El lema “sin comunicación no puede existir relación” es indudablemente una realidad.
Uno de los signos de que el hogar se puede venir abajo suele ser la ruptura o falta de comunicación entre los miembros de la familia. Casi siempre el final está cerca cuando comienza a entrar el silencio, o cuando las preguntas y respuestas se van haciendo tensas, o el beso de llegada o de salida se hace habitual, o los diálogos se hacen totalmente formales.
El hogar y la familia necesitan tener en su base serias y profundas relaciones emocionales que se gestan y aumentan gracias a la comunicación de los miembros de la familia entre si. La familia solo puede ser enfocada como una unidad de personalidades inter-actuantes si exisate en ella comunicación. Por tanto, la familia vive mientras exista en el hogar comunicación y languidece o muere si los sujetos que la integran se limitan a cohabitar bajo un mismo techo o dirección postal. Y recordemos que para que exista la comunicación ésta debe ser no gracias a los recaditos que sostiene el magneto en el refrigerador, sino cara a cara, durante un cierto tiempo y en un determinado contexto fÃsico: la mesa del comedor por la noche durante la comida en común, donde todos intercambian experiencias. la sala de estar o florida room donde se distruta no tganto del programa radial o televisado como del placer de vernos, sentirnos, amarnos; la alcoba matrimonial donde se planean sueños futuros.
Asi vista la familia se convierte en un inter-esfuerzo por ser y existir de dos y de los frutos de esos dos. Solo de la inter-acción, del inter-esfuerzo, de la comunicación surgen los sentimientos conyugales, paternales, filiales… surge el sentido de familia, del hogar debemos sentir todos los que llevamos algo más que un apellido común.
Solo esta familia, la que tiene conciencia clara de sÃ, de su roce social, de las responsabilidades asumidas espotáneamente, es la que es una institución social. La otra… es forma no contenido. Y la forma sin contenido desaparece al menor roce o choque con los facotres internos o externos que nos rodean.
No olvidemos que no se pueden crear patrones conductuales adecuados en los niños sin razonar éstos, sin conversar con ellos. No puede haber armonÃa y consistencia en la educación que tratamos de dar a nuestros hijos si ambos padres no tratamos de encontrar un único set de valores con el que ambos estamos plenamente de acuerdo… y eso solo se logra hablando, discutiendo, comunicándonos.
Publicado en el periódico El Sol de la Florida Enero 9, 1982.