Muchos piensan que la intimidad y el amor se producen por sí mismas sin necesidad de cultivarse. Los poetas suelen comparar el amor con la llama de una vela. Usando esta metáfora, podemos decir que amor que no se cuida ni se incrementa languidece y muere. Y que cuando menos nos lo imaginamos amanece hecho cenizas… Y nada más.

¿ Cómo puede la pareja mantener el amor y la intimidad a lo largo de toda la vida matrimonial ? La relación amorosa incluye el apoyo mutuo emocional en todas las circumstancias de la vida. Exige salirse de uno mismo para ir al encuentro del otro. Hay personas que son incapaces de sentir el verdadero amor porque son tan egocéntricas que sólo hablan, piensan o “estan ocupados” con sus propios sentimientos, sus desgracias, o sus problemas. En estas personas las relaciones que se pueden establecer son siempre en una sola dirección… hacia ellos, y nada más. En el fondo de su psíquismo se han detenido en la etapa infantil del egoísmo emocional y moral y son incapaces de notar, comprender, aceptar y apreciar las necesidades de los demás.

La relación amorosa auténtica tiene que tener dos direcciones. Es el hermoso arte de dar y de recibir; de oir, escuchar, entender, y responder. Y siempre recordar que la vida matrimonial, la familiar, la humana tiene muchas dimensiones: es sufrir y es reir, es tener conflictos y es llegar a acuerdos. Es crecer individualmente gracias al otro que tenemos a muestro lado, es contribuir al crecimiento del otro al tiempo que nosotros crecemos, es crecer juntos. Y se puede crecer juntos sin necesidad de estar el uno al lado del otro, físicamente hablando, todo el tiempo. Se puede crecer juntos sin estar siempre de acuerdo el uno con el otro. Se puede crecer juntos aunque no se logren acuerdos de inmediato, aunque se parta de puntos de vista contradictorios. Se crece al tiempo que vamos resolviendo nuestras dificultades y diferencias individuales. Se crece cuando comprendemos que son las diferencias y las fricciones de personalidades las que nos ayudan a limar las aristas negativas y a iluminar las positivas.

Y no tenerle miedo a las diferencias en puntos de vista, en aspiraciones, en perspectivas. Como dice el terapista George Bach, “nosotros necesitamos apender a discutir para asi entre los dos a esclarecer criterios y a modificar las actitudes erróneas que ambas partes puedan tener”. Tenemos que aprender a discutir… en lugar de pelear cuando sentimos que nuestros puntos de vista no son tan completos ni tan acertados como pensábamos. Sin ponernos ni a la defensiva no a la ofensiva porque el matrimonio no es un ring the boxeo donde uno tiene que llevarse el trofeo, el titulo por la división.

Todos los seres humanos, gracias a Dios, somos diferentes. Querer que el otro o la otra piense, sienta, desee, y actue como uno no solo es un error sino que es la causa de muchas desuniones en el hogar.

Como vemos la relación amorosa y la intimidad conlleva continuas oportunidades de crecimiento. Y son estas oportunidades las que hacen posible que la pareja crezca emocionalmente en unidad gracias a su diversidad. La frase de “el matrimonio es la tumba del amor” es cierta si nosotros queremos enterrarlo. Finalmente, no olvidemos que cada relación matrimonial trasciende cuánto sobre ella se pueda escribir. Es una experiencia muy personal. El amor y la experiencia matrimonial “ideal” no existen. Y el cúmulo de experiencias que se extraen de las novelas no se dan en la realidad ni se pueden copiar. Cada persona lleva a la relación amorosa sus experiencias, expectativas, y diferencias individuales y la unión de ambos crea una fórmula única de armonía y de felicidad.

Publicado en el periódico El Sol de la Florida, Septiembre 17, 1981.

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Dr. Gelasia Marquez is an immigrant clinical and bilingual school psychologist. Dr. Marquez has studies, researches, articles, and programs aimed to help immigrant Hispanic children, adolescents and families in their processes of transition after migration