Es muy frequente escuchar comentarios tales como: “Fulano no actúa como un adulto”, o “A pesar de la edad que tiene, ella no es madura”, “Qué persona más inadaptada” cuando esas personas están atravesando perÃodos de crisis o de inseguridad, o cuando no parecen tener o actuar con confianza en sà mismos. Se nos olvida que es perfectamente normal que ante circunstancias no esperadas expresemos nuestro temor e intranquilidad actuando en formas sorpresivas, indecisas, o demos respuestas incluso inadequadas, o tengamos actitudes no esperadas de nosotros.
He notado que cuando situaciones como las anteriores suceden, como decimos los cubanos que cuando “perdemos la tabla”, busquemos la explicación an nuestras reacciones culpando a los demás de ello, o vayamos al consabido “porque mis padres…”. Es cierto que existen muchas dificultades que se derivan de la forma en que nos criaron y educaron. Es cierto tambien que en ocasiones las dificultades matrimoniales han sido tales que la crianza de los hijos se convierte en una carga y que tal vez hayamos cometido el error de decir “aguanto todo esto, solo por ustedes”, o incluso en momentos de frustraciones comentar “eres igualito a tu papá o a tu mamá” descargando asi nuestro malestar en quienes no tiene responsabilidad alguna en lo que la pareja esta viviendo.
Ahora bien, cualquiera que sea el nivel de responsabilidad de los padres, nosotros, una vez alcanzada la juventud y madurez somos los únicos responsables de nuestras acciones y actitudes en la vida. Como adultos somos los únicos responsables de nosotros mismos. Si ahora te va bien o te va mal, analÃzalo despacio, y te darás cuenta de que eras y eres libre de hacer tus opciones, de decidir y de actuar. Debemos por tanto aceptar la responsabilidad de nuestras acciones y actitudes, solo cuando hagamos esto cuando tengamos el valor de -entre comillas- acusarnos de lo mal hecho o de lo mal deseado, podremos volver a empezar y hacer entonces las cosas bien. No olvides la frase “el triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error” y de esta otra tambien “quien se justifica de un error lo comete dos veces”.
Cualquier momento es bueno para volver a empezar, pero volver a empezar consciente de que nuestro presente edificará el futuro. Y cuando decimos volver a empezar conviene recordar que la una premisa importante para volver a empezar es escudriñar en el por qué actuamos, sentimos, pensamos, o deseamos incorrectamente. Conocernos a nosotros mismos es el paso previo a actuar consciente en la vida.
Una sugerencia para ayudarnos a conocernos es: dibuja una figura vacÃam solo en contorno, y comienza a llenarla escribiendo dentro aquellas cualidades, capacidades, deseos, ambiciones, motivaciones que reconoces tener en la vida. Siendo verdaderamente sinceros con nosotros mismos al terminar esta tarea tendremos una bonita imagen de nosotros mismos. Tal vez ante ella quieras darle gracias a Dios y a quienes contribuyeron que fueras como eres hoy en dia: tus padres, tu familia, tus amigos, tus profesores…Este verte como eres te ayudará en primer lugar a ver la vida de forma diferente y a ser capaz de volver a empezar.
Más aún. a partir de este momento inicial de encuentro contigo mismo, puedes reflexionar qué deseas hacer con tu vida, qué puedes hacer para aceptar y para cambiar tus circumstancias, puedes planificar tu vida y conducirla de acuerdo a tus principios, ideales, y deseos. Asi… no serás un tÃtere de tus circunstancias sino el artÃfice de tà mismo.
Publicado en el periódico El Sol de la Florida, 1982. Tampa, Florida.