El Papa Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (65) describió el  ministerio  pastoral hacia el matrimonio y  la familia como un “acompañarles en su caminar a través de las diversas etapas de su formación y desarrollo”.

Las Ciencias Sociales y la experiencia nos enseñan que tanto las personas como los matrimonios, desde su mismo inicio, pasan por fases de crecimiento que son predecibles. De igual manera, todas las familias, desde su mismo inicio,   pasan por fases de crecimiento que son predecibles.

Cuando hablamos de crecimiento queremos decir la incorporación de formas nuevas de ver, de entender, de relacionarse, de comunicarse, de tomar decisiones, de actuar dentro de la experiencia matrimonial y familiar. El crecimiento  abarca al ser humano en su conjunto: su vida emocional,   cognitiva, social, cultural de los miembros de la pareja o de la familia. Como resultado estos cambios se reflejan en las dinámicas y cohesión matrimonial y familiar, en  el reajuste de las relaciones emocionales, o en la concientización de las nuevas necesidades que obligan a cambiar las dinámicas internas de la relación.

El crecimiento dentro del matrimonio y de la familia conlleva un período inicial llamado crisis. La palabra crisis se asocia con las palabras reto, cambio, desbalance, inestabilidad. La crisis es una oportunidad de crecimiento pero puede ser tambien una oportunidad de estancamiento y de deteriorizacion en las relaciones matrimonionales y en las relaciones familiares.
Los ciclos de crecimiento del matrimonio y de la familia atraviesan crisis esperadas o predecibles pero la magnitud o el impacto que estos momentos de crisis tiene en los miembros no es igual para una pareja que para otra o para una familia que para otra. Muchos factores individuales y sociales intervienen para  facilitar o para entorpecer los cambios necesarios para hacer realidad los procesos de crecimiento.

Además de las crisis predecibles a veces surgen crisis no esperadas. Entre las crisis no esperadas hay varias que suelen ser de gran impacto por su trasncendenca. Por ejemplo, para los padres la muerte de un hijo, para la familia una situación de separación entre los miembros de la pareja, la aparición de una enfermedad terminal a temprana edad, la pérdida del trabajo cuando hay un solo proveedor en la familia, y la migración con el consiguiente periódo de ajuste y aculturación a las nuevas condiciones de vida.

Tanto el matrimonio como la familia tienen una misión que llevar a cabo. Esa misión puede ser vista desde diferentes perspectives pero todas ellas son complementarias. Asi, el documento Familiaris Consortio (17)  nos recuerda que Dios puso en manos del matrimonio y de la familia Su poder creativo para que lo custodiase y lo administrase. Asi, el cuidado del amor y de la vida son el primer punto y el esencial de la misión de la familia. De este primer punto se desprenden los otros tres aspectos: la formación de una comunidad de personas, la participación en el desarrollo de la sociedad, y la participación en la vida y misión de la Iglesia.

El matrimonio y la familia pertenecen a una comunidad  socio-cultural definido con la que se identifica bien sea por raza, por religión, por nacionalidad, o por la mezcla de todos los elementos anteriores. Esta comunidad va aconstituir su marco de referencia y las circunstancias  historicas de esa comunidad van a definir su pertenencia a la misma (Gordon, 1964).

Las Ciencias Sociales han asignado cuatro tareas al matrimonio y a la familia. Ella son: la tarea de reemplazar los miembros de la comunidad por medio de la función de la reproducción, la tarea de preparar a los nuevos miembros de la familia para su introducción en la comunidad ethnica y cultural a la que pertenecen, la tarea de cubrir las necesidades básicas fisiológicas y psicológicas de los nuevos miembros para que éstos alcancen su la plenitud de sus capacidades, y la tarea de contribuir a la socialización y enculturación de sus miembros para que ellos puedan ser miembros plenos de la comunidad a la que pertenecen (Winch, 1977). Para poder llevar a cabo estas tareas el matrimonio y la familia necesitan estar en una cantinua relación e intercambio con el grupo comunitario al que pertenecen (Bronfenbrenner, 1986). Esta relación entre el matrimonio y la familia con la comunidad en que vive debe ser recíproca, donde ambas partes se articulen la una con la otra y se reconozcan y apoyen mutuamente.

El Censo del año 2000 plantea que el 40 % de los Hispanos encuestados residentes en los Estados Unidos habían nacido en un país Latino Americano. Es decir, que casi la mitad de los Hispanos están enfrentando las obvias consequencias de establecerse en un medio ambiente totalmente nuevo y distinto tanto a nivel económico como social, cultural e incluso ecclesial.

A la desorientación inicial normal se une la confusión que acarrea las diferencias de idioma, valores, costumbres, formas de relacionarse, etc, asi como la urgente necesidad de cubrir las necesidades vitales de empleo, vivienda, abrigo, salud, escuela para los hijos, y la falta de guía práctica en la comunidad que ayude a sortear estas dificultades con prudencia y caridad.

Cuando revisamos los estudios científicos llevados a cabo con los matrimonios y con las familias immigrantes Hispanas vemos que el proceso de transición cultural que sigue al momento de la migración  conlleva que la propia identidad de la persona sea puesta a prueba, y que se crean interrupciones, estancamientos, retrocesos, deterioros y reacciones negativas dentro de las dinámicas de crecimiento psico-social y de madurez no solo en las personas migrantes sino, sobre todo, en los matrimonios migrantes y en las familias migrantes.

En la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (77) el Papa Juan Pablo II desea que las familias de emigrantes puedan “tener la posibilidad de encontrar siempre en la Iglesia su patria”, donde sean asistidas en su propio idioma y cultura. De ahí que Pensando en Ti tiene un espacio especial para acompañar y sostener a los matrimonios y las familias immigrantes Hispanas en trancisión cultural.

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Revisando los libros de historia vemos que la migración es un fenómeno social tan viejo como la humanidad. El pueblo judío, de cuyas tradiciones se nutre nuestra fe cristiana, es un ejemplo vivo de la añoranza y el anhelo de un pueblo peregrino, fuera de su tierra, migrante. “La familia de Nazaret, desterrada -Jesús, Maria y Jose-, emigrantes en Egipto, refugiados allí para sustraerse de la ira de un rey impío, puede ser el modelo y el consuelo de los emigrantes y de los refugiados de todos los tiempos y lugares , y de todos los prófugos de cualquier condición que, por miedo a las persecusiones o que acuciados por la necesidad, se ven obligados a abandonar la Patria, los padres queridos, los parientes y gratos amigos para dirigirse a tierras extrañas” (Pio XII).

Mucho ha preocupado y preocupa a la Iglesia y a las organizaciones internacionales mundiales la suerte de los emigrados de forma tal que en casi todos los países existen oficinas de atención a quienes por razones económicas, políticas, sociales y hasta culturales salen de sus países para reiniciar en otras tierras sus vidas.

La familia Hispana en los Estados Unidos está entre dos culturas. Necesita una mano orientadora y un abrazo estimulante para encontrar la respuesta concreta y objetiva que le permita el ajuste a las difíciles y penosas situaciones que conlleva la adaptación a un nuevo medio ambiente económico y socio-cultural.

¿Por qué decimos esto?. Veamos. El medio ambiente social del hombre al momento de nacer le va a determinar su idiosincracia psicológica dándole las características específicas de su nacionalidad. Asi vemos que aunque todos somos hispanos, los dominicanos tienen rasgos y cualidades distintas a las de los portorriqueños, y los cubanos se distinguen de los colombianos, etc.

Ese medio ambiente que nos moldea de forma típica está formado por el idioma y los modismos, las tradiciones y costumbres, la organización de las comidas, la distribución del tiempo, la determinada jerarquía que le damos a nuestros valores sociales, los objetos materiales específicos que le dan simbolismo al país natal -en mi caso específico, la estrella solitaria, la palma inhiesta, el zapateo repiqueteante, el aromático buchito de cafe negro, la guayabera, el mantón, el colibrí y la mariposa.

Ese medio ambiente social no sólo nos moldea sino que nos penetra de forma tal que llega un momento en el desarrollo de la vida de cada uno de nosotros en que al comprender que tenemos una identidad (un yo propio que nos distingue de los demás) definimos esa identidad personal con dos rótulos: “fulano de tal” de “más cual lugar”.

Cuando una persona o familia se plantea las necesidades políticas, económicas, sociales o culturales que le llevan a emigrar además de valorar la importancia y trascendencia que para sí y para los suyos conlleva este paso tendrá que desgajar ramas que forman parte de su árbol personal. Tendrá que dejar detrás el sillón donde meció a sus hijos, los libros con que estudió y los que leyó, los recuerdos que detenían el tiempo en una fecha significativa. Tendrá que dejar las plantas que cuidaba y regaba, ante las que se alegraba cuando encontraba que, resistiendo el invierno (aquel nuestro cálido invierno) habían dado ya las primeras flores de la primavera.
Como dijera Zenaida Bacardí de Argamasilla “no es lo rico ni lo pobre… es el valor de las cosas de todos los días, que a fuerza de mirarlas y manosearlas, se han vuelto un poco mi persona”.

A esa forma de apego humano, ese poco de alma que ponemos en los objetos que nos acompañan durante años, se une a otro apego, el que sentimos por el lugar o pueblo donde nacimos, por la casa donde crecimos, las calles donde corrimos, los sueños e ilusiones que forjamos… todas las etapas de nuestra vidas. Porque emigrar es crudamente deshacer una vida.

Cuando emigramos, cuando tomamos los aviones o mojamos las espaldas al cruzar fronteras, cuando hacemos largas filas y visitamos oficinas con fríos y protocolares papeles, estamos removiendo nuestro árbol personal, estamos desprendiéndolo de su tierra natal y ambiental, estamos “poniéndolo en el aire” para volverlo a plantar ese árbol en otro suelo. Para que en este nuevo suelo nuestro árbol personal recobre su color y sea capaz de volver a sostener y trasmitir la vida necesita no sólo una tierra fértil, propicia, sino sobre todo una mano jardinera que la apisone y cobije las raíces hasta “que prenda” y no se seque.

Tradicionalmente la Iglesia ha cuidado del emigrante y peregrino, le ha propiciado no solo el pan y techo material sino que se ha procupado de sus necesidades psicológicas y espirituales. La familia emigrante fue tambien preocupación de Juan Pablo II y para ella pidió especial cuidado: “las familias emigantes deben tener la posibilidad de encontrar siempre en la Iglesia su patria. Esta es una tarea connatural a la Iglesia, dado que es signo de unidad en la diversidad” (Familiaris Consortio).

Sabiendo que el momento de la migración es un momento de inseguridad total, de vacilación, de depresión, de anonadamiento, la Iglesia y la Sociedad deben tender sus manos jardineras, brindando respuestas que ayuden a la comunidad hispana emigrante a encontrar nuevas alternativas en el mantenimiento de su fe, de su identidad cultural, de la unidad familiar.

Publicado en el Periódico Nuevo Amanecer de la Diócesis de Brooklyn, NY 1 de Octubre 1983.

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La personalidad humana puede ser definida como una unidad integral polifacética. Es decir, como el resultado de la unión de muchas formas o expresiones del psiquismo humano que se integran y estructuran entre sí, dando como resultado una conducta específica y sin contradicciones internas.

El proceso de desarrollo e integración de la personalidad se va llevando a cabo a medida que vamos creciendo. Dos componentes del psiquismo humano que tienen un papel muy importante en ese proceso de desarrollo y de integración son la capacidad y el nivel de crecimiento de la vida intelectual y la capacidad y el nivel de crecimiento de la vida afectivo/emocional que tenga la persona. Son estas dos capacidades y estos dos niveles de crecimiento los que facilitan el proceso de conocimiento propio o auto-conciencia. Nunca hacemos suficiente énfasis en la importancia de conocernos a nosotros mismos y es que si no sabemos quienes somos, no nos sentimos independientes los unos de los otros, y no somos capaces de actuar por nosotros mismos.

Las formas primeras de auto-conciencia pueden ser vistas alrededor de los 3 años de vida de la persona humana. A esta primera célula de auto-definición -del “yo soy Pepito”-el niño o la niña va incorporando los comentarios positivos o negativos que le han ido dando y que van a constituir los elementos de su descripción propia -“soy inteligente, soy linda, soy alta, soy buena”-, el cómo soy va haciéndole sentir contento o descontento, seguro o inseguro, amado o rechazado. Los padres, los maestros, los allegados, los amigos van dejando una huella en esa auto-definición. Pero tambien los resultados de la propia actividad. El niño o la niña puede entrar en la escuela con una incipiente auto-definición de “inteligente” que se pone a prueba a través de su comportamiento académico. Asi el niño o la niña va moviéndose hacia la adolescencia, teniendo dos conceptos de sí mismo el que piensa que es y el que le dicen que es. Elementos que a veces estan yustapuestos, a veces están paralelos, a veces están moviéndose en direcciones opuestas. Son estos dos elementos los rudimentos de lo que más tarde será de la auto-valoración.

La escuela es de vital importancia en el proceso de formación de nuestro auto-conocimiento y de nuestra auto-valoración. Cuando el niño o la niña entra en la escuela, trae consigo un conocimiento y una valoración de sí mismo que sin lugar a dudas es subjetiva. Ahora, diferentes representantes de la sociedad, de su código de valores, de su ética quienes le van a ir dando medidas objetivas de quién es y de cómo es. Medida que va a venir dada no por los sentimientos de quienes le quieren, sino por los resultados de su actividad académica, por el nivel de ajuste a las exigencias de la vida escolar, por sus respuestas a los retos y a las exigencias de la micro-sociedad escolar, por su adaptabilidad a la disciplina, a los horarios, por su respeto a los derechos de los demás.

Durante los años de la adolescencia el joven o la joven no solo comienza a contrastar internamente sino a integrar todas las valoraciones luchando por obtener unicidad cognitiva y afectiva. Este proceso de contraste e integración acompaña al ser humano a lo largo de su vida buscando siempre la objetividad en sus juicios. Y es esta búsqueda de lo que es realmente auténtico en sí mismo es lo que hace a la persona ser lo que es en la vida.

En conclusión, la adolescencia es un período muy especial en la definición de lo que llamamos identidad o conocimiento propio. En ese período se unen el yo íntimo (como creo que soy), el yo social (como me dicen que soy), y el yo ideal (como me gustaría ser).

El yo ideal no es impuesto ni por la sociedad, ni por la cultura, ni por la presión familiar. A nivel inconsciente a través de la observación de los adultos, de la imitación de los adultos, del juego en el que personifican los deberes, derechos, deseos, aspiraciones, actitudes de los adultos que le rodean el niño o la niña va identificándose inconscientemente y va creándose su planificación de la vida. Todas las ideas, observaciones, imitaciones se ponen “en juego” durante la adolescencia y juventud cuando los retos sociales ponen al adolescente y al joven a definir su futuro. En muchas oportunidades las decisiones tomadas en la adolescencia y en la juventud son hechas movidas por presiones sociales y pasados unos años el hombre o la mujer madura encuentra nuevas rutas que le atan a sus elecciones o a sus entrenamiento infantiles. Por tanto, la orientación y línea de conducta en la vida -yo ideal se va creando paulatinamente desde la infancia.

Aquellos que estudian el desarrollo de la personalidad y de la madurez de esta personalidad colocan como su punto primordial poseer una escala de motivos de conducta, o una escala de valores, o un plan de vida. Es esta escala de motivos de conducta, o esta escala de valores, o este plan de vida el que permite que no vegetemos en la vida sino que vivamos a plenitud cada instante de nuestra vida.

Publicado en el periódico El Sol de la Florida, Febrero, 1982.

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Generalmente se utiliza el término educación sexual queriendo expresar dos objetivos distintos aunque paralelos. La educación sexual conlleva pues dos aspectos: 1.- el aspecto puramente informativo -proveer al individuo un conocimiento relativo a la sexualidad humana, y 2.- el aspecto formativo -preparar al individuo para desempeñar un rol sexual, dentro de un sociedad determinada. Ambos aspectos estan íntimamente vinculados y, por regla general, en todas las sociedades se expresan ambos indistintamente cuando se identifican y se establecen las normas que deben regir la coexistencia moral de sus miembros.

Por tanto, cuando los niños y niñas desarrollan y aprenden su rol sexual éste estará en dependencia de las normas y de las valoraciones éticas de la cultura social en que nació y está creciendo. Este aprendizaje y desarrollo del niño y de la niña como un ente sexuado es fundamentalmente aprendido en el hogar, en la escuela, y en las relaciones que el niño y la niña establece con los diferentes grupos sociales en que se desenvuelve. Si el hogar es la influencia más notable y decisiva en el desarrollo de la personalidad de los niños y la vida sexual es un aspecto esencial del ser humano integral, el hogar es sin lugar a dudas el sitio idoneo donde el niño y la niña aprende a ser hombre y mujer. Y este aprendizaje es a partir del equipo biológico con el que nacemos: se nace varón o se nace hembra.

Hemos escrito y recalcado en las diferentes presentaciones que hemos hecho sobre la importancia de los primeros años en el desarrollo de la personalidad y el papel inalienable que tienen los padres al ser los artífices fundamentales de este período. A través del ejemplo, de la información y de la formación especifica que cada papel sexual tiene en la vida. Ejemplo, información y formación que llega no solo de los padres sino de los hermanos, de los parientes, de los allegados al hogar. De todos ellos depende y son ellos los que facilitan el desarrollo armónico de los elementos fisio-psicológicos con que se nace y de la conformación socio-cultural que éstos adquieren a lo largo de la vida. Son estas primeras y decisivas relaciones afectivas padres-hijos, hermano-hermano, hermano-hermana, pariente-niño o niña que se conformará la compleja vida emocional y se estructurará la personalidad definida y adecuadamente identificada con el potencial biológico.

Sin duda alguna, la conducta de los padres entre si, las características socio-culturales del role sexual asumido por cada uno de ellos, sus intereses, sus actitudes influyen considerablemente al ser imitadas o rechazadas por el niño o por la niña y traen como consecuencia la identificación con ellos. Pero, no podemos olvidar que el hogar no es la única vía a través de la cual el niño y la niña es informado y formado sexualmente. Existen los amigos, los medios masivos de comunicación -shows hablados en la television, letra de las música que bailan o que cantan, revistas, películas-, los hogares vecinos, otros familiares, la observación de la conducta de los animales, etc. Y todos ellos influyen de forma considerable en cómo los niños aprenden a percibirse y a percibir su propio componente sexual y el de otros.

Mucho se ha discutido acerca de si debe ser la escuela la que ofrezca al niño y a la niña la información sexual o si deben de ser los padres quienes lo hagan. De la misma forma que el niño aprende en la escuela cómo su cuerpo funciona al estudiar la anatomía y la fisiólogia de los diferentes organos que hacen posible que seamos y actuemos, de esa misma forma, los maestros de Ciencias Naturales no pueden obviar la explicación del sistema reproductor humano.

Por eso, antes de continuar debatiendo dónde y cómo debe llevarse a cabo la educación sexual debemos hacernos estas posibles preguntas:

¿Tienen los padres y los maestros actitudes anticientíficas tales como “la cigueña”, o “tal y cómo le lo dijeron a í”, o “eso no hay que explicarlo, viene solo”?

¿Estan los padres y maestros seguros de que conocen la trascendencia y la importancia de la sexualidad humana en el desarrollo integral de la persona humana?

¿Estan los padres y maestros libres de prejuicios culturales en lo que se refiere a la igualdad en deberes y en derechos que ambos sexos tienen en la sociedad?

Las respuestas a estas preguntas son muy importantes porque más que libros y láminas… quienes tienen la responsabilidad de la educación sexual de los niños necesitan ser ejemplo idóneos de lo que significa ser hombres y mujeres en el pleno sentido de la palabra.

Nuestros padres acostumbraban a ocultar, a evadir o a falsear muchas de las cuestiones relativas a la sexualidad, transmitiendo asi a sus hijos, entre otras situaciones, los errores de su propia educación sexual. Ahora bien, muchos de nuestros padres carecían de conocimientos acerca de su propio desarrollo físico y afectivo lo que les impedía naturalmente darles la información adecuada a la capacidad del niño o de la niña en cada momento. Por otra parte, mucha de la llamada educación -información y formación- sobre sus propios sexos habia sido recibida siguiendo parámetros sociales y culturales que necesariamente no eran los más correctos, positivos, e incluso justo. Quien no recuerda aquello de que los varones tenían que iniciarse en los prostíbulos cuando alcanzaban una determinada edad, o cómo a los varones se les permitía todo tipo de actividad sexual porque si no no demostraban que eran “machos”, o los llamados “piropos” que no eran más que insultos a quien los recibía, etc., etc.

Nada is más obvio que el sexo físico en el cuerpo humano. Por eso, los niños muestran curiosidad cuando se descubren distintos los unos de los otros. Nada es más obvio, repito, que cómo la cultura y la sociedad han tratado el uso de las prendas de vestir, de los oficios, de las tareas domésticas, de los deportes, de las formas de conducirse en grandes y en pequeños grupos. Si bien es cierto que muchas de estos usos, rituales, costumbres han ido cambiando con el tiempo y los distintos acontecimientos que han ido cambiando la historia de las relaciones humanas y el papel que cada ser humano sexuado tiene en las diferentes culturas y grupos sociales aun queda mucho de información y formación relativa al sexo que contribuye a la formación de nuestras actitudes normas de conducta.

Pero no es difícil encontrarnos con padres que cuando sus hijos descubren sus órganos genitales o los de sus hermanos y preguntan cómo se llaman, por qué son diferentes, o para qué existen éstos no encuentran respuestas que darles y caen en el silencio o en la prohibición de hablar de esas cosas o en la fabulación. Similar es la situación cuando la mamá, o la tía, o la vecina, o incluso el animal doméstico esta embarazada y el niño o la niña quiere saber qué sucedió.

Creo que tenemos que aprender, como padres y como educadores, a entender no sólo la riqueza participativa que significa haber nacido sexuales y como por medio de esa sexualidad, participamos del poder creador de Dios, de la humanidad y de la sociedad, sino tambien tenemos que crecer en responsabilidad y respeto hacia nosotros mismos por la immensa dicha de nuestra condición humana -como hmbres y como mujeres-.

Si revisamos la línea de pensamiento que hemos desarrollado en este artículo espero que todos lleguemos al momento de entender que tanto padres como maestros como la sociedad en general somos responsables de la adecuada formación e información sexual de nuestros hijos. Una información y formación que deben estar enmarcadas dentro un absoluto respeto a nuestra condición de hombre o de mujer. Una información y formación que debe ir acorde con la edad y la capacidad de razonamiento y de pensamiento que el niño o que la niña hayan alcanzado. La naturaleza de las preguntas formuladas por los hijos dan a los padres un índice de lo que estos deben saber y en qué momento debe de hacerse. Las respuestas a estas preguntas deben ser dadas de una forma espontánea y natural, sin ir más allá de lo que desea o necesita saber en ese momento.

Más tarde en la escuela la formación y formación tiene que estar basada en la anatomía, fisiología e higiene de su componente físico pero tambien en el desarrollo del componente emocional/afectivo, social y moral que la conducta humana sexuada conlleva.

El proceso del desarrollo de la sexualidad humana es un proceso longitudinal que se inicia antes del nacimiento de los hijos cuando los padres les aceptan incondicionalmente no importa el sexo que sean, que se continua a lo largo de la infancia con el descubrimiento y la curiosidad, y que culmina en la adolescencia y juventud cuando los órganos sexuales maduran y se preparan para la reproducción. Sexualidad humana que alcanza su plenitud en la edad madura para comenzar a declinar con el periódo involutivo que culmina con la muerte de la persona. De esa misma forma los procesos de formación e información sexual van progresivamente en ese continuum acompañando a los hijos.

Tratando de resumir de forma práctica estos artículos podemos agrupar estos tres principios:

1.- No dar respuestas fantasiosas ni engañosas cuando los niños nos pregunten, no postergar las respuestas para cuando sean maayores, no dar la impresión de que es algo misterioso, o sucio, o de lo que no se debe hablar.

2.- Hablar siempre con gran naturalidad y respeto sobre la propia sexualidad, como lo que es un regalo de Dios para darnos la dicha de compartir su poder Creador. No olvidemos que ellos nos preguntan con la pureza y sencillas de quienes estan descubriendose y descubriendo todo lo que esta a su alrededor. Con esa misma sencillez, adaptando nuestro lenguage a sus años, podemos y debemos responder.

3.- Sobre todo, asegurarles que estamos ahi para responder sus preguntas, para aclarar sus dudas, para conversar sobre el tema, para que sepan que es a nosotros a quienes deben y tienen que venir cada vez que nos necesiten.

Serie de cuatro artículos publicados en el periódico El Sol de la Florida, durante el mes de Enero, 1982.

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El lema “sin comunicación no puede existir relación” es indudablemente una realidad.

Uno de los signos de que el hogar se puede venir abajo suele ser la ruptura o falta de comunicación entre los miembros de la familia. Casi siempre el final está cerca cuando comienza a entrar el silencio, o cuando las preguntas y respuestas se van haciendo tensas, o el beso de llegada o de salida se hace habitual, o los diálogos se hacen totalmente formales.

El hogar y la familia necesitan tener en su base serias y profundas relaciones emocionales que se gestan y aumentan gracias a la comunicación de los miembros de la familia entre si. La familia solo puede ser enfocada como una unidad de personalidades inter-actuantes si exisate en ella comunicación. Por tanto, la familia vive mientras exista en el hogar comunicación y languidece o muere si los sujetos que la integran se limitan a cohabitar bajo un mismo techo o dirección postal. Y recordemos que para que exista la comunicación ésta debe ser no gracias a los recaditos que sostiene el magneto en el refrigerador, sino cara a cara, durante un cierto tiempo y en un determinado contexto físico: la mesa del comedor por la noche durante la comida en común, donde todos intercambian experiencias. la sala de estar o florida room donde se distruta no tganto del programa radial o televisado como del placer de vernos, sentirnos, amarnos; la alcoba matrimonial donde se planean sueños futuros.

Asi vista la familia se convierte en un inter-esfuerzo por ser y existir de dos y de los frutos de esos dos. Solo de la inter-acción, del inter-esfuerzo, de la comunicación surgen los sentimientos conyugales, paternales, filiales… surge el sentido de familia, del hogar debemos sentir todos los que llevamos algo más que un apellido común.

Solo esta familia, la que tiene conciencia clara de sí, de su roce social, de las responsabilidades asumidas espotáneamente, es la que es una institución social. La otra… es forma no contenido. Y la forma sin contenido desaparece al menor roce o choque con los facotres internos o externos que nos rodean.

No olvidemos que no se pueden crear patrones conductuales adecuados en los niños sin razonar éstos, sin conversar con ellos. No puede haber armonía y consistencia en la educación que tratamos de dar a nuestros hijos si ambos padres no tratamos de encontrar un único set de valores con el que ambos estamos plenamente de acuerdo… y eso solo se logra hablando, discutiendo, comunicándonos.

Publicado en el periódico El Sol de la Florida Enero 9, 1982.

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La sociedad o grupo social humano es como un gran tejido donde todas las piezas se engranan unas con otras. La menor de esas piezas es la familia. La familia se inicia por dos y recoge en esta unidad una muestra de los valores y principios morales de cada una de las familias de los contrayentes. Estos valores y principios morales son a su vez un reflejo de los valores y los principios morales de la comunidad donde ambas familias viven y de sociedad a la que esta comunidad pertenece. Estos valores y principios morales han sido transmitidos de generación en generación a través de la experiencia de vivir juntos, a través de la educación formal e informal que se lleva a cabo en el hogar, en la escuela y a través de los medios de comunicación. El compromiso matrimonial, por tanto, es el punto de partida de este proceso . Por eso se dice que el matrimonio es una institución social.

Como institución social que es, el matrimonio, y más tarde la familia, está regulado por una serie de leyes y principios que le determinan sus fines y medios para lograr estos fines asi como sus responsabilidades y derechos en el grupo social. Por eso se dice que el matrimonio es una institución legal.

La plenitud del ser humano se alcanza cuando este o esta es capaz de dar… Cuando la persona alcanza la madurez fisiológica y psicológica que le capacitan para dar vida e iniciar en ambos los padres que reproducen y los hijos que nacen periódos de desarrollo integral que duraran hasta el momento de la muerte. Por eso se dice que el matrimonio ofrece la posibilidad de alcanzar nuevos “hitos” sociales al adquirirse nuevos papeles a llenar: el de esposo/esposa y el de padre/madre. Por eso se dice que el matrimonio es la institución bio-psico-social.

Para hablar del matrimonio hay que distinguir el proceso de conocerse y cortejarse, del momento de la boda, del período de la luna del miel, y por último del estado matrimonial per se que se asume que es para toda la vida.

La comercialización y la propaganda han creado alrededor de los grandes momentos en la vida del ser humano toda una serie de parafrenaria cubriendolos de tantos detalles que las ceremonias esenciales se han vuelto superficiales y se ha perdido el sentido esencial de lo que está sucediendo. Los pequeños pero imprescindibles reglas a cumplir “socialmente” para casar bien a la hija o al hijo ocupan de forma tal la atención y las energías de todos los que participan en el proceso que se pierden los verdaderos pasos esenciales que nunca deben faltar para que ambos miembros de la pareja vivan el proceso de “casarse” a conciencia, y para que se preparen a fondo, estudiando todos los aspectos que el matrimonio conlleva. Asi la boda, preámbulo del matrimonio se convierte por sí mismo el acontecimiento en lugar de ser el matrimonio el paso esencial y la boda el testimonio del compromiso ante Dios, la sociedad, la familia y ante ellos mismos. Y, la presión “por no quedarse” “porque ya tus amigos/amigas lo han hecho” precipita el proceso de la elección no llegándose a valorar concienzudamente las preguntas de ¿son nuestros valores y formación moral compatibles?, ¿ha dado señales de madurez psicológica y social como para empezar una vida con el o con ella?, ¿ ha demostrado responsabilidad consigo mismo, con su familia, con la sociedad ?¿ es capaz de trabajar en su propio crecimiento psicológico y espiritual ?, y muchas mas preguntas que más tarde los consejeros matrimoniales tendran hacerles cuando los problemas normales de crecimiento y de ajuste matrimonial escalan y se convierten en situaciones “intolerables” que meritan una separación.

El matrimonio es una institución muy compleja y requiere de todos el maximo de cooperación para hacerlo realidad. Se suele acusar a la sociedad de propagar demasiado las ventajas del matrimonio. Se dice que “los tiempos han cambiado”. que “si no le va bien no tiene por qué aguantar”.. e interesantemente, los abogados familiares visitan las preguntas anteriores para saber el nivel de preparación de la pareja para asumir su responsabilidad social.

Creo que todos y a todos los niveles tenemos que dismitificar la boda e intensificar la preparación matrimonial… no de una tarde, no solo sobre el sacramento, sino por un período de tiempo suficiente para que las parejas vayan a comprometerse ante Dios y la sociedad sabiendo lo que hacen, por qué lo hacen y con qué recursos psicologicos y espirituales cuentan para casarse.

Publlicado en el periódico El Sol de la Florida Septiembre 19, 1981

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Cuando el ser humano nace lo hace en el seno de una familia. Ese es su primer grupo social. Al calor de sus padres va a aprender a darse a respetar, a ser justo, a ser sincero, a ser honesto. A través del desarrollo del idioma va a conocer la historia de su grupo comunitario. Por ejemplo, qué significa y simboloiiza una bandera, un escudo, un himno, una frase repetida por sus mayores, las estatuas o las fotos de aquellos que les precedieron y que cuando fueron probados fueron capaces de elegir la entrega personal a la comodidad y la seguridad.

De la dinámica cotidiana familiar ha a desprender el conocimiento y la convicción de que todo ser humano que existe sobre la faz de la tierra tiene derechos inalienables (es decir, que nadie se los puede quitar) pero que tambien tiene deberes, tareas que cumplir para contribuir al bienestar de su comunidad.

Deberes consigo mismo, deberes con los distintos grupos en los que entra a formar parte, deberes con la sociedad, deberes ante la sociedad, deberes ante la humanidad. Y asi, el niño se va haciendo hombre aprendiendo que nadie nace de gratis, que todos tenemos un lugar en la vida para llenar una tarea y que si no la hacemos se quedara sin hacerse y el grupo como grupo sufrirá su falta. Aprenderá que si por desinformación o por apatía no llenamos a cabalidad ese lugar, se quedará sin llenar. Que se queda sin hacer esa parte de la historia que tenía su nombre, apellido y hasta su dirección.

Más tarde el niño entra en su segundo gran grupo social que es la escuela. Y jugando aprende a vivir en comunidad. Y aprendiendo se ejercita en su primer deber social. Y comprende que la sociedad, a través de su representante escolar (el maestro) le pide cuentas del cumplimiento de sus deberes, del respeto a sus compañeros, de cómo asume su responsabilidad individual dentro sus dos grupos sociales: el hogar y la escuela. Asi adquiere la noción de ley, conociendo y entendiendo y maravillándose de todo el quehacer humano durante siglos va captando el sentido que tienen las palabras: libertad, paz, justicia, amistad, humanidad.

Llegado el momento en lavida en que uno mira al futuro a través del prisma de la ilusión de ser, el adolescente y el joven comienzan a organizar lo aprendido y a estructurar sus metas en la vida. Ahora su vida toma una nueva dimensión, la dimensión social, comunitaria, que incluye dentro la familia, la escuela y el bienestar de su alrededor.

Publicado en el periódico El Sol de la Florida, Octubre 24, 1981.

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El término personalidad antisocial se refiere a los individuos que de forma crónica mantienen conductas contrarias a las normas y valores de la sociedad. El ser humano aprende a vivir en sociedad a través del proceso de socialización. Un proceso que se origina en la cuna y continúa a todo lo largo de la vida humana, es el incorporar a nuestra personalidad, continúamente, aquellas conductas que la sociedad califica como positivas que nos permiten vivir en armonía con el resto de la comunidad. Detrás de cada conducta, detrás de cada norma que seguimos, existe un valor social. Todo lo que hacemos lo hacemos por algo. Valores históricamente creados y transmitidos de generación en generación de forma tal que son los valores los que definen a cada pueblo, a cada cultura, a cada grujpo social. Un individuo antisocial es un individuo que no tiene los valores y las normas de la socidad como patrones de su actuación sino que vive o al margen o frente a la sociedad.

Ejemplo de personalidades antisociales son las de aquellos que son incapaces de tener lealtad hacia otras personas, que son isensibles a los males sociales, que son incapaces de esperar o de posponer la realización de un deseo. Son personas que carecen de responsabilidad hacia su familia y su comunidad.

Noyes al describirlos dice que son sujetos “sin juicio social”. Las personalidades antisociales son individuos que ya desde niños muestran signos de desadaptación emocional. Ahora bien, cuando estas personalidades se muestran de modo más claro es en la adolescencia cuando se debilitan las fuerzas restrictivas que provienen del hogar al tiempo que aumentan las demandas ambientales.

Muchos autores anotan estas dos influencias negativas del hogar en la formación de estas personalidades que viven de espaldas o al margen de la sociedad. Ellas son:

  • El sujeto con personalidad antisocial exige la satisfacción inmediata e instantánea de sus deseos, sin que le importen los deseos ni los sentimientos, no los intereses de otras personas con las que establecen escasas relaciones emocionales o lazos afectivos estables. Por eso, se puede decir, que el psicópata es aquel niñito al que no se le negaba nada por qué si no le daba “una perreta”, es al que enseñaron a ser centro de la casa, complaciéndole en todo lo que deseara o pidiera, aunque los padres no pudieran materialmente.
  • El psicópata carece de propósitos, de objetivos, y de perspectivas, tiene un deficiente sentido de responsabilidady vive para el momento. Cuando niño nunca le enseñaron a tener deberes en su hogar, ni le mostraron lo hermoso que es estudiar, ni le hicieron sentir parte de la comunidad. Fue el niño criado con derechos pero sin deberes, haciendo siempre lo que le daba la gana porque cuando no lograba su objetivo “amenazaba con irse de la casa” o le daba un “escándolo” a los padres.

El individuo adulto con personalidad antisocial ha sido un niño al que nunca se le ha sabido disciplinar. Y al que más tarde rechazamos por su actitud ante la vida o por su peligrosidad. Fue un niño a quien la familia y la sociedad le ha fallado totalmente.

Publicado en el periódico El Sol de la Florida, 21 de Noviembre de 1981.

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La personalidad adulta se integra y organiza a partir de la auto-conciencia o concepto de sí mismo que tiene la persona. La auto-conciencia se va formando a lo largo del desarrollo psicológico del niño a adolescente y más tarde a joven. Alrededor de los 3 años el niño intuye su yo propio, separado de los demás, capaz de actuar por sí mismo. Este yo inicial va creciendo y haciéndose cada vez más fuerte y firme hasta llegar a la adolescencia cuando se produce un crecimiento cualitativo del concepto propio al unirse la idea que el adoescente cree que es con cómo los demás le han dicho qaue es y con la idea o ideas de cómo le gustaría ser (yo íntimo con yo social y con yo ideal). Poco a poco a base de introspección, de diálogo consigo mismo y con los demás, de negociación estos tres yos se van integrando en uno solo, con aristas y con incongruencias, pero uno solo que va a constituir la llamada identidad del adolescente y joven.

Es muy frecuente que se califique a una persona como poco adulta, poco madura, poco adaptada porque atraviesa por períodos de inseguridad o porque se siente falta de confianza en si misma. Es perfectamente normal que todos, pasemos por esos períodos de crisis, cuando se esperan nuevas respuestas, más adecuadas a nuevas circunstancias, y nosotros nos sentimos cómo si no supieramos qué hacer o nos damos cuenta que no estamos a la altura de las respuestas que se esperan de nosotros. Esos síntomas son muy positivos porque son el reto a crecer que todos confrontamos todos los días de nuestra vida.

Es muy fácil en estos momentos que sintamos la tentación de culpar a nuestros padres por nuestras dificultades. Pero si bien es cierto que hay dificultades de madurez que pueden asociarse a patrones de educación familiar, no nos engañemos. A partir de la adolescencia todos y cada uno de nosotros tiene totalmente desarrollada su habilidad para razonar y por tanto puede comparar, puede generalizar, puede elegir lo que desea ser en la vida, cómo lo desea ser y por qué elige ser asi. Es decir, cualquiera que sea el nivel de responsabilidad de los padres, cada uno de nosotros, adultos, somo responsables de nosotros mismos.

Por tanto, junto a la capacidad de razonar y de elegir está la capacidad de ser responsable por las elecciones y las decisiones que hacemos. Ese es el gran secreto de la madurez. Ser capaces de auto-examinarnos, de mirar atrás, de mirar adelante, y de rectificar para volver a empezar, esta vez en un nivel más alto de madurez. Se dice que el triunfo surge de las cenizas de los errores analizados, pero tambien se dice que quien justifica un error lo está cometiendo dos veces.

Publicado en el periódico El Sol de la Florida el 5 de Diciembre de 1981.

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Muchos piensan que la intimidad y el amor se producen por sí mismas sin necesidad de cultivarse. Los poetas suelen comparar el amor con la llama de una vela. Usando esta metáfora, podemos decir que amor que no se cuida ni se incrementa languidece y muere. Y que cuando menos nos lo imaginamos amanece hecho cenizas… Y nada más.

¿ Cómo puede la pareja mantener el amor y la intimidad a lo largo de toda la vida matrimonial ? La relación amorosa incluye el apoyo mutuo emocional en todas las circumstancias de la vida. Exige salirse de uno mismo para ir al encuentro del otro. Hay personas que son incapaces de sentir el verdadero amor porque son tan egocéntricas que sólo hablan, piensan o “estan ocupados” con sus propios sentimientos, sus desgracias, o sus problemas. En estas personas las relaciones que se pueden establecer son siempre en una sola dirección… hacia ellos, y nada más. En el fondo de su psíquismo se han detenido en la etapa infantil del egoísmo emocional y moral y son incapaces de notar, comprender, aceptar y apreciar las necesidades de los demás.

La relación amorosa auténtica tiene que tener dos direcciones. Es el hermoso arte de dar y de recibir; de oir, escuchar, entender, y responder. Y siempre recordar que la vida matrimonial, la familiar, la humana tiene muchas dimensiones: es sufrir y es reir, es tener conflictos y es llegar a acuerdos. Es crecer individualmente gracias al otro que tenemos a muestro lado, es contribuir al crecimiento del otro al tiempo que nosotros crecemos, es crecer juntos. Y se puede crecer juntos sin necesidad de estar el uno al lado del otro, físicamente hablando, todo el tiempo. Se puede crecer juntos sin estar siempre de acuerdo el uno con el otro. Se puede crecer juntos aunque no se logren acuerdos de inmediato, aunque se parta de puntos de vista contradictorios. Se crece al tiempo que vamos resolviendo nuestras dificultades y diferencias individuales. Se crece cuando comprendemos que son las diferencias y las fricciones de personalidades las que nos ayudan a limar las aristas negativas y a iluminar las positivas.

Y no tenerle miedo a las diferencias en puntos de vista, en aspiraciones, en perspectivas. Como dice el terapista George Bach, “nosotros necesitamos apender a discutir para asi entre los dos a esclarecer criterios y a modificar las actitudes erróneas que ambas partes puedan tener”. Tenemos que aprender a discutir… en lugar de pelear cuando sentimos que nuestros puntos de vista no son tan completos ni tan acertados como pensábamos. Sin ponernos ni a la defensiva no a la ofensiva porque el matrimonio no es un ring the boxeo donde uno tiene que llevarse el trofeo, el titulo por la división.

Todos los seres humanos, gracias a Dios, somos diferentes. Querer que el otro o la otra piense, sienta, desee, y actue como uno no solo es un error sino que es la causa de muchas desuniones en el hogar.

Como vemos la relación amorosa y la intimidad conlleva continuas oportunidades de crecimiento. Y son estas oportunidades las que hacen posible que la pareja crezca emocionalmente en unidad gracias a su diversidad. La frase de “el matrimonio es la tumba del amor” es cierta si nosotros queremos enterrarlo. Finalmente, no olvidemos que cada relación matrimonial trasciende cuánto sobre ella se pueda escribir. Es una experiencia muy personal. El amor y la experiencia matrimonial “ideal” no existen. Y el cúmulo de experiencias que se extraen de las novelas no se dan en la realidad ni se pueden copiar. Cada persona lleva a la relación amorosa sus experiencias, expectativas, y diferencias individuales y la unión de ambos crea una fórmula única de armonía y de felicidad.

Publicado en el periódico El Sol de la Florida, Septiembre 17, 1981.

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