Desde los albores de la humanidad existe la religión. Revisando los libros de historia y de antropologia notamos que no existe pueblo en cuyas tradiciones no se halle de una forma o de otra más o menos estructurada un conjunto de reglas para crecer y un conjunto de ritos a realizar para uno, dos o más dioses que fueron historicamente creándose y a cuya protección los hombres primitivos le fueron dado las tareas de proteger, juzgar, castigar o premiar.

En casi todas las constituciones que rigen los gobiernos del mundo actual existen artículos donde se expresa el respeto a las distintas manifestaciones religiosas. La religión es por tanto un fenómeno universal. Y en nuestras vidas, en nuestros hogares, y en nuestras comunidades la religión tiene un lugar prioritario no solo por la importancia que le damos sino porque forma parte de nuestro diario ser y hacer, individual y social.

La palabra religión esta formada por dos palabras “re” “legare” que significan juntas “volver a unir”. De acuerdo con la etimología o el significado de la palabra la religión va a constituir “la vía por la que el hombre vuelve a unirse con Dios”.

El fenómeno de la religión es un fenómeno social, pues a través de la religión, los hombres se contituyen en grupos con sus códigos internos y a través de la interacción de los unos con los otros se producen modificación de conducta con vistas a lograr el ideario trazado dentro de cada grupo religioso. Enfocado así la religión es un campo de estudio para otra ciencia nueva, la Sociología.

En toda religión podemos encontrar claramente definidas tres partes: el dogma, la moral y el culto. El dogma va a estar constituído por todas las creencias específicas qaue cada adepto hace suyas al ingresar en la religión. La moral es el conjunto de regulaciones y prescripciones que el devoto debe hacer suyas o encarnar para poderse distinguir como tal, mientras que el culto va a abarcar los distintos ritos o liturgias por medio de los cuales el adepto se comunica con Dios.

Independientemente del nombre que cada uno de nosotros se dé a si mismo cuando se le pregunta a qué religión pertenece -bien sea católico, bautista, pentecostal, evangélico o incluso ateo-, todos los seres humanos, absolutamente todos tenemos nuestra filosofía de la vida. Es decir, tenemos una serie de ideas sobre aspectos tan esenciales a la calidad humana como son la vida, la muerte, el amor, el perdón, la familia, la libertad, la amistad, el trabajo, etc. Esta filosofía de la vida puede estar estructurada entre sí y más o menos organizada, lo que trae como consequencia que la persona sepa lo que cree en la vida y por qué lo cree. Otras veces, estas ideas están regadas en el interior de la persona como las piezas de un rompecabezas que nunca hemos armado y, que nos resulta muy difícil de encajar y dar forma final. A veces, tambien nos damos cuenta de que hay personas que no saben ni por qué viven y mucho menos qué es vivir, es ese tipo de personas que a veces decimos que “no tienen nada en la cabeza”.

Cuando profesamos una religión, es decir, cuando decimos que pertenecemos a una religión.. nuestra filosofía de la vida tiene que estar constituída por el conjunto de ideas, creencias y criterios que aceptamos como verdaderas y que entendemos nos dan la respuesta a nuestras grandes interrogantes sobre la muerte, la vida, el amor, la amistad, la paz y el perdón.

Decir que profesamos una religion, por tanto, entraña tener una ideología definida y clara porque la hemos estudiado y porque entendemos que es la que nos da la paz interior y la seguridad exterior.

Los pueblos y grupos sociales que no tienen solidez en sus principios y bases ideológicas se resienten y caen en forma de contradicciones internas y debilitamientos externos que les empequeñece, divide y destruye. Es decir, los que decimos que tenemos una concepción religiosa de la vida, no podemos ponernos en contradicción con nosotros mismos por no saber a ciencia cierta ni lo que pensamos ni lo que queremos.

Finalmente, lo anterior se une al significado de la palabra fe. La fe se relaciona íntimamente con el estudio y asimilación de nuestras creencias religiosas y de las ideas y criterios para el estilo de vida que de ellas se desprende. La fe fue comparada por el apostol San Pablo con un atleta olímpico que tenía que mantenerse en forma para poder ser bueno en su deporte. Claro que esta manera de “mantenerse en forma” cuesta esfuerzo y labor diaria. Es conclusión, decir que somos católicos es algo más que decirlo, es serlo. Y serlo, es decir, vivir de acuerdo al evangelio y a la tradición de nuestra religión, cuesta esfuerzo.

Pubicado en el periódico El Sol de la Florida, Septiembre 12, 1981.

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Dr. Gelasia Marquez is an immigrant clinical and bilingual school psychologist. Dr. Marquez has studies, researches, articles, and programs aimed to help immigrant Hispanic children, adolescents and families in their processes of transition after migration