Hace algunos años las estadisticas oficiales de los Estados Unidos planteaban que el 50 % de los matrimonios terminan en divorcio. Es decir, que de dos parejas que se casan, una solo se salvará del divorcio y la otra tendrá boda, luna de miel y más tarde o más temprano se terminará la relación. ¿ por qué sucede esto? En años recientes expertos en estadisticas, sociólogos y psicólogos han tatando de dar diferentes explicaciones a esta pregunta. Un dato interesante que se mantiene a través de muchas investigaciones es que la gran mayoría de los divorcios ocurren cuando la pareja es joven -ambos son menores de 30 años y llevan poco tiempo de casados -de 1 a 5 años aproximadamente.

Se suele acusar a los diferentes medios de comunicación masiva de propagar demasiado las ventajas del divorcio. Se dice que “los tiempos han cambiado”  y que si a uno no le va bien, pues se divorcia -“no tiene por qué continuar sufriendo…Se plantea que la juventud “no sabe aguantar”, que no han aprendido a resolver dificultades, que hoy la gente se casa pensando en el divorcio como alternativa y que esta actitud negativa y pesimista la pareja no pone interés en trabajar la relación.Lógicamente, cuando se piensa asi, la pareja ya está vencida de antemano.  Es frequente oir el argumento de que el divorcio es un signo de progreso social, que la sociedad se ha liberado de prejuicios, de convencionalismos, y de ataduras. Y mientras se piensa y se propagan estas ideas se crea una nube ficticia de argumentos que impide ver la realidad de la vida: porque aprender a vivir es aprender a resolver problemas, porque las diferencias individuales son complementarias, porque la persona crece dia a dia en intimidad en la medida en que interactúa en las buenas y en las malas.

El promedio de vida del ser humano oscila alrededor de los 75 años y la edad promedio de contraer matrimonio es entre los 25 y los 35 años de edad. Esto significa que al casarnos tenemos que saber que vamos a compartir las dos terceras partes de nuestra vida en  comun-unidad con el otro o la otra. Y no en soledad, o en el cambio “a ver si ahora me sale mejor”, o acusando al destino de las incompetencias personales.

En este asunto del matrimonio el destino no existe. El destino lo hacemos nosotros, lo elegimos nosotros, lo deseamos nosotros, y resulta completamente imposible negar la responsabilidad que se desprende de cada elección que hacemos, de cada responsabilidad que eludimos, cada situación que creamos. Tampoco es honesto aceptar que el matrimonio es “como una caja de sorpresas”. Pueden darse casos excepcionales en los que la mayoría de los rasgos o detalles del conyuge salgan a la luz despues de casados pero en lineas generales conocemos el qué y el cómo de la forma de ser del otro o de la otra.

Creo que lo esencial del matrimonio está en llegar a ese momento bien claros que casarse es compartirlo todo. No sólo el apellido. la privacidad, las debilidades, las manías… las experiencias más íntimas y tambien las más primitivas, es en la co-existencia diaria  donde se es, por eso es más que  logico que se produzcan desilusiones en el proceso de ajuste del uno al otro, es esperado que al tomar decisiones haya conflictos porque se están tomando decisiones que afectan a dos y que deben de complacer a los dos no a uno solo; es más que esperado que lo que antes era “una bobería” en su forma de ser ahora sea un “inaguantable problema de convivencia. La co-existencia matrimonial solo sera realidad si le ponemos una buena dosis de comunicación y de buenas ganas de hacerlo bien. Una buena dosis de comunicación que debe ir sazonada con entrega y generosidad. Si ambos usan esta receta verán que el fruto final sera cohesion e intimidad.

Publicado en el periódico El Sol de la Florida, Tampa, Septiembre 26, 1981.

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Dr. Gelasia Marquez is an immigrant clinical and bilingual school psychologist. Dr. Marquez has studies, researches, articles, and programs aimed to help immigrant Hispanic children, adolescents and families in their processes of transition after migration