdida del país viejo.
  3. Sentimientos ambiguos hacia uno mismo, la nueva sociedad, y el grupo dejado atrás: Como resultado de nueva información cultural recibida y nuevas perspectivas culturales experimentadas, las familias inmigrantes tienen que aceptar la inefectividad de un vínculo muy importante de sus identidades: sus capacidades ya alcanzadas y aptitudes para funcionar en sociedad.
  4. Confrontando conflictos y buscando soluciones: La característica principal de esta etapa son los intentos de los inmigrantes de unir las dos culturas y tolerar el conflicto y ansiedad de cruzar fronteras culturales.
  5. Nuevo sentido de pertenencia: En esta etapa, los individuos experimentan un sentido de autorrealización con respecto a la identidad cultural. Los conflictos e incomodidades experimentados antes han sido resueltos, permitiendo mayor control individual y flexibilidad.

Implicaciones

El proceso de aculturación experimentado por hispanos inmigrantes ha sido el tema de interés para un gran número de investigadores en años recientes, especialmente en los estados de California, Florida y Nueva York, puertos de entrada para un gran número de inmigrantes. Es muy probable que las instituciones sociales más afectadas por estos cambios demográficos sean las escuelas privadas y públicas que han recibido y continúan recibiendo a los hijos de esas familias inmigrantes.

La educación es un paso importante para recuperar el sentido de pertenencia. Cuando una persona entra a una sociedad nueva o extraña con sus propias reglas ya establecidas para el comportamiento, nuevos y más apropiados comportamientos deben aprenderse para encajar en el nuevo grupo.

Este estudio encontró que estructuras intermedias como escuelas e iglesias son muy importantes en los primeros años después de la migración. El segundo producto final del presente estudio es un modelo comprensivo aplicable a familias hispanas inmigrantes en transición cultural e interactuando con una sociedad multiétnica.

 


Referencias