El Papa Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (65) describió el  ministerio  pastoral hacia el matrimonio y  la familia como un “acompañarles en su caminar a través de las diversas etapas de su formación y desarrollo”.

Las Ciencias Sociales y la experiencia nos enseñan que tanto las personas como los matrimonios, desde su mismo inicio, pasan por fases de crecimiento que son predecibles. De igual manera, todas las familias, desde su mismo inicio,   pasan por fases de crecimiento que son predecibles.

Cuando hablamos de crecimiento queremos decir la incorporación de formas nuevas de ver, de entender, de relacionarse, de comunicarse, de tomar decisiones, de actuar dentro de la experiencia matrimonial y familiar. El crecimiento  abarca al ser humano en su conjunto: su vida emocional,   cognitiva, social, cultural de los miembros de la pareja o de la familia. Como resultado estos cambios se reflejan en las dinámicas y cohesión matrimonial y familiar, en  el reajuste de las relaciones emocionales, o en la concientización de las nuevas necesidades que obligan a cambiar las dinámicas internas de la relación.

El crecimiento dentro del matrimonio y de la familia conlleva un período inicial llamado crisis. La palabra crisis se asocia con las palabras reto, cambio, desbalance, inestabilidad. La crisis es una oportunidad de crecimiento pero puede ser tambien una oportunidad de estancamiento y de deteriorizacion en las relaciones matrimonionales y en las relaciones familiares.
Los ciclos de crecimiento del matrimonio y de la familia atraviesan crisis esperadas o predecibles pero la magnitud o el impacto que estos momentos de crisis tiene en los miembros no es igual para una pareja que para otra o para una familia que para otra. Muchos factores individuales y sociales intervienen para  facilitar o para entorpecer los cambios necesarios para hacer realidad los procesos de crecimiento.

Además de las crisis predecibles a veces surgen crisis no esperadas. Entre las crisis no esperadas hay varias que suelen ser de gran impacto por su trasncendenca. Por ejemplo, para los padres la muerte de un hijo, para la familia una situación de separación entre los miembros de la pareja, la aparición de una enfermedad terminal a temprana edad, la pérdida del trabajo cuando hay un solo proveedor en la familia, y la migración con el consiguiente periódo de ajuste y aculturación a las nuevas condiciones de vida.

Tanto el matrimonio como la familia tienen una misión que llevar a cabo. Esa misión puede ser vista desde diferentes perspectives pero todas ellas son complementarias. Asi, el documento Familiaris Consortio (17)  nos recuerda que Dios puso en manos del matrimonio y de la familia Su poder creativo para que lo custodiase y lo administrase. Asi, el cuidado del amor y de la vida son el primer punto y el esencial de la misión de la familia. De este primer punto se desprenden los otros tres aspectos: la formación de una comunidad de personas, la participación en el desarrollo de la sociedad, y la participación en la vida y misión de la Iglesia.

El matrimonio y la familia pertenecen a una comunidad  socio-cultural definido con la que se identifica bien sea por raza, por religión, por nacionalidad, o por la mezcla de todos los elementos anteriores. Esta comunidad va aconstituir su marco de referencia y las circunstancias  historicas de esa comunidad van a definir su pertenencia a la misma (Gordon, 1964).

Las Ciencias Sociales han asignado cuatro tareas al matrimonio y a la familia. Ella son: la tarea de reemplazar los miembros de la comunidad por medio de la función de la reproducción, la tarea de preparar a los nuevos miembros de la familia para su introducción en la comunidad ethnica y cultural a la que pertenecen, la tarea de cubrir las necesidades básicas fisiológicas y psicológicas de los nuevos miembros para que éstos alcancen su la plenitud de sus capacidades, y la tarea de contribuir a la socialización y enculturación de sus miembros para que ellos puedan ser miembros plenos de la comunidad a la que pertenecen (Winch, 1977). Para poder llevar a cabo estas tareas el matrimonio y la familia necesitan estar en una cantinua relación e intercambio con el grupo comunitario al que pertenecen (Bronfenbrenner, 1986). Esta relación entre el matrimonio y la familia con la comunidad en que vive debe ser recíproca, donde ambas partes se articulen la una con la otra y se reconozcan y apoyen mutuamente.

El Censo del año 2000 plantea que el 40 % de los Hispanos encuestados residentes en los Estados Unidos habían nacido en un país Latino Americano. Es decir, que casi la mitad de los Hispanos están enfrentando las obvias consequencias de establecerse en un medio ambiente totalmente nuevo y distinto tanto a nivel económico como social, cultural e incluso ecclesial.

A la desorientación inicial normal se une la confusión que acarrea las diferencias de idioma, valores, costumbres, formas de relacionarse, etc, asi como la urgente necesidad de cubrir las necesidades vitales de empleo, vivienda, abrigo, salud, escuela para los hijos, y la falta de guía práctica en la comunidad que ayude a sortear estas dificultades con prudencia y caridad.

Cuando revisamos los estudios científicos llevados a cabo con los matrimonios y con las familias immigrantes Hispanas vemos que el proceso de transición cultural que sigue al momento de la migración  conlleva que la propia identidad de la persona sea puesta a prueba, y que se crean interrupciones, estancamientos, retrocesos, deterioros y reacciones negativas dentro de las dinámicas de crecimiento psico-social y de madurez no solo en las personas migrantes sino, sobre todo, en los matrimonios migrantes y en las familias migrantes.

En la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (77) el Papa Juan Pablo II desea que las familias de emigrantes puedan “tener la posibilidad de encontrar siempre en la Iglesia su patria”, donde sean asistidas en su propio idioma y cultura. De ahí que Pensando en Ti tiene un espacio especial para acompañar y sostener a los matrimonios y las familias immigrantes Hispanas en trancisión cultural.

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Dr. Gelasia Marquez is an immigrant clinical and bilingual school psychologist. Dr. Marquez has studies, researches, articles, and programs aimed to help immigrant Hispanic children, adolescents and families in their processes of transition after migration