Todas las personas tenemos un determinado estilo de vida. Es decir, “somos de una determinada forma, actuamos más o menos, de una misma manera..” de forma tal que si alguien observador y detalloso vive junto a nosotros por un perÃodo determinado de tiempo, éste puede predecir como actuaremos ante determinadas situaciones o cómo no actuaremos.
Cuando una persona se dice “cristiana” y actúa no conforme con lo que significa aceptar y ser cristiana es porque tiene inconsistencia en sus actitudes. Es decir, o no esta segura de lo que piensa o no esta segura de lo que siente.
Una persona con filosofÃa definida en su vida es una persona con orientación. Si su filosofÃa es religiosa -cristiana- debemos esperar de ella actitudes y posturas hacia Dios y hacia los demás que reflejen su orientación en la vieda.
La postura de una pesona es la actitud adoptada por ésta con respecto a su finalidad en la vida, sus objetivos y sus tareas para lograr los mismos. Toda postura conlleva una movilización de energÃa psicológica y una disposición selectiva para escoger aquello que está de acuerdo con su orientación en la vida. De acuerdo con esto un cambio de postura en la vida implica una transformación de toda la estructura psÃquica del individuo, una redistribución de su energÃa psicológica de lo que hasta hace momento selecionaba para algo nuevo que le resulta más significativo en lavida.
Todos los conceptos definidos anteriormente, el estilo de vida y por consiguiente la orientación de cómo pensamos, sentimos y actuamos se espera que maduren con la edad y ya cuando alcanzamos la edad madura, nuestra proyección personal estará impregnada del sociego y calma dinámica de quien sabe lo que quiere, cómo lo quiere, por qué lo quiere y para qué lo quiere.
La orientación del hombre en la vida está tambien Ãntimamente relacionada con sus ideales. Se alimenta de ellos at tiempo que los gesta. El deber social y el deber religioso proveniente de nuestros conceptos morales, democráticos/ideológicos, y religiosos se contraponen, generalmente, a nuestro deseo innato de ocuparnos cada dÃa más de nosotros. A medida que como el atleta que nos decÃa San Pablo cada dÃa se entrena para ganar la carrera, Y nos entrenamos cuando dÃa a dÃa meditamos, conversamos, leemos -entendemos- y aceptamos, nos apropiamos e interiorizamos en nuestro yo y tratamos que nuestra conducta refleje nuestros ideales y cuando nos esforzamos porque nuestros sentimientos reflejen la convicción que tenemos en la vida. En la práctica el ideal de una persona representa el esfuerzo que esa persona hace dÃa a dÃa por hacer realidad lo que desea ser, respondiendo a su vida interior.
Finalmente, podemos preguntarnos ¿ por qué las personas buscan una religión que le dé una filosofÃa en la vida, un estilo de vida, una orientación para actuar y buscar que hacer y qué no hacer? Pues porque en toda persona existe una tendencia innata hacia la realización propia en la vida y por tanto hacia disfrutar la felicidad. La existencia de esa tendencia lleva a buscar una ideologÃa o una filosofÃa que le satisfaga las interrogantes que lógicamente se desprenden de querer vivir y tener que morir, de buscar la felicidad y encontrar el dolor. De acuerdo a la ideologÃa que la persona abrace tendrá o no un sentido su existencia. Tendrá o no una razón para vivir y morir. Una orientación para ser y existir.
El ideal, tanto hacia sà mismo como hacia la sociedad es la forma superior de su aceptación del deber de ser… además de existir, de responder positivamente a las exigencias y necesidades que le plantea en cada momento su medio ambiente social. De este modo, guiado por sus principios morales, el hombre transforma el medio fÃsico y social, sus relaciones con los demás, y modela su propia personalidad transformando sus necesidades puramente personales en necesidades sociales.
Publicado en el periódico El Sol de la Florida, Septiembre 12 1981.