Tanto para la comunidad de fe como para la comunidad social todo matrimonio representa un sÃmbolo vivo de amor, de compromiso y de la comun-unión de sus vidas, de sus valores e ideales, de sus proyectos a corto y a largo alcance. Podemos afirmar que la renovación de la comunidad de fe y de la comunidad social descansa en el sà que ambos conyuges se dan.
Pero no siempre la comunidad social provee los medios económicos o la seguridad social, o el respeto a las individualidades y a los derechos humanos necesarios para que la pareja puedan sobrevivir fÃsica y psicológicamente y, más importante aún, puedan proveer un medio ambiente saludable para el bienestar y el crecimiento de sus hijos. Es entonces cuando se piensa en migrar a otra región o a otro paÃs.
Junto al desarraigo de su medio ambiente cultural y social, la pareja migrante experimenta un sentimiento de marginación debido al desconocimiento del idioma y de las costumbres del nuevo lugar. Es entonces que pareja inmigrante necesita tener franca y abierta comunicación donde se definan los sentimientos y se fortalezca la unidad de propósitos para enfrentrar el periodo de aprendizaje que tiene por delante.
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Las Ciencias Sociales y la experiencia nos enseñan que tanto las personas como los matrimonios, desde su mismo inicio, pasan por fases de crecimiento que son predecibles. De igual manera, todas las familias, desde su mismo inicio,  pasan por fases de crecimiento que son predecibles.
Cuando hablamos de crecimiento queremos decir la incorporación de formas nuevas de ver, de entender, de relacionarse, de comunicarse, de tomar decisiones, de actuar dentro de la experiencia matrimonial y familiar. El crecimiento abarca al ser humano en su conjunto: su vida emocional,  cognitiva, social, cultural de los miembros de la pareja o de la familia. Como resultado estos cambios se reflejan en las dinámicas y cohesión matrimonial y familiar, en el reajuste de las relaciones emocionales, o en la concientización de las nuevas necesidades que obligan a cambiar las dinámicas internas de la relación.
El crecimiento dentro del matrimonio y de la familia conlleva un perÃodo inicial llamado crisis. La palabra crisis se asocia con las palabras reto, cambio, desbalance, inestabilidad. La crisis es una oportunidad de crecimiento pero puede ser tambien una oportunidad de estancamiento y de deteriorizacion en las relaciones matrimonionales y en las relaciones familiares.
Los ciclos de crecimiento del matrimonio y de la familia atraviesan crisis esperadas o predecibles pero la magnitud o el impacto que estos momentos de crisis tiene en los miembros no es igual para una pareja que para otra o para una familia que para otra. Muchos factores individuales y sociales intervienen para facilitar o para entorpecer los cambios necesarios para hacer realidad los procesos de crecimiento.
Tanto el matrimonio como la familia tienen una misión que llevar a cabo. Esa misión puede ser vista desde diferentes perspectives pero todas ellas son complementarias. Asi, el documento Familiaris Consortio (17) nos recuerda que Dios puso en manos del matrimonio y de la familia Su poder creativo para que lo custodiase y lo administrase. Asi, el cuidado del amor y de la vida son el primer punto y el esencial de la misión de la familia. De este primer punto se desprenden los otros tres aspectos: la formación de una comunidad de personas, la participación en el desarrollo de la sociedad, y la participación en la vida y misión de la Iglesia.
El matrimonio y la familia pertenecen a una comunidad socio-cultural definido con la que se identifica bien sea por raza, por religión, por nacionalidad, o por la mezcla de todos los elementos anteriores. Esta comunidad va aconstituir su marco de referencia y las circunstancias historicas de esa comunidad van a definir su pertenencia a la misma (Gordon, 1964).
El Censo del año 2000 plantea que el 40 % de los Hispanos encuestados residentes en los Estados Unidos habÃan nacido en un paÃs Latino Americano. Es decir, que casi la mitad de los Hispanos están enfrentando las obvias consequencias de establecerse en un medio ambiente totalmente nuevo y distinto tanto a nivel económico como social, cultural e incluso ecclesial.
A la desorientación inicial normal se une la confusión que acarrea las diferencias de idioma, valores, costumbres, formas de relacionarse, etc, asi como la urgente necesidad de cubrir las necesidades vitales de empleo, vivienda, abrigo, salud, escuela para los hijos, y la falta de guÃa práctica en la comunidad que ayude a sortear estas dificultades con prudencia y caridad.
Cuando revisamos los estudios cientÃficos llevados a cabo con los matrimonios y con las familias immigrantes Hispanas vemos que el proceso de transición cultural que sigue al momento de la migración conlleva que la propia identidad de la persona sea puesta a prueba, y que se crean interrupciones, estancamientos, retrocesos, deterioros y reacciones negativas dentro de las dinámicas de crecimiento psico-social y de madurez no solo en las personas migrantes sino, sobre todo, en los matrimonios migrantes y en las familias migrantes.
En la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (77) el Papa Juan Pablo II desea que las familias de emigrantes puedan “tener la posibilidad de encontrar siempre en la Iglesia su patriaâ€, donde sean asistidas en su propio idioma y cultura. De ahà que Pensando en Ti tiene un espacio especial para acompañar y sostener a los matrimonios y las familias immigrantes Hispanas en trancisión cultural.
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Revisando los libros de historia vemos que la migración es un fenómeno social tan viejo como la humanidad. El pueblo judÃo, de cuyas tradiciones se nutre nuestra fe cristiana, es un ejemplo vivo de la añoranza y el anhelo de un pueblo peregrino, fuera de su tierra, migrante. “La familia de Nazaret, desterrada -Jesús, Maria y Jose-, emigrantes en Egipto, refugiados allà para sustraerse de la ira de un rey impÃo, puede ser el modelo y el consuelo de los emigrantes y de los refugiados de todos los tiempos y lugares , y de todos los prófugos de cualquier condición que, por miedo a las persecusiones o que acuciados por la necesidad, se ven obligados a abandonar la Patria, los padres queridos, los parientes y gratos amigos para dirigirse a tierras extrañas” (Pio XII).
Mucho ha preocupado y preocupa a la Iglesia y a las organizaciones internacionales mundiales la suerte de los emigrados de forma tal que en casi todos los paÃses existen oficinas de atención a quienes por razones económicas, polÃticas, sociales y hasta culturales salen de sus paÃses para reiniciar en otras tierras sus vidas.
La familia Hispana en los Estados Unidos está entre dos culturas. Necesita una mano orientadora y un abrazo estimulante para encontrar la respuesta concreta y objetiva que le permita el ajuste a las difÃciles y penosas situaciones que conlleva la adaptación a un nuevo medio ambiente económico y socio-cultural.
Ese medio ambiente que nos moldea de forma tÃpica está formado por el idioma y los modismos, las tradiciones y costumbres, la organización de las comidas, la distribución del tiempo, la determinada jerarquÃa que le damos a nuestros valores sociales, los objetos materiales especÃficos que le dan simbolismo al paÃs natal -en mi caso especÃfico, la estrella solitaria, la palma inhiesta, el zapateo repiqueteante, el aromático buchito de cafe negro, la guayabera, el mantón, el colibrà y la mariposa.
Ese medio ambiente social no sólo nos moldea sino que nos penetra de forma tal que llega un momento en el desarrollo de la vida de cada uno de nosotros en que al comprender que tenemos una identidad (un yo propio que nos distingue de los demás) definimos esa identidad personal con dos rótulos: “fulano de tal” de “más cual lugar”.
Cuando una persona o familia se plantea las necesidades polÃticas, económicas, sociales o culturales que le llevan a emigrar además de valorar la importancia y trascendencia que para sà y para los suyos conlleva este paso tendrá que desgajar ramas que forman parte de su árbol personal. Tendrá que dejar detrás el sillón donde meció a sus hijos, los libros con que estudió y los que leyó, los recuerdos que detenÃan el tiempo en una fecha significativa. Tendrá que dejar las plantas que cuidaba y regaba, ante las que se alegraba cuando encontraba que, resistiendo el invierno (aquel nuestro cálido invierno) habÃan dado ya las primeras flores de la primavera.
Como dijera Zenaida Bacardà de Argamasilla “no es lo rico ni lo pobre… es el valor de las cosas de todos los dÃas, que a fuerza de mirarlas y manosearlas, se han vuelto un poco mi persona”.
A esa forma de apego humano, ese poco de alma que ponemos en los objetos que nos acompañan durante años, se une a otro apego, el que sentimos por el lugar o pueblo donde nacimos, por la casa donde crecimos, las calles donde corrimos, los sueños e ilusiones que forjamos… todas las etapas de nuestra vidas. Porque emigrar es crudamente deshacer una vida.
Tradicionalmente la Iglesia ha cuidado del emigrante y peregrino, le ha propiciado no solo el pan y techo material sino que se ha procupado de sus necesidades psicológicas y espirituales. La familia emigrante fue tambien preocupación de Juan Pablo II y para ella pidió especial cuidado: “las familias emigantes deben tener la posibilidad de encontrar siempre en la Iglesia su patria. Esta es una tarea connatural a la Iglesia, dado que es signo de unidad en la diversidad” (Familiaris Consortio).
Sabiendo que el momento de la migración es un momento de inseguridad total, de vacilación, de depresión, de anonadamiento, la Iglesia y la Sociedad deben tender sus manos jardineras, brindando respuestas que ayuden a la comunidad hispana emigrante a encontrar nuevas alternativas en el mantenimiento de su fe, de su identidad cultural, de la unidad familiar.
Publicado en el Periódico Nuevo Amanecer de la Diócesis de Brooklyn, NY 1 de Octubre 1983.
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El lema “sin comunicación no puede existir relación” es indudablemente una realidad.
Uno de los signos de que el hogar se puede venir abajo suele ser la ruptura o falta de comunicación entre los miembros de la familia. Casi siempre el final está cerca cuando comienza a entrar el silencio, o cuando las preguntas y respuestas se van haciendo tensas, o el beso de llegada o de salida se hace habitual, o los diálogos se hacen totalmente formales.
Asi vista la familia se convierte en un inter-esfuerzo por ser y existir de dos y de los frutos de esos dos. Solo de la inter-acción, del inter-esfuerzo, de la comunicación surgen los sentimientos conyugales, paternales, filiales… surge el sentido de familia, del hogar debemos sentir todos los que llevamos algo más que un apellido común.
Solo esta familia, la que tiene conciencia clara de sÃ, de su roce social, de las responsabilidades asumidas espotáneamente, es la que es una institución social. La otra… es forma no contenido. Y la forma sin contenido desaparece al menor roce o choque con los facotres internos o externos que nos rodean.
Como institución social que es, el matrimonio, y más tarde la familia, está regulado por una serie de leyes y principios que le determinan sus fines y medios para lograr estos fines asi como sus responsabilidades y derechos en el grupo social. Por eso se dice que el matrimonio es una institución legal.
La plenitud del ser humano se alcanza cuando este o esta es capaz de dar… Cuando la persona alcanza la madurez fisiológica y psicológica que le capacitan para dar vida e iniciar en ambos los padres que reproducen y los hijos que nacen periódos de desarrollo integral que duraran hasta el momento de la muerte. Por eso se dice que el matrimonio ofrece la posibilidad de alcanzar nuevos “hitos” sociales al adquirirse nuevos papeles a llenar: el de esposo/esposa y el de padre/madre. Por eso se dice que el matrimonio es la institución bio-psico-social.
Para hablar del matrimonio hay que distinguir el proceso de conocerse y cortejarse, del momento de la boda, del perÃodo de la luna del miel, y por último del estado matrimonial per se que se asume que es para toda la vida.
La comercialización y la propaganda han creado alrededor de los grandes momentos en la vida del ser humano toda una serie de parafrenaria cubriendolos de tantos detalles que las ceremonias esenciales se han vuelto superficiales y se ha perdido el sentido esencial de lo que está sucediendo. Los pequeños pero imprescindibles reglas a cumplir “socialmente” para casar bien a la hija o al hijo ocupan de forma tal la atención y las energÃas de todos los que participan en el proceso que se pierden los verdaderos pasos esenciales que nunca deben faltar para que ambos miembros de la pareja vivan el proceso de “casarse” a conciencia, y para que se preparen a fondo, estudiando todos los aspectos que el matrimonio conlleva. Asi la boda, preámbulo del matrimonio se convierte por sà mismo el acontecimiento en lugar de ser el matrimonio el paso esencial y la boda el testimonio del compromiso ante Dios, la sociedad, la familia y ante ellos mismos. Y, la presión “por no quedarse” “porque ya tus amigos/amigas lo han hecho” precipita el proceso de la elección no llegándose a valorar concienzudamente las preguntas de ¿son nuestros valores y formación moral compatibles?, ¿ha dado señales de madurez psicológica y social como para empezar una vida con el o con ella?, ¿ ha demostrado responsabilidad consigo mismo, con su familia, con la sociedad ?¿ es capaz de trabajar en su propio crecimiento psicológico y espiritual ?, y muchas mas preguntas que más tarde los consejeros matrimoniales tendran hacerles cuando los problemas normales de crecimiento y de ajuste matrimonial escalan y se convierten en situaciones “intolerables” que meritan una separación.
Existe una posición cientÃfica que plantea una tendencia innata (es decir, que nace con la persona) a una vida social pobre cuya vida afectiva no se enriquece ni disfruta de la relación social. La historia y la literatura dan buenos ejemplos de sujetos como estos. Son aquellos que tienen una abundante y rica vida interior, en quienes los intereses sociales no están desarrollados plenamente. Estos sujetos no se sienten inferiores por ser asi, y son capaces de llegado el momento tener intercambios sociales normales sin que essto les produzca tensión.
Esta otra posición se basa en factores psicológicos, generalmente factores ambientales que existen en el hogar o fuera de ellos.
La disciplina para ser efectiva necesita que quien la ejerza sea un modelo disciplinado de la actividad. Que más que decir, ejemplarize la norma. Este ser lo que decimos que se debe ser contribuye a crear un ambiente de estables y sanas relaciones en el hogar. Cuando el padre dice algo y la madre le quita la razón, cuando la madre plantea una pauta a seguir y la abuela a espaldas de la madre ayuda al niño a desobedecerla, cuando el padre o la madre dicen y se contradicen… no hay consistencia en la educación. Y cuando no hay consistencia en el hogar, el niño no sabe cómo o cuando debe actuar, ni cuando puede no actuar. Y asi se va aislando, alejándose poco a poco, de las situaciones que le exigen definición en la actuación.
Sluzki in 1979 developed a model for understanding immigrants before and after migration. According to Sluzki, the continuum of the process of migration can be broken down into discrete steps. Similarly, despite the culture and the circumstances of each family, “The process of migration, both across cultures and across regions within cultures, presents outstanding regularities” (p. 380). He differentiated five stages in the process: preparatory stage, act of migration, period of overcompensation, period of compensation, and transgenerational phenomena.
Gonzalves (1992), using primarily Latin American refugees, summarized the Grove and Torbion model as a theoretical basis for understanding the psychological stages through which refugees pass as they establish links to the new culture. He provided a practical application of the three psychological constructs that Grove and Torbion applied to individuals functioning successfully in their homeland. Both Gonzalves and Grove and Torbion postulate the existence of four resettlement stages that may be applied to understand the experiences of refugee families. These two models relied solely upon the authors’ experience working with immigrant and refugee families.
Using both the qualitative data derived from the 35 interviews done on Marquez (2000)’s study and some descriptions and features of the transitional models mentioned before, the researcher designed a model where each of the migratory-acculturative processes described by the families interviewed has its own space. The placement of the parents along the continuum after migration was not based on their length of time in the United States but on the full appraisal done by the researcher of the feelings and attitudes reflected by the parents during the process of interviewing.
In an attempt to represent graphically the continuum between both processes using a 180-degree semicircle curve, it is divided into two major halves to encompass (a) the stages developed in the native sociocultural environment, and (b) stags developed in the host sociocultural environment (Figure 1)
Preparatory Stage (Sluzki) or Period Before the Migration Event
1. Awareness of the situation: Parents perceived the opportunity to better themselves and to provide better educational opportunities for their children as the primary purpose for coming to the United States. Other parents became overwhelmed by political events beyond their control because of threats to their lives, disappearances, or the outbreak of war. Family reunification, better own education, and medical reason
were also reasons stated by the sample studied (all cases but 11b).
2. Discernment process: Only 6 of the 16 cases who are currently married migrated together to the United Stats. For these six cases the process of discernment involved contemplating the possibility of dismembering the family, either because one member of the couple migrated alone or because the couple left their children behind (Cases 12 and 20).
In the four cases (1, 7, 9, 3) where the husband came first and later helped his wife and children to migrate, the discernment process was precipitated by the presence of other family members in the United States (who also migrated alone, leaving their nuclear family behind), and by the need to test the risks involved in the process of entering illegally into the United States. Parents’ responses present the step of discernment as a very brief stage in their movement from one country to the other. Usually the mothers elaborate more than the fathers on it.
3. Decision making: This step involves concrete moves by family members toward a commitment to migrate; for example, visiting and applying for a visa at the consulates of the United States in their countries or with the contactos to find a safe way to migrate through the border. Seven of the 35 parents stated that the decision was a joint family decision, but six parents (one husband and five wives) stated that the decision was made by their spouses. These six parents stated their discomfort with this fact and acknowledged how that situation had affected the harmony of their family life later. One parent came in his adolescent years with his mother.
4. Disengagement procedures: All families interviewed said that they anticipated periods of loneliness and rootlessness, but none of them foresaw the move to the United States as a period of crisis that would encompass changes, modifications of their lifestyle, and even going through processes of renegotiation of their own personal identity and of their family internal organization. All families stated that they never anticipated staying in the United States for more than a “few years.”
Act/Event of Migration
Although the very fact of migration constituted a brief transition from one airport to another for 22 parents of the sample, for 13 other parents the act proper took a considerable time, risks, and emotional as well as economic effort. Those parents who migrated legally always had access to institutions in the country of adoption, whereas the others who migrated illegally experienced mistrust and alienation from mainstream institutions until their situation became level. The majority of these immigrant families managed to establish and maintain a relative moratorium on the process of acculturation and accommodation for months.
Period After the Migration Event
1. Cultural and social isolation (called by Gonzalves, 1992, early arrival) (1w, 3h, 3w, 8h, 19w). Parents began to feel the stressful nature that the move carried. The difference in language, education, and life style accentuates the difficulties and may lead to isolation from the mainstream society. As happened with 8w (3 years in the United Stats), she and her family became progressively enmeshed within their own extended family network and their ethnic group network.
Parent 3h has experienced difficulty in adapting the old family functioning rules and he was also unable to adopt or develop new family rules conducive to effective functioning in the new country; thus he has increased emotional restrictions around his wife and daughters and is imposing the traditional values in a rigid manner.
Parent 19w migrated alone with no relatives in the United States; the loss of an extended family support precipitated her feeling of incompetence and doubt about individual and collective abilities to cope effectively with the new culture. On the other hand, 8h migrated alone to meet here with his wife, child, and his wife’s extended family. Although he expressed feelings and difficulties similar to those of the other four parents, he appears to be less stressed and fearful than they are.
2. Cultural confusion and conflict (called destabilization by Gonzalves, 1992, and period of decompensation or crisis by Sluzki, 1979) (1h, 5h, 5w, 6h, 9h, 9w, 14h, 15h). This stage is characterized by upset and crisis, usually associated with a sense of rootlessness (Sluzki, 1979) and the inability of the family to mourn the loss of the old country (4h, 5w, 9h, 9w). According to Gonzalves (1992), the cognitive and behavioral destabilization are crucial in making possible the intercultural learning in order to make sense out of the new culture. The parents’ expressions regarding changes against mainstream culture (1h, 9h) or toward mainstream culture (6h, 15h) are good examples of the confusion and conflict (9w, 14h).
Variations in the adaptation rates tend to be more evident between members of the couple that migrated at different moments (Case 6), between parent/child(ren) (Case 1), and between the grandparent/grandchild(ren) (17w). Three of the wives stated this difference threatened the marriage stability of three cases ending in divorce (2w, 13w, 16w).
Grandparents of Cases 7, 8, and 16 not only found themselves under the pressure of being “parental substitutes” while grandchildren clearly fought against being accountable to their “old-fashioned” grandparents, but they felt the burden of having the sole responsibility for the chores at home. In addition, newly arrived members of the extended family, either grandparents or other relatives who are incorporated into the family system while “they are finding their own way in the society, ” interrupt the healing process, adding more stress to the situation (Cases 12 and 16).
On the other hand, as parents begin to receive new cultural information and/or to experience different cultural perspectives, they challenge parents’ accepted values and beliefs formed in the native sociocultural environment. The reaction may be an attempt to get in touch with one’s history, culture, traditions, and to use as a reference group one’s own culture (6h).
3. Ambiguous feelings toward self, the new society, and the group left behind (7w, 10w, 11w, 12h, 12w, 16w, 17h, 17w, 18w). Also as a result of both new cultural information received and new cultural perspectives experienced, immigrant families have to accept the ineffectiveness of a very important linkage of their identities: their already attained capabilities and aptitudes to function in society (17h). Consequently, their self-confidence deteriorated and they need to begin a process of renegotiation of their identities.
Other sources of conflict arise when the family finds discrepancy between what was originally expected and the realities of life in the new country, as well as the acknowledgment by family members of his/her unmet needs with regard to the extent of the advantages derived from migration (12h, 12w, 17h, 17w).
The attachment or loyalty to their native culture may influence the way in which these immigrants perceive their own internal resources, adapt to their new environment, and make plans for the future (7w). For children who are recent immigrants there is a need to adapt to the new culture in order to fulfill family search for a better life and to show their appreciation to their parents (17).
4. Confronting conflicts and searching for solutions (called exploration and restabilization by Gonzalves, 1992) (2w, 8w, 10w, 11h, 11w, 13w, 15w). The major characteristic of this stage is the attempts of immigrants to bring the two cultures together and to tolerate the conflict and anxiety of crossing cultural boundaries. New cultural behaviors will become integrated both into family customs and into the self-concept (valued by the individual). At the same time, remaining linked to one’s own ethnic group is essential for maintaining feelings of continuity with the past and for obtaining information and feedback about new learning strategies (8w, 10w).
5. New sense of belonging (called return to normal life by Gonzalves, 1992) (4h, 4w, 6w, 10h, 20h, 20w). In this stage, individuals experience a sense of self-fulfillment with regard to cultural identity (10h: “I am Mexican American”). Conflicts and discomforts experienced before have been resolved, allowing greater individual control and flexibility. Parents 4h, 4w, and 6w, for example, explained how they selected the particular values of their native culture to retain as part of their self-concepts and how they came to respect and understand the values of their new country. For all of them the positive side of the experience outweighs the disruptive nature of the stress and how they emerge from the process with new individual and collective strengths. However, it is clear that their adjustment has been in dependence on the extent to which the reasons for migration become a reality. In addition, the relative economic stability has freed them to confront the painful feelings and memories that were suppressed in the service of learning to live in a new environment.
Implications
The process of acculturation experienced by immigrant Hispanics has been the topic of interest to a great number of investigators in recent years, especially in the states of California, Florida, and New York, ports of entry for a large number of immigrants. In these states during the last 2 decades there has been a steady influx of Hispanic, Haitian, South Asian, and other ethnoculturally diverse families. It is very probable that the social institutions most affected by these changing demographics are the private and public schools that have received and continue to receive the children of those immigrant families. For these families, the school has had to perform an extraordinarily difficult role, that of serving as “an intersection between the home culture and the mainstream American culture” (Provenzo, 1985, p. iii).
Esquivel (1985) recommends that practitioners serving children whose culture the school psychologist does not know perform a careful evaluation of the child and the family. Consequently, professionals in the educational field should be aware of the consequences that the migratory and the acculturative processes have on these families. This is especially true for those immigrant families from countries that have undergone social and economic outbursts. As the review of literature and this study illustrated, both processes can produce family disorganization and the likelihood of persistent handicaps in its members due to language barriers, lack of knowledge of rules and regulations, limited financial means, and lack of adequate reference groups.
One of the two end products of the present study is a qualitative semistructured bilingual questionnaire. As was mentioned in Chapter III, the content validity of the questions was initially examined by two independent bilingual professionals in the social studies field. The Immigrant Family Acculturative Interview (IFAI) can be used in the future as an instrument not only to assess the acculturative process of immigrant Hispanic families within its own particular context and circumstances, but to tailor the possible responses to help them in their specific circumstances. Future research can also find the psychometric characteristics instrument so it can be used not only for qualitative, but for quantitative, studies.
Based on Marquez’s study (2000) study it appears that the possible responses to immigrant families in cultural transitions may range from a combination of information, education, opportunities for emotional ventilation and support, contact with other families who have similar difficulties, professional availability during times of crisis to the creation of intermediary structures that mediate between the individual family and the new culture.
Education is an important step in regaining the sense of belonging. When a person enters a new or strange society with its own ready-made rules for behavior, new and more appropriate behaviors must be learned to fit into the new group. By encouraging a family educative environment the confusing ambiguity of its members is probed rather than avoided, and both parents and children not only maintain a sense of self-meaning and worth but also learn to cope step by step with the challenges of the new and different environment. Finally, the provision of factual information helps the different generations gain an understanding of what is expected within each other’s worlds, and the rules and norms by which each group behaves.
As this study found, intermediate structures like schools and churches are very important in the first years after migration. The review of the literature stated that the interaction with those social structures are dropped as the family is less in need of structural support and is more able to profit from direct exposure to the new environment. However, the continual interaction that immigrant families have with both environments within those structures, and the short- and long-term consequences of such interactions pose a challenge to research the nature of these dialectic and transactional influences.
The second end product of the present study is a comprehensive model applicable to immigrant Hispanic families in cultural transition and interacting with a multiethnic society. The purpose for developing this model is to provide the opportunity to study the different stages that precede and follow migration and, based on parents’ responses, to describe some of the features that appear to be related to each one of those stages. Future studies could address the aforementioned model, its stages, and characteristics and factors that intervene in favor or against the acculturative process of the ethnic families. Consequently, the current study is a step forward in providing a framework that can be tested by both qualitative and quantitative studies, but it can also guide the development of more effective interventions for immigrant Hispanic families in cultural transition.
This study has contributed to illustrate a new perspective on the process of acculturation when it describes how the interaction between Hispanic parents and both sociocultural environments, the host and the native, have influenced their process of adjustment after migration. Second, the sample presented the viewpoints of immigrant parents from eight Latin American countries. The specific length of time in the United States selected for the sample of this study (from 2.8 years to 25 years) provides comprehensive information about what happens during the first years after migration. The sample also had a significant number of parents (13 out of 35) who entered the United States illegally and who are currently, at least, legal residents with stable jobs–some of them are owners of their own small businesses–and who presented themselves as responsible members in the community where they currently live.
As was stated before, qualitative research offers no opportunity for replication as is possible with quantitative research. However, the data obtained from this study will remain as a rich source of evidence that can be used again, even as part of another study. The close-up description of immigrant Hispanic parents in their real-life context can be useful as a framework for generating and testing hypotheses. In addition, the review of the findings presented in Chapter IV offers a full range of opportunities and perspectives to uncover new meanings and relationships to both processes, migration and acculturation.
The researcher agrees with Vega (1990) who recommended systematic ethnographic studies regarding language and the role it plays in preserving family practices and ethnic identity. Similarly, complementary studies using a common theoretical framework would show how the historic and economic circumstances of different ethnic Hispanic groups determine the characteristics of their migration and, furthermore, influence their disposition to follow through the process of acculturation. Finally, further research is needed on the construct and theories of the process of acculturation of immigrants when the host American reality is no longer monocultural but multicultural. Similarly, this study postulates that the influence that the so-called Hispanic culture has as a major contributor to the cultural life of the community is an important factor to be considered in further research on the acculturation of Hispanics in certain areas of the United States.
Finally, the results of Marquez’s study (2000) offer preliminary support to the utility of qualitative research in studying processes that occur over a period of time and where more than one factor has an influence on it.
(This model as well as its implications are the conclusion of the 2000’s Doctoral Dissertion of Gelasia Marquez, Ph.D, )
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La familia sana es el medio ideal para satisfacer las necesidades básicas esenciales del niño, pero a veces surgen o existen en ella situaciones que perjudican o que interrumplen el cumplimiento de esta satisfacción facilitando asi la formación en el niño formas enfermizas de reaccionar. Las peleas entre los padres, el alcoholismo, la crueldad en las formas de castigar o entre comillas disciplinar, el descuido en el trato, la protección exagerada, la sobre-exigencia son algunos de estas situaciones ambientales que vemos con más frecuencia en nuestro medio ambiente social.
La relación entre padres e hijos es la relación interpersonal más significativa para las pesonalidades en formación, es la que mayor influencia ejerce en la salud mental de los hijos. Ahora bien, la actitud que los padres tienen hacia sus hijos suele estar influÃda en gran parte por su propio grado de satisfacción y de conformidad que ellos han logrado obtener en sus propias vidas. Por eso no es raro que los padres transplanten a la relación con sushijos los conflictos no resueltos que surgieron en la relación con sus propios padres. Las hostilidades y los resentimientos que provienen de tal fuente, pueden formar p llegarte -generalmente a ninvel inconsciente- de las relaciones que estos nuevos padres establecen con sus hijos y el resultado de estas relaciones ejerce un efecto nocivo sobre el crecimiento y el desarrollo social de los hijos.
El cuidado excesivo de los hijos es mucho más frecuente que el descuido pero los resultados son igualmente nocivos. La sobreprotección en todas las fases de la vida infantil incluyendo vestido, salud, comidas, juegos y asociación con otros niños, impide que ests desarrollen la independencia, la responsabilidad social, y la madurez de sus personalidades esenciales para lograr una adaptación adecuada. Los padres excesivamente solÃcitos, en su angustia para proteger a sus hijos contra daños reales y daños imaginarios, suelen reprenderlos y amonestarlos constantemente. Las investigaciones relacionadas con este tópico suelen reflejar que estos hijos protegidos de todos los riesgos normales y habituales de la vida se vuelven dependientes, infantiles y con frequencia hostiles. Al carecer de la plena satisfacción de los placeres asociados con la niñez suelen ser llorones y a veces mentirosos.
Al pasar los años siguen tratandoloscomo si fueran indefensos niños que no saben enfrentar la vida y necesitan la continua conexión con los padres para tomar decisiones y administrarse en la vida con responsabilidad. Crecen estos hijos no como personas responsables sino como personas parcialmente responsables y asustadizas ante las normales demandas de la vida y de la sociedad.
Levy señala que los padres sobre protectores educan al niño de forma indulgente o dominante. Los hijos de padres sobre protectores indulgentes prolongan sus demandas y sus esperanza infantiles en lugar de sobrepasarlas conforme se acercan a nuevas etapas de sus vidas. De ahi que resulta difÃcil disciplinarlo en otras situacione sociales (escuela, grupos juveniles) y su conducta se caracteriza por desobediencia, berrincles, una acitutd exigente de tipo agresivo y diversos grados de conducta tiránica.
Los problemas que se presentan en los hijos de padres sobreprotectores dominantes son principalmente patrones de angustia, actitudes de miedo, timidez y conducta sumisa. En ambos casos la sobreprotección actúa comtra las influencias externas que hacen que los hijos crezcan y lleguen a adaptarse en la sociedad.
Publicado en el periódico El Sol de la Florida, 14 Noviembre 1981.
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Muchas veces me he preguntado y me han preguntado si necesitan los padres hispanos recibir orientaciones relacionadas con la educación de sus hijos. No podemos contestar esta pregunta sin antes no poner todas las cartas sobre la mesa y asi, verdaderamente, entender la situación de las familias immigrantes hispanas que viven en los Estados Unidos y que estan pasando por el proceso de transición de un medio ambiente socio-economico cultural a otro.
Empecemos diciendo que toda persona y toda familia crece emocional, social y espiritualmente por medio de crisis. Y que cuando la persona o la familia se mueva de una cultura a otra o de un medio ambiente economico-polÃtico-cultural y social a otro la situación de crisis alcanza una magnitud mucho mayor en dependencia de varios factores.
La palabra crisis puede ser definida de una forma práctia: la crisis surge cuando en el desarrollo emotico y psico-social de la persona surge una situación o un reto que es nuevo o diferente a lo vivido por la persona, este algo nuevo es la mayorÃa de las veces, inesperado. Esta situación nueva es capaz de interrumpir el ritmo de equilibrio que la persona tiene en ese momento. Una crisis no conlleva necesariamente una reacción o una respuesta negativa. Los caracteres chinos que se usan para escribir la palabra crisis son: el signo que simboliza la palabra peligro y el signo que simboliza la palabra oportunidad. Por eso se dice que la crisis es una oportunidad de crecer, de mejorar, de cambiar, … pero si no sabemos enfrentar la situación de crisis puede convertirse en un estado de crisis… con las consiguientes consequencias de ansiedad, de tensión, de rabia, de impotencia, de depresión.
La situación de crisis pasa por diferentes etapas:
aparece una situación nueva/diferente que no sabemos cómo solucionar, que nos produce tension en nuestras interacciones y que nos reta a buscar nuevas alternatives (es decir que nos obliga a crecer);
ante lo desconocido, la persona siente signos de desorganización interna tanto emocionales como cognitivos;
a persona hace intentos por resolver la situacion nueva que se le ha presentado usando las respuestas que el o que ella conoce y que han sido usadas anteriormente de forma satisfactoria. Al ver que no sirven en esta ocasión la persona comienza a ir adaptando las respuestas ya usadas a los nuevos retos;
finalmente, la persona encuentra la respuesta adecuada que le hace sentir satisfecho, sin tensiones, adaptado. Y por consiguiente, la persona crece a una nueva etapa de su vida.
Aunque las crisis pueden ser personales, ellas envuelven a toda la familia. Por tanto, la crisis de un miembro de la family ofrece la oportunidad de crecer a toda la familia al reorganizar sus relaciones interpersonales, revalorar sus formas de conducta y de responder como grupo y les acilitar la oportunidad de como grupo, estar major preparados para enfrentar problemas en el futuro. Las crisis personales acarrean sÃntomas que todos en la family sufren. No olvidemos que las crisis conllevan desorganización emocional y cognitiva que se expresan en forma de inseguridad, ansiedad, tensión… y en casos extremos pueden ir acompañadas de regresiones temporales en algunos de los miembros. El ejemplo más frecuentemente usado es cuando el niño de 3 años empieza de nuevo a hacerse pipi en los pantalones o en la cama despues del nacimiento de su hermanita. O como cuando el adolescente se comporta como un niño con perretas a raiz del divorcio/separación de sus padres.
La tarea universal de ser padres abarca no solo cubrir las necesidades fÃsicas o fisiológicas sino tambien las necesidades emocionales de seguridad, de estabilidad y de afecto. Sin olvidar las necesidades sociales y las espirituales. .El cuidado de los padres debe ir encaminado no solo a satisfacer las necesidades de sus hijos, sino tambien a suplir sus capacidades inmaduras en formas distintas de acuerdo a cada etapa del proceso de desarrollo y crecimiento que esten atravesando. Más aún es deber de los padres el proveer a sus hijos las oportunidades necesarias para que puedan ir desarrollando sus capacidades cognitivas, emotivas y volitivas a l medida que ellos estan listos para hacerlo.
Para que sea funcional, efectiva, y sana la relacion entre los padres y los hijos necesita ir continuamente cambiando de acuerdo con las diferentes etapas que atraviesan los hijos en el desarrollo psico-social de sus personalidades.Por tanto, para que los padres puedan cumplir con las tareas y deberes inherentes a su responsabilidad de padres, necesitan no solo conocer sobre el desarrollo de sus hijos y las diferentes necesidades que ellos tienen en cada etapa sino, sobre todo, tener la capacidad empática que le permita adaptar sus formas de relacionarse con ellos a los diferentes momentos de sus procesos de desarrollo y crecimiento.
Para terminar, no olvidemos estos dos principios que no pueden faltar en una buena relación padres-hijos::
mientras crecemos, es decir, mientras nos movemos de una etapa a otra de nuestro desarrollo psico-social estamos continuamente buscando de forma inconsciente el equilibrio, el balance, entre nuestra busqueda de la autonomÃa y la sana interdependencia familiar y social. De ahi que, solo las familias con estructuras estables –pero flexibles-, pueden brindar las condiciones necesarias para que los hijos adquieran sus propias identidades sin perder su cohesion emocional con el nucleo familiar.
la calidad de las relaciones padres – hijos va a ser la influencia mas profunda y determinante del desarrollo emocional de estos. La vulnerabilidad a la frustración, el nivel de agresividad y de hostilidad, la ansiedad, el sentido de desamparo y de desesperanza, y la forma en que los hijos enfrenten las situaciones limites durante el resto de sus vidas va a depender de estas relaciones.
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