La personalidad humana puede ser definida como una unidad integral polifacética. Es decir, como el resultado de la unión de muchas formas o expresiones del psiquismo humano que se integran y estructuran entre sí, dando como resultado una conducta específica y sin contradicciones internas.

El proceso de desarrollo e integración de la personalidad se va llevando a cabo a medida que vamos creciendo. Dos componentes del psiquismo humano que tienen un papel muy importante en ese proceso de desarrollo y de integración son la capacidad y el nivel de crecimiento de la vida intelectual y la capacidad y el nivel de crecimiento de la vida afectivo/emocional que tenga la persona. Son estas dos capacidades y estos dos niveles de crecimiento los que facilitan el proceso de conocimiento propio o auto-conciencia. Nunca hacemos suficiente énfasis en la importancia de conocernos a nosotros mismos y es que si no sabemos quienes somos, no nos sentimos independientes los unos de los otros, y no somos capaces de actuar por nosotros mismos.

Las formas primeras de auto-conciencia pueden ser vistas alrededor de los 3 años de vida de la persona humana. A esta primera célula de auto-definición -del “yo soy Pepito”-el niño o la niña va incorporando los comentarios positivos o negativos que le han ido dando y que van a constituir los elementos de su descripción propia -“soy inteligente, soy linda, soy alta, soy buena”-, el cómo soy va haciéndole sentir contento o descontento, seguro o inseguro, amado o rechazado. Los padres, los maestros, los allegados, los amigos van dejando una huella en esa auto-definición. Pero tambien los resultados de la propia actividad. El niño o la niña puede entrar en la escuela con una incipiente auto-definición de “inteligente” que se pone a prueba a través de su comportamiento académico. Asi el niño o la niña va moviéndose hacia la adolescencia, teniendo dos conceptos de sí mismo el que piensa que es y el que le dicen que es. Elementos que a veces estan yustapuestos, a veces están paralelos, a veces están moviéndose en direcciones opuestas. Son estos dos elementos los rudimentos de lo que más tarde será de la auto-valoración.

La escuela es de vital importancia en el proceso de formación de nuestro auto-conocimiento y de nuestra auto-valoración. Cuando el niño o la niña entra en la escuela, trae consigo un conocimiento y una valoración de sí mismo que sin lugar a dudas es subjetiva. Ahora, diferentes representantes de la sociedad, de su código de valores, de su ética quienes le van a ir dando medidas objetivas de quién es y de cómo es. Medida que va a venir dada no por los sentimientos de quienes le quieren, sino por los resultados de su actividad académica, por el nivel de ajuste a las exigencias de la vida escolar, por sus respuestas a los retos y a las exigencias de la micro-sociedad escolar, por su adaptabilidad a la disciplina, a los horarios, por su respeto a los derechos de los demás.

Durante los años de la adolescencia el joven o la joven no solo comienza a contrastar internamente sino a integrar todas las valoraciones luchando por obtener unicidad cognitiva y afectiva. Este proceso de contraste e integración acompaña al ser humano a lo largo de su vida buscando siempre la objetividad en sus juicios. Y es esta búsqueda de lo que es realmente auténtico en sí mismo es lo que hace a la persona ser lo que es en la vida.

En conclusión, la adolescencia es un período muy especial en la definición de lo que llamamos identidad o conocimiento propio. En ese período se unen el yo íntimo (como creo que soy), el yo social (como me dicen que soy), y el yo ideal (como me gustaría ser).

El yo ideal no es impuesto ni por la sociedad, ni por la cultura, ni por la presión familiar. A nivel inconsciente a través de la observación de los adultos, de la imitación de los adultos, del juego en el que personifican los deberes, derechos, deseos, aspiraciones, actitudes de los adultos que le rodean el niño o la niña va identificándose inconscientemente y va creándose su planificación de la vida. Todas las ideas, observaciones, imitaciones se ponen “en juego” durante la adolescencia y juventud cuando los retos sociales ponen al adolescente y al joven a definir su futuro. En muchas oportunidades las decisiones tomadas en la adolescencia y en la juventud son hechas movidas por presiones sociales y pasados unos años el hombre o la mujer madura encuentra nuevas rutas que le atan a sus elecciones o a sus entrenamiento infantiles. Por tanto, la orientación y línea de conducta en la vida -yo ideal se va creando paulatinamente desde la infancia.

Aquellos que estudian el desarrollo de la personalidad y de la madurez de esta personalidad colocan como su punto primordial poseer una escala de motivos de conducta, o una escala de valores, o un plan de vida. Es esta escala de motivos de conducta, o esta escala de valores, o este plan de vida el que permite que no vegetemos en la vida sino que vivamos a plenitud cada instante de nuestra vida.

Publicado en el periódico El Sol de la Florida, Febrero, 1982.

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Dr. Gelasia Marquez is an immigrant clinical and bilingual school psychologist. Dr. Marquez has studies, researches, articles, and programs aimed to help immigrant Hispanic children, adolescents and families in their processes of transition after migration